No se registra en las estadísticas oficiales, ni se tiene en cuenta en la planificación territorial, ni forma parte de los eternos debates sobre el modelo turístico de Lanzarote, pero tiene una relevancia capital. Una de cada tres camas en las que descansan los turistas que visitan la Isla se encuentra en una vivienda vacacional. Unas 6.150 viviendas de este tipo, más de 28.000 plazas turísticas, se ofertan en plataformas de alquiler por días. El negocio se estima que genera, sólo en alquileres, más de 115 millones de euros al año.
La Consejería regional de Turismo, que gestiona la lanzaroteña María Teresa Lorenzo, encargó varios estudios para ponerle cifras a una modalidad alojativa que se vende bajo el paradigma de la denominada ‘economía colaborativa’, de persona a persona.
Lorenzo reconoce que los datos que ha arrojado este mercado de viviendas turísticas que se comercializan en plataformas digitales, “muchas de ellas fuera de la oferta reglada”, le han “sorprendido”, especialmente en el caso de Lanzarote, donde se puede encontrar el 23 por ciento de todas las que hay en el Archipiélago.
El turista que quiera visitar Lanzarote en agosto y alquilar a través de Airbnb, una de las plataformas más conocidas, se encontrará con el siguiente mensaje: “Solo hay un 5 por ciento de alojamientos disponibles para estas fechas. Te recomendamos que reserves lo antes posible”.
En cuanto a la oferta, se puede encontrar de todo y para todos los bolsillos. Desde los 23 euros por noche en una habitación compartida en una ‘surfhouse’ en Caleta de Famara, a los 196 euros por noche de una casa de un dormitorio en Punta Mujeres que se promociona “con todas las comodidades”.
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