El semáforo de riesgo volcánico se mantiene amarillo en La Palma al subsistir “determinados riesgos para la población”

La Palma Ahora

Santa Cruz de La Palma —
25 de diciembre de 2025 11:43 h

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Hace justo ahora cuatro años, en concreto el día de Navidad de 2021, el Comité Científico del  Plan Especial de Protección Civil y Atención de Emergencias por Riesgo Volcánico de Canarias (Pevolca), dio por terminado el proceso eruptivo del Tajogaite, iniciado el 19 de septiembre del citado año. El volcán paró su actividad el 13 de diciembre, pero el referido órgano científico esperó 12 días para confirmar de forma oficial el  cese de actividad.

Pese a que se dio por concluida la emanación de lava en la citada fecha, en La Palma se mantiene el semáforo de riesgo volcánico  en nivel amarillo.

El Instituto Volcanológico de Canarias (Involcan), al efecto, actualiza semanalmente dos partes volcanológicos, denominados Guayotas, uno de La Palma y otro de Tenerife, “relacionados con la monitorización de la actividad volcánica”. Mientras el de Tenerife está en verde, el de La Palma se mantiene en amarillo“ porque ”subsisten determinados riesgos para la población, como los derivados de las emanaciones de dióxido de carbono (CO2), la inestabilidad de algunas zonas del terreno afectado por las coladas y las elevadas temperaturas existentes, inherentes a la propia dinámica post eruptiva“, explica el Gobierno de Canarias en su web.

Por otro lado, en los últimos 90 días, en la isla, la red de vigilancia volcánica del Instituto Geográfico Nacional (IGN) ha localizado 26 movimientos sísmicos.

En consideración del riesgo volcánico, informa en el Gobierno de Canarias, se ha establecido a nivel mundial un sistema de alerta a la población basado en la selección de cuatro colores: verde, amarillo, naranja y rojo. “Es el llamado semáforo volcánico, que permite a la población adoptar ciertos comportamientos desde el punto de vista de la Protección Civil”, añade.

Una vez finalizada la actividad eruptiva, añade, “se mantiene el semáforo en amarillo porque subsisten determinados riesgos para la población, como los derivados de las emanaciones de dióxido de carbono (CO2), la inestabilidad de algunas zonas del terreno afectado por las coladas y las elevadas temperaturas existentes, inherentes a la propia dinámica post eruptiva”.