“Este virus me ha marcado para siempre, no volveré a ser la misma”
Es muy exigente, tiene un elevado compromiso social y se deja la piel cuando asume una responsabilidad. Mercedes Coello, gerente del Hospital General de La Palma, reconoce que el virus que ha paralizado el mundo y que ha causado ya más de 400.000 muertes a nivel planetario, “me ha marcado para siempre, no volveré a ser la misma”. La lucha contra la COVID-19 ha sido dura. “He perdido el sueño, he tenido momentos de ansiedad, de sentir sobre mí el peso de la responsabilidad, pero me ha ayudado a crecer como persona, y, sobre todo, me ha enseñado a ver el valor de un equipo por encima de personalismos”.
-Ni en sus peores sueños podría haber imaginado que iba a estar al frente de la sanidad palmera en una pandemia que ha paralizado al mundo
-Exactamente, ni en el peor de mis sueños podía imaginarme nunca que podría estar al frente de una pandemia en un momento como este, pero creo que ni yo, ni ningún gerente de ningún hospital del mundo. Esta situación no era esperada, ni nadie pensaba que pudiera ocurrir, ni entraba dentro de nuestras posibilidades, pero ha ocurrido y hay que apechugar con ello.
-¿Cuál es la causa de que La Palma sea la segunda isla de Canarias en tasa de contagios?
-Con sinceridad, no pienso que La Palma sea la segunda isla en contagios. Probablemente, sea la segunda isla que ha detectado más casos positivos de COVID-19, que no tiene nada que ver con ser la segunda isla en contagios. La tasa aproximada de contagios debe ser similar en todas las islas, lo que pasa es que en unas buscamos con mayor ahínco y hacemos mayor cantidad de PCR, y al hacer más, comparado con el número de población, pues hay más posibilidades de que encontremos. Y eso es lo que ha pasado, que hemos buscado, buscado y hemos encontrado.
-¿Qué nota le pone a los profesionales sanitarios de la Isla que han luchado y luchan contra el virus?
-A los profesionales de La Palma, como a los de todo el mundo, como a los de toda España, hay que ponerles matrícula de honor, porque tampoco ellos estaban preparados ni listos para una situación de estrés como la que estamos viviendo, de agobio, de sensación de vulnerabilidad. Sin embargo, esta es nuestra profesión y ellos, todos, lo han afrontado con una valentía y un arrojo impresionante. La nota debe ser matrícula de honor.
-¿Temió en algún momento un colapso en la UCI?
-Sí, hubo una mañana en la que pensamos que la UCI podía colapsar, porque la dividimos en dos partes, una COVID y otra no COVID, con cinco camas para cada una, y hubo un momento en que estaban ocupadas las cinco. Sí temimos que teníamos que abrir la zona de expansión, que pensábamos colocar en la URPA, en la zona de postanestesia, pero no ocurrió, aunque sí tuvimos ese temor durante días.
-¿Cuál ha sido el peor momento que ha vivido en esta crisis sanitaria?
-El peor momento no lo sé. Ha habido muchos peores momentos. A medida que iba transcurriendo la pandemia ha habido malos momentos, y peores. Pero, probablemente, el peor fue cuando, como persona, empezaron los fallecimientos. Eso me dejó muy marcada. También hubo momentos de prisa y de corre corre cuando determinamos que había un viaje del Imserso cuyos integrantes podían estar contagiados en su totalidad y tuvimos que ir a la búsqueda activa de las personas. Ese fue también un momento de miedo, de temor, que no de pánico, porque nos obligaba a actuar y actuamos.
-¿Y el mejor?
-El mejor ha durado muy poco y fue cuando empezaron a acumularse los cero contagios, periodos que han llegado a ser de 10, 11 o 12 días, pero, en un momento determinado, con el aumento de abanico de la detección de PCR por parte de los laboratorios privados y los screaming que se estaban realizando en las empresas, o incluso los viajeros que llegaban de otras partes de la Península, han vuelto a aparecer los positivos y todo esto ha dado como consecuencia que volvamos a estar en la situación de indefinición, de no saber qué puede ocurrir. Creo que esto va a seguir así a lo largo del tiempo. Antes sí pensaba que podíamos llegar a tener cero casos, pero ahora con la movilidad difícilmente lo veo. Vamos a seguir buscando para aislar, que es lo que tenemos que hacer porque este virus ha venido para quedarse.
-¿Se ha sentido arropada en su gestión?
-He contado con todo el apoyo del Servicio Canario de Salud (SCS), de todos los profesionales al cien por cien, desde Atención Primaria hasta las especialidades del Hospital. Lo que ha habido son comentarios malintencionados de gente totalmente sin conocimientos de la pandemia ni de su gestión, pero no han supuesto ningún entorpecimiento, simplemente, me han ayudado a ver la realidad de lo que ocurre fuera.
-¿Cuál es su principal preocupación en la nueva normalidad?
-Mi preocupación es que esta nueva normalidad no es la de antes. A partir de ahora habrá que convivir con un virus, que, probablemente, bajará su virulencia, pero todo hace apuntar a que en otoño volverá a presentar su peor cara y tenemos que estar preparados para ello y convivir con él. Por tanto, ahora lo que tenemos que hacer es pescar casos y aislar para evitar que las personas que son portadores asintomáticos, incluso los que tienen síntomas, lleguen a evolucionar y a ponerse graves. Eso es lo que tenemos que hacer, seguir trabajando para evitar la propagación y la mortalidad.
-¿Qué huella le deja la COVID-19 en su trayectoria profesional y en su vida personal?
-Este virus, como persona y profesionalmente, me va a dejar marcada para siempre, no volveré a ser la misma. He perdido el sueño, he tenido momentos de ansiedad, crisis, no de pánico, pero sí de verdadero miedo, de saber que asumía demasiada responsabilidad, de sentir sobre mí el peso de tantísimas cosas, pero todo esto te ayuda como persona a crecer. Indudablemente, a ver el valor de un equipo por encima de los personalismos y la capacidad de entrega que mucha gente ha puesto al servicio de la cura y del tratamiento de la COVID. Mucha, mucha gente, porque esto no es un trabajo que pueda acometerlo una sola persona, este es un trabajo de equipo.
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