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El dinosaurio sigue ahí

José A. Alemán

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No sé cómo bautizar esto que escribo. No se me ocurre un título que diferencie mis paridas de las columnas serias impresas en papel, como Dios manda. Ando como gallina sin nidal desde que la vieja tipografía cogió puerta y con ella palabros entrañables. Como “galerada”, por ejemplo, de la que vine a saber qué cosa era el día en que el consejero delegado de mi empresa de entonces ordenó que le llevaran a su despacho ciertas galeradas y pude comprobar, al fin,  que nada tenían que ver con huelgas de linotipistas, ni con Ben-Hur y los zurriagazos de mentirijillas a Charlton Heston disfrazado de galeote. Fue mi primera intención dejar de escribir y complacer a los médicos que atribuyen mis sofoquinas y frecuentes erupciones de granos con la adicción al seguimiento de la política canaria. Tenía ganas de alejarme del oficio y eso hice pero, ya ven, la cabra siempre tira al monte y aquí estoy.

Pero a lo que iba: propuse llamar esto La Corte de los Enanos, pero lo rechazaron en principio porque alguien advirtió que podía haber por ahí alguna asociación de personas bajitas que se dieran por ofendidas. Me creerán si les digo que ni ocurrírseme porque me lo sugirió un texto de Augusto Monterroso titulado Estatura y Poesía que viene a ser, presumo, una réplica a Eduardo Torres que había escrito, por su parte, que los enanos tienen una especie de sexto sentido que les permite reconocerse a primera vista”.

Monterroso no perdió la ocasión y le dedicó al asunto un texto en el que tras informarle de que él sin empinarse mediría “fácilmente un metro sesenta”, le recordó que los centroamericanos no han sido favorecidos por estaturas extremadamente altas. Y escribió: “La verdad es que la miseria y la consiguiente desnutrición, unidas a otros factores menos espectaculares, son la causa de que mis paisanos y yo estemos todo el tiempo invocando los nombres de Napoleón, Madero, Lenin y Chaplin cuando por cualquier razón necesitamos demostrar que se puede ser bajito sin dejar por eso de ser valiente”. Y añade: “La desnutrición, que lleva a la escasez de estatura, conduce, nadie sabe por qué, a la afición a escribir versos”. Se dice nuestro autor tan convencido de esta relación que, asegura, “si Rubén Darío llega a medir un metro noventa la poesía en castellano estaría aún en Nuñez de Arce”. Con la excepción  de Julio Cortázar, “¿cómo se entiende un poeta de dos metros? ”

El dinosaurio todavía estaba allí

Las citas a Monterroso las tomé de El Paraíso imperfecto. Antología tímida que asegura en su última página que “Cuando este libro se terminó de imprimir en 2013, el dinosaurio todavía estaba allí”. Por su parte, García Márquez dijo de Monterroso: “Hay que leerlo manos arriba. Su peligrosidad se funda en la sabiduría solapada y la belleza mortífera de la falta de seriedad”

Viene todo esto a cuento de la chamolona que se han montado los dos matutinos grancanarios a cuenta de la intención del Cabildo grancanario de comprar los terrenos de Amurga a familiares del presidente de Nueva Canarias, Román Rodríguez. Mucho habría que decir de este asunto que lleva años en el punto de mira cabildicio para incluirlos en el parque natural, idea que no acaba de cuajar. Ya en 2005 el Cabildo le puso el ojo a Amurga para incorporarlo a la propuesta que hiciera en la XII Jornadas Forestales de Gran Canaria el doctor en Biología Francisco Javier Sosa Saavedra para crear, con la inclusión de Amurga, el Parque Nacional de las Tirajanas. Una idea que no acaba de cuajar y alguien debería explicar la razón o las razones de que no salga adelante trabada en esa partida de ping pong que se traen los dos matutinos grancanarios. Durante semanas y casi cada día La Provincia le ha dedicado grandes espacios en primera página poniendo especial énfasis en Román Rodríguez. Dudo mucho que sea la cercanía de las elecciones el único móvil y no haya alguien vislumbrado algún negocio para lo que necesita amigos en las instituciones. Yo, desde luego, no sé a qué carta quedarme porque toda la tinta que ha corrido poco aclara. Tan poco que el alcalde de San Bartolomé, Marcos Aurelio Pérez, asegura que en Amurga no están a gusto ni los lagartos. Como podrán ver es cultura lo que le sobra a la clase política. No sé, repito, qué hay detrás de todo esto pero mucho nos equivocaríamos si pensáramos que la disputa se debe a la pugna política, al intento de arrebatarle a Morales el gobierno de la corporación insular no porque lo haga bien o mal sino porque es un obstáculo vayan ustedes a saber para quien y para qué. Y como ya es habitual en la vida política grancanaria, los vistos y no vistos de José Manuel Soria que, por lo visto, que en sus días de presidente del Cabildo le hizo a la ex alcaldesa de Tejeda el mismo favor que ahora, según el PP y afines, trata de hacerle Morales a Román Rodríguez. Tienen los peperos una cara que se la pisan. Por lo demás habrá que esperar a que se aclaren las cosas para opinar

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