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Una tradición que se abre: Saray y Gara, las primeras mujeres en bailar la danza de Los Enanos

22 de julio de 2025 10:33 h

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Por primera vez en la historia, dos mujeres, Saray y Gara, han bailado la polca de Los Enanos en La Palma. Y aunque pudiera parecer un pequeño gesto para algunas personas, es, en realidad, un hito sin precedentes. No solo para la Bajada de la Virgen, sino para todo un imaginario cultural que, durante más de un siglo, excluyó la participación femenina en uno de sus rituales más emblemáticos.

La noche del jueves 10 de julio de 2025, Saray y Gara modificaron la historia cultural de La Palma, dentro del marco de la Bajada de la Virgen de las Nieves, dejando una huella profunda en la sociedad palmera. Además, su participación no representa únicamente un giro en el paradigma cultural, sino también —y sobre todo— en el social.

Hasta ahora, esta hermosa tradición perpetuaba la idea de que lo tradicional debía mantenerse incluso a costa de la exclusión, como tantas otras expresiones culturales en el mundo. La presencia de dos mujeres en la danza rompe con más de un siglo de exclusividad masculina, y no solo transforma su carga simbólica, sino que supone un reconocimiento pleno de los derechos culturales y sociales de las mujeres. Hablamos de los derechos a participar, disfrutar y habitar las tradiciones en igualdad de condiciones, sin que el género o el sexo sean criterio de exclusión.

Este gesto histórico no solo impulsa una mayor equidad de género en el ámbito cultural, sino que contribuye a visibilizar la presencia de las mujeres en la vida pública, evitando relegarlas a un papel secundario. Porque si bien hasta el momento no habían podido danzar, su participación en la tradición ha sido siempre fundamental: han sido fundamentalmente las madres, abuelas, tías, hermanas, parejas y amigas quienes han confeccionado los hermosos trajes, apoyado el proceso creativo y acompañado con cariño a quienes bailaban. Asimismo, recordemos que hace ya 15 años, por primera vez también como mujer, la artista palmera Marta Rodríguez Cabrera crearía desde cero una de las caretas para su hermano, Daniel, enano número 10, que además este año la volvería a lucir.

Hasta ahora, esta norma no escrita —pero patriarcal y firme— anulaba cualquier posibilidad de participación femenina. Así, para muchas niñas y mujeres palmeras, ver a Saray y Gara bailando este año ha sido un acto inspirador, empoderador. Porque la representación importa: ver a alguien como tú en un espacio del que siempre estuviste excluida deja una huella profunda. Y ellas lo hicieron con una elegancia hipnótica y una sonrisa infinita que transmitía orgullo, satisfacción y sentido de pertenencia.

No deja de ser simbólico que sus nombres acompañaran este momento histórico. Gara, de origen aborigen canario, significa roca, cimiento, pero también princesa. Saray, de origen hebreo, también significa princesa. Dos nombres que evocan fuerza, nobleza y raíz. Dos mujeres que, en un año en que la temática de Los Enanos giraba en torno a los reyes, se alzaron como figuras centrales de un relato que, al fin, empieza a abrirse a todas. Saray y Gara no solo bailaron: reclamaron, sin palabras, un espacio simbólico que les había sido negado. Su presencia fue un acto de justicia, pero también de belleza.

Porque la tradición no se rompe cuando se abre: se engrandece.

Por eso, su participación no debe verse como una ruptura, sino como una oportunidad para crear una historia cultural más rica, diversa e inclusiva. Lo que da valor a una tradición no es su rigidez, sino su capacidad de representar a toda la comunidad que la hace posible. Este paso no solo rompe con una exclusión silenciosa, sino que lanza un mensaje claro: las mujeres también forman parte del alma de nuestras fiestas, y merecen ocupar el centro de la escena. Porque una tradición que no evoluciona, se fosiliza. Pero una tradición que se abre, se fortalece.

Gracias, Saray y Gara, por abrir camino. Que esta polca sea solo el comienzo de muchas otras danzas compartidas.