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'Salvar Tenerife': la riqueza marina canaria en riesgo, por primera vez en un documental

Un calderón tropical nada en aguas al suroeste de Tenerife

Andrea Domínguez Torres

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Bajo el Océano Atlántico un joven calderón tropical juega con su madre. Se llama Nica y vive junto a otros 400 animales de su especie en el corredor marítimo que separa Tenerife de La Gomera. Entre los 47 kilómetros de mar que distancian estas islas se encuentra “la población de calderones tropicales más importante del planeta”. Así la describe el graduado en Ciencias del Mar y documentalista marino Felipe Ravina. El canario de 28 años publicó este miércoles el documental Salvar Tenerife, en el que aparecen grabadas por primera algunas especies marinas que forman parte de la biodiversidad que vive o se refugia en las aguas de Canarias. 

A pesar de la juventud de Nica, su piel está llena de cicatrices. Los cetáceos sufren altos niveles de estrés por su convivencia con embarcaciones de recreo y los barcos que transportan pasajeros entre islas. Además, Canarias es escenario de un tercio de las colisiones de barcos contra los cetáceos. Por este mismo motivo murió Hope, otro joven calderón tropical que chocó con un barco en 2019. Desde entonces, las campañas ciudadanas de concienciación han aumentado, pero no han logrado frenar las colisiones contra los cetáceos que transitan los alrededores de las islas. 

Por la temperatura del agua y sus condiciones medioambientales, el Archipiélago canario es un punto de paso para cientos de especies que permanecen por temporadas al cobijo de sus costas. “La densidad de calderones tropicales en Canarias es 20 veces mayor que en otras zonas de la Macaronesia, como pueden ser Madeira y las Islas Azores”, explica Felipe Ravina. Esta especie es la protagonista del documental, pero no la única.

Hacia esta misma línea apunta Sergio D. Hernández, miembro de la agencia especializada en el avistamiento ecológico de cetáceos Bonodea. Hernández afirma que en Canarias se pueden observar hasta 30 especies de cetáceos diferentes de los casi 80 registrados en todo el planeta. Las sombras de los calderones tropicales o los saltos de los delfines moteados son estampas que buscan los turistas cuando alcanzan las islas desde que en 2012 Andalucía y Canarias propulsaron las excursiones para avistar cetáceos y así convertirlo en una actividad económica.  

Entre los años 2000 y 2014, la Red de Varamientos de Canarias notificó 83 colisiones con cetáceos en las islas. En 2012, Canarias registró un tercio de las colisiones mundiales de cetáceos. El aumento de estas colisiones se ha relacionado con la introducción de nuevas rutas de fast ferries y un aumento de las frecuencias de los barcos, según un proyecto de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC). 

No solo preocupan las consecuencias físicas, sino también el impacto psicológico en los cetáceos. “Los niveles de cortisol (la hormona del estrés) bajaron durante la cuarentena. Entonces, los grupos de calderones estaban más unidos, e incluso descansaban en la superficie”, cuenta Jacobo Marrero, director científico de la Asociación Tonina. La vuelta de la normalidad, y con ella el aumento de las embarcaciones de recreo y los ferris que conectan las islas, han vuelto a traer el cortisol a la vida de los cetáceos tinerfeños. “Que eso se llegue a perder sería un fracaso como sociedad”, concluye Marrero.

La riqueza marina de Canarias

En la primera parte del documental, cientos de crías de cazones, una especie dentro de la familia de los tiburones, navegan por las zonas menos profundas del suroeste de Tenerife. Solo están de paso por las islas para huir de sus depredadores mientras se preparan para nadar en aguas más profundas. Cuatro municipios derivan en la Zona de Especial Conservación (ZEC) Teno-Rasca: Arona, Adeje, Guía de Isora y Santiago del Teide. Esta franja marítima tiene la mayor variedad de crías de cazón de la isla, en algunas ocasiones incluso se han contabilizado hasta 200 crías. 

Lo mismo ocurre con las mantelinas, una especie de raya en peligro de extinción. Cuando llega el verano la mantelina se hospeda en Canarias para pasar la temporada, un periodo necesario para su conservación. El obispo, conocido en Canarias como chucho, es otra de las especies de raya que se concentran en el Archipiélago y que han sido capturadas por el objetivo de Ravina. También aparece el angelote, una especie de tiburón en peligro de extinción y que tiene su criadero en la playa turística de Las Teresitas, en Santa Cruz de Tenerife. Las tortugas verdes o las tortugas bobas, los delfines moteados o el delfín común son otros de los que disfrutan de las condiciones climáticas del Archipiélago y que se pueden ver en el reportaje audiovisual.

Las tortugas marinas tienen su propio jardín, un bosque submarino que es capaz de mitigar los efectos del cambio climático: los sebadales. Estos espacios en el fondo del mar se componen de la seba, una planta incluida como especie protegida en España y que ha menguado en un tercio en los últimos años.  Según el proyecto SEASTORE, conservación y restauración de praderas de la fanerógama marina de la Universidad de La Laguna (ULL), el sebadal limpia, purifica, filtra, recicla y fija nutrientes en el mar. Su función es de vital importancia, puesto que “contribuye a la mitigación del cambio climático, secuestrando carbono y aliviando los efectos de la acidificación oceánica”, de acuerdo con el proyecto. Además sirve de alimento para las tortugas.

Hacia un futuro sostenible

La biodiversidad canaria y el miedo a perderla fueron el empujón que llevó a Felipe Ravina a calzarse el traje de buzo y comenzar esta travesía para concienciar a la población de lo que hay más allá de la tierra. “Al principio, la idea era hacer un documental mucho más pequeño”, cuenta. Lo que comenzó como un trabajo audiovisual dedicado al macroproyecto del Puerto de Fonsalía se convirtió en una obra mayor bajo el nombre Salvar Tenerife. 

La paralización definitiva del proyecto de Fonsalía surgió del movimiento ciudadano y la concienciación por el entorno. En este período un grupo de jóvenes científicos comenzó a lanzar campañas de divulgación en redes sociales que han derivado en el movimiento ciudadano actual. En una campaña iniciada en octubre de 2021, en la que se utilizó la muerte de Hope como imagen de sensibilización, se recogieron más de 400.000 firmas para detener este puerto. Ocho meses después, miles de personas salieron a la calle en Tenerife para luchar por un futuro más sostenible en la isla y en el Archipiélago. La manifestación, homónima al documental, concentró las peticiones de los canarios para cambiar la forma de gestionar las Islas y para exigir una moratoria turística, con la consecuente paralización de nuevas licencias hoteleras.

A pesar de tener una finalidad diferente, tanto el Puerto de Fonsalía como el proyecto actual del Puertito de Adeje se han planteado de cara al turismo en una de las zonas con más ofertas turísticas de la isla y en municipios colindantes. Ambos espacios terrestres derivan en la costa del espacio ZEC Teno-Rasca. A pesar de esta protección europea y de ser el primer Santuario de Ballenas del continente, la pérdida de biodiversidad sigue sin detenerse. “Hacen falta más medidas, más control a las embarcaciones de recreo, sanciones más eficaces y voluntad para cambiar las cosas”, explica Ravina.

En este punto, la huella humana no se queda solo en la costa. Polémicas construcciones en la isla como la del Puerto de Granadilla, el hotel de la playa virgen de La Tejita o ahora el Puertito de Adeje han hecho saltar las alarmas de la ciudadanía. “El modelo de crecimiento infinito que tenemos está destrozando nuestros espacios naturales”, denuncia Ravina. “No es una lucha de los ecologistas contra el Gobierno, es una lucha de prácticamente toda la población contra la gestión que ha llevado la isla al colapso”, reflexiona el graduado en Ciencias del Mar. 

A pesar de dedicar su tiempo libre a concienciar a la población sobre la riqueza del Archipiélago, Ravina confiesa seguir con fuerza para pelear por la preservación. “Es una vergüenza que nosotros tengamos que hacer este trabajo de forma altruista, cuando es trabajo de las administraciones proteger nuestra isla. Sin embargo, si no lo hacemos nosotros, no lo va a hacer nadie”. 

Con este documental, el objetivo del canario es continuar con la labor de divulgación y con ello dar a conocer a la población local y al turista la riqueza natural que aún vive en Canarias. “Después de haber buceado en cinco de los seis continentes, las Islas no tienen que envidiar a ninguna de estas partes del mundo. Sin embargo, tenemos que protegerlo para que no se pierda esta biodiversidad que nos hace únicos”, concluye el documentalista.

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