El Ecofin afronta hoy dividido la cumbre en Bruselas
BRUSELAS, 28 (EUROPA PRESS)
Los jefes de Estado y de Gobierno afrontan divididos en la cumbre que comienza hoy en Bruselas la exigencia de Alemania, que cuenta con el respaldo de Francia, de cambiar el Tratado para endurecer la disciplina fiscal y evitar que se repitan nuevas crisis de deuda como la que ha afectado a Grecia, España, Portugal e Irlanda.
Pese a que persiste “mucha controversia y desacuerdo” sobre la propuesta de Berlín, que ha sido calificada por la Comisión de “irresponsable” por “abrir la caja de Pandora”, lo más probable es que los Veintisiete acaben cediendo a las presiones de la canciller Angela Merkel y acepten una “minireforma” del Tratado, informaron fuentes diplomáticas.
Los cambios se limitarán convertir en permanente el fondo de rescate de 750.000 millones de euros creado el pasado mayo para los países con problemas para refinanciar su deuda, y que caduca en tres años. Para ello, los líderes europeos encargarán al presidente permanente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, que presente propuestas en marzo de 2011.
La posible nueva reforma del Tratado centrará un Consejo Europeo en el que los jefes de Estado y de Gobierno ratificarán, pese a las críticas del Banco Central Europeo (BCE), el nuevo sistema de sanciones para los países con déficit y desequilibrios excesivos, que suaviza las propuestas originales de Bruselas. Y pedirán que las propuestas legislativas para llevarlas a la práctica se aprueben como muy tarde en verano de 2011.
El presidente del BCE, Jean-Claude Trichet, que estará presente en la cumbre, era uno de los más duros defendiendo sanciones estrictas y se ha negado a suscribir el acuerdo alcanzado la semana pasada por los ministros de Economía de la UE.
La reforma del Tratado es la contrapartida que ha exigido Alemania a cambio de flexibilizar las sanciones contra los países con déficit excesivo para que su activación no sea automática, como reclamaba Bruselas, sino que dependa de una decisión política de los ministros de Economía de la UE, postura defendida por Francia, España o Italia.
En concreto, Berlín, que obtuvo el apoyo de Francia mediante una declaración conjunta hecha pública en Deauville la semana pasada, reclama cambiar el Tratado para convertir en permanente el fondo de rescate, pero incluyendo además la posibilidad de quiebras controladas de los Estados, algo que tampoco gusta al BCE; y para suspender el derecho de voto en las decisiones de la UE a los países reincidentes en la indisciplina fiscal.
“El nuevo mecanismo de rescate tiene que ser jurídicamente sólido. Ello sólo tendrá éxito si hay un cambio en el Tratado de la UE”, ha repetido de nuevo este miércoles la canciller Angela Merkel en una comparecencia ante el Bundestag.
Sin embargo, la mayoría de los Estados miembros, la Comisión e incluso el presidente permanente del Consejo Europeo, recelan de una nueva reforma cuando hace menos de un año que entró en vigor el Tratado de Lisboa, que tardó 10 años en ver la luz y tropezó durante su proceso de ratificación con referendos negativos en sus diferentes versiones en Francia, Países Bajos e Irlanda.
“¿Se acuerdan de lo que ha pasado con el Tratado de Lisboa? Hemos necesitado 10 años para llegar a este Tratado”, ha resaltado este miércoles la vicepresidenta de la Comisión y responsable de Justicia en rueda de prensa al ser preguntada por la propuesta franco-alemana.
“En mi opinión sería irresponsable abrir la caja de Pandora. No necesitamos abrir cajas de Pandora, necesitamos tomar medidas para actuar rápidamente y evitar que se ponga en peligro a 27 países porque uno u otro tiene un problema grave en la economía”, ha insistido la responsable de Justicia.
La vicepresidenta de la Comisión ha criticado además que Francia y Alemania hicieran públicas sus exigencias en Deauville al mismo tiempo que estaban reunidos los ministros de Economía de la UE para tratar de acordar el nuevo marco de disciplina fiscal. “No me ha gustado mucho lo que ha pasado en Deauville”, ha afirmado. El “diktat” franco-alemán también ha enfadado a los países nórdicos y a Países Bajos, que se han sentido traicionados por Alemania.
España, por su parte, considera que abrir ahora un debate sobre la reforma institucional, teniendo en cuenta que acaba de entrar en vigor el Tratado de Lisboa y el actual contexto de crisis económica, “no parece lo más recomendable”. Sin embargo, el Gobierno mostrará una “actitud constructiva” porque siempre ha defendido la necesidad de contar con los mecanismos necesarios para hacer frente a situaciones de crisis, según ha explicado la nueva ministra de Exteriores, Trinidad Jiménez.
MINIREFORMA.
Para dar satisfacción a Alemania, los Veintisiete se inclinan por una “minirreforma” del Tratado limitada exclusivamente a la cuestión del fondo de rescate para la eurozona. Como se interpreta que ello no supone una cesión de poderes de los Estados miembros a Bruselas, los cambios se podrían tramitar mediante un procedimiento simplificado que no requiere una Convención previa, como quiere el Parlamento, sino únicamente una decisión del Consejo Europeo por unanimidad. Esta reforma no exigiría probablemente referéndum en Irlanda sino únicamente ratificación parlamentaria.
Para emprender esta vía, es necesario que Alemania renuncie a su demanda de suspender el derecho de voto, que España también rechaza, porque este cambio no se podría tramitar de forma simplificada. Y persiste la incógnita de la posición que adoptará Reino Unido, que a priori no se opone porque los cambios no le afectarán, pero podría condicionar su apoyo a un recorte del presupuesto de la UE o al mantenimiento del 'cheque británico' en las próximas perspectivas financieras.