Para poder burlar la vigilancia del Edificio de Usos Múltiples y la prohibición de pintarse cada uno el despacho como le viniera o viniese en gana, los equipos de seguridad del ex consejero Soria idearon un plan equiparable a los de Anacleto, agente secreto, en la línea habitual del partido de la rúe del Acebes, perdón, del Percebe. Los pintores entraron por los ascensores de los funcionarios y del público vestidos con prendas de paisano, nada de buzos, y nada de ir tocados con pañuelos anudados a las cuatro esquinas. El material (pinturas, papel de lija, brochas, etcétera) fue introducido subrepticiamente por el ascensor trasero, que conduce desde los garajes a los despachos de los altos cargos.