La FAES plantea el 'retorno nuclear' ante el fin del petróleo

El plan energético diseñado en 2011 por la FAES, el laboratorio de ideas de José María Aznar, plantea el retorno nuclear como la mejor de las estrategias de sustitución posibles ante el problema de la escasez de los combustibles fósiles en un futuro inmediato.

El petróleo se acaba, y aunque la Estrategia Energética Nacional de FAES propone buscar oro negro en aguas de Canarias, como ha decidido el Gobierno de España a través del ministro del ramo, José Manuel Soria, el guión prediseñado de esta política energética del PP señala el camino de la energía nuclear como prioridad fundamental.

Poco o casi nada en cuanto a energías renovables figura en el plan conservador de manera tan desarrollada como el fin del petróleo y la necesidad de explicar a los españoles las bondades de una única política energética nacional, y eso a pesar de que entre las propuestas concretas de FAES figura crear “un marco administrativo ágil y transparente” que permita las prospecciones petrolíferas en aguas cercanas a las Islas.

Sin embargo, el diagnóstico del think tank del PP es claro en cuanto al coste excesivo de buscar petróleo aquí y ahora: para proponer la energía nuclear como alternativa estratégica al crudo deja claro que “los costes de exploración y producción seguirán aumentando, al estar localizados los nuevos yacimientos en aguas cada vez más profundas”.

Buscar petróleo será, por tanto, cada vez más complicado y más caro. Y ante esa inversión sin perspectiva clara de beneficio, que sin embargo fomenta, el plan aznarista dirige sus esfuerzos hacia la energía nuclear, a su retorno, “ya sea por razones ambientales [de rechazo al petróleo] o por la previsible presión sobre los precios del petróleo”.

Liquidadas las primas a renovables como presunto factor desestabilizador del mercado libre y de incremento del denominado déficit de tarifa, el siguiente paso a ejecutar se centra en “una energía eléctrica sostenible y competitiva”, entre cuyas propuestas figura la ya decidida revocación del cierre de la central de Garoña.

Pero FAES contempla una serie de encargos para el Consejo de Seguridad Nuclear que, previsiblemente, podrán irse ejecutando tras el mantenimiento de Garoña. El primero de ellos es que todas las centrales nucleares activas se mantengan operativas, con carácter ordinario, hasta los sesenta años, pero de inmediato se estudiará, en el seno del Consejo, alargar esa vida operativa de cada central.

En clave nuclear, la política nacional se encaminaría a iniciar un plan de selección de emplazamientos para nuevas centrales, “empezando por los más adecuados dentro de los existentes, que serán adjudicados preferiblemente mediante concurso público”.

Para ello, el Consejo de Seguridad Nuclear español tendrá que dotarse de las competencias y herramientas “adecuadas” para contar con “la capacidad y normativa reguladora con objeto de que esté en condiciones de resolver de forma eficaz y sin retrasos injustificables los procesos de licencia de nuevas centrales”.

Y estas deberán garantizarse un marco jurídico para que su construcción y explotación “pueda llevarse a cabo durante toda su vida económica, sin más causas de suspensión que las relativas a su seguridad o el incumplimiento grave de la legislación vigente”, evitando así cierres anticipados como el previsto por el anterior gobierno para Santa María de Garoña.

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