La altanería con que María Australia Navarro reclamó este jueves al Grupo Socialista que “se atreva” a pedir la comparecencia de Soria para explicar si usa o no los helicópteros de emergencias debió guardarse para mejor ocasión, porque está probado por los planes de vuelo que una llamada desde los servicios de Presidencia del Gobierno hizo desplazar ese helicóptero desde La Palma a Tenerife-Norte para recoger al vicepresidente, con el fin de trasladarlo primero a El Hierro y luego a La Palma. Cierto es que no se prestó ese servicio, como es igualmente cierto que fue por decisión directa de José Manuel Soria, que rechazó el helicóptero precisamente por temor a las críticas que pudieran producirse. O por considerar tal cacharro un medio de transporte nada glamouroso, especialmente si se le compara con los modernos y lujosos jets privados en los que acostumbra viajar el vicepresidente cuando hay en ciernes una autorización de camas turísticas.