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Casa África exhibe en 48 carteles el papel del arte contra el Apartheid

Una mujer observa uno de los carteles de la exposición 'Artivismo'. EFE/Elvira Urquijo A.

Efe

Las Palmas de Gran Canaria —

Casa África muestra desde este miércoles hasta octubre en 48 carteles la influencia que tuvo el arte político en la lucha contra el Apartheid en Sudáfrica durante los años setenta y ochenta a través de Artivismo, una exposición ideada por una alumna canaria de un Máster de Gestión Cultural.

Esta iniciativa se enmarca en el programa de actividades África Vive, con la que institución de diplomacia pública conmemora el Día Internacional de África.

A un día de que se cumplan cuarenta años de la matanza de Soweto, en la que murieron más de 566 estudiantes que se manifestaban contra la adopción como idioma oficial de la escuela del afrikaans, la lengua que hablaban los blancos descendientes de holandeses (bóers)pero desconocía la población negra, lo que dificultaba su progreso educativo, Artivismo pretende mostrar “una realidad poco conocida por la sociedad española”: la de la influencia del arte en la lucha contra la segregación racial.

En esta divulgación ha colaborado el Archivo Histórico de Sudáfrica, cuyos originales ha reproducido Casa África, según ha destacado el responsable cultural de la institución, Juan Jaime Martínez.

La comisaria de la muestra, la historiadora Estefanía Pereira, de 25 años, ha explicado que los 48 carteles que la conforman reflejan las principales reivindicaciones que exigía el pueblo sudafricano durante el Apartheid y ha precisado que fueron confeccionados por los movimientos de liberación, ayudados por artistas y colectivos culturales, que entendieron que su arte podía ser una forma de contribuir a la lucha contra la segregación racial.

La muestra exhibe, por sectores, las reivindicaciones de los distintos colectivos de la población.

La de las mujeres estaban centradas en el rechazo a la Ley del Pase, que impedían su libre circulación por Sudáfrica, lo que les limitaba el acceso a un puesto de trabajo, que se concentraban en las áreas urbanas, y rompía la estructura familiar.

Otras luchas plasmadas en imágenes hacen referencia a la baja cualificación que proporcionaba la educación bantú a los negros, para quienes estaban prohibidas asignaturas como el arte.

Pereira también a aludido a la Ley de Trabajadores, que impedía a los negros acceder a puestos cualificados y por la que se les asignaban salarios muy inferiores a los de los blancos o a los sucesivos estados de emergencia decretados en los ochenta, en virtud de los cuales el Estado apresaba, sin juicio previo, a quienes no comulgaran con el régimen establecido.

La lucha por el derecho al voto, a una casa o a una salud digna eran otra de las reivindicaciones de la población negra que también reflejan los carteles de esta muestra, en la que también tiene cabida el papel que jugó la música en la difusión del mensaje del movimiento antiapartheid.

La comisaria de la exposición considera que esta exposición es un instrumento interesante para dar a conocer, sobre todo a estudiantes, los principales acontecimientos y reivindicaciones ocurridos en esa época y reflexionar sobre el arte como instrumento que contribuyó a la derogación del sistema segregacionista.

Lemas como El pueblo gobernará o África regresa, sobre fondos de colores tan significativos y alusivos a la “dignidad de la negritud” como el rojo, que representaba la muerte por discriminación; el negro, que reflejaba la lucha de la población de color; o el verde y el amarillo, con los que se hacía referencia a la riqueza natural y mineral de Sudáfrica, protagonizan estos carteles divulgativos, que muchos colectivos exponían en las calles aún a riesgo de ser detenidos por su activismo político.

Con una marcada influencia soviética y estadounidense, países donde otros movimientos también usaron el arte como arma de lucha, Pereira ha considerado que uno de los más significativos de esta muestra es el que refleja, con el eslogan Stay-Away, a Hector Pierterson, un estudiante de 13 años, que fue el primer manifestante en caer muerto en la matanza de Soweto, ocurrida el 16 de junio de 1976, en brazos de su compañero Mbuyisa Makhubu y ante la presencia de su hermana Antoinette.

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