Las amenazas de Soria están siendo estudiadas por algún gabinete jurídico por si pudieran ser atentatorias contra algún derecho fundamental. Pero de esas cosas mejor no contar nada que luego pasa lo que pasa. Lo cierto, sin embargo, es que no han surtido los efectos de antaño, cuando la más mínima insinuación de su excelencia o de su ayudante de campo era inmediatamente traducida como orden ejecutiva sumarísima cuya desobediencia llevaba acarreada el destierro y el escarnio en plaza pública. Por ejemplo, Javier Sánchez-Simón, presidente de la Autoridad Portuaria, ya ha dicho en varias emisoras de radio que detecta “cierto nerviosismo” en su partido, para aclarar a continuación que ese no es precisamente el sentimiento que se pretende despertar cuando se promueven candidaturas alternativas a la del líder natural.