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El documental sobre la tragedia del volcán Whakaari, en Nueva Zelanda, un éxito en Netflix: ¿podría pasar lo mismo en Canarias?

Alejandro Ortega

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Netflix estrenó el pasado mes de diciembre El volcán: Rescate en Whakaari, un documental que narra la tragedia ocurrida el 9 de diciembre de 2019 en el volcán Whakaari, de Nueva Zelanda, con imágenes reales y testimonios de supervivientes y rescatistas. Una expedición de aproximadamente 50 personas realizó una visita turística a la isla en la que se encuentra el cráter del volcán cuando este, de repente, entró en erupción. 22 personas perdieron la vida.

Se trata de un volcán que está prácticamente sumergido en el agua y del que solo se ve la parte de arriba, que da forma a la isla que se encuentra a unos 48 km de la costa este de la isla norte de Nueva Zelanda. Durante muchos años ha sido un atractivo turístico, recibiendo la visita de miles de personas que se acercaban a ver la boca del cráter y los bonitos colores impregnados en las rocas próximas al volcán que dejaban los materiales expulsados.

Es un volcán con actividad constante, dado que antes del 2019 había erupcionado en 2012, 2013 y 2016. Los días previos a la erupción, la actividad del volcán había aumentado.

Stavros Meletlidis, vulcanólogo del IGN explica a este periódico que se trata de un volcán muy diferente al los de Canarias: “En la actualidad no tenemos nada en Canarias que se parezca al Whakaari. Aunque es un estratovolcán, como el Teide, hay un componente diferencial: el agua”.

La erupción del Whakaari en 2019 fue muy diferente a la que, por ejemplo, hubo en La Palma, dado que no hubo coladas de agua: “Cuando tienes el factor agua, el volcán genera explosiones mucho antes de acumular el magma suficiente para emitir coladas. En una erupción aquí tendríamos acumulación de magma y coladas”.

¿Puede ocurrir una tragedia similar en Canarias?

El vulcanólogo explica que Canarias está “bien monitorizada” y que el hecho de vivir al lado de volcanes hace que exista “unos marcos legales y una vigilancia volcánica constante”: “En los volcanes en los que no vive gente cerca se suelen visitar y no hay tanta vigilancia porque es difícil que alcance a poblaciones”.

Por otro lado, opina que se trata de “culturas diferentes” y que, en ese sentido, “no se puede comparar”: “Hay gente que organiza excursiones a volcanes que potencialmente son peligrosos, sin conciencia del peligro porque no ha habido una erupción reciente. Por ejemplo, en el Etna la gente va a caminar, hace unos años a unos reporteros les sorprendió una erupción”.

Otro factor que destaca Stravos es que en Canarias “no tenemos un volcán con actividad continua e intermitente”, que haga que “la gente lo empiece a visitar”: “En el de Nueva Zelanda la gente iba a sacar azufre sin precaución”.

Por último, puntualizó que el de La Palma “tuvo una actividad que no era explosiva”: “Si transportamos la fuerza del volcán de Nueva Zelanda a La Palma, una onda de choque que pudiera generar ese volcán con ceniza y flujos hubiera alcanzado la costa en menos de tres o cuatro minutos. El de Nueva Zelanda es mucho más peligroso y peor aún si no se tiene controlado”.