Julio Cuenca

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La Cueva de La Virgen, en Tara, en realidad es un almogarén y observatorio astronómico de los antiguos canarios del Guanartemato de Telde. Este extraordinario monumento de los canarios ancestrales, que venimos estudiando desde hace varios años, había permanecido oculto, en cuanto a su verdadero significado. Se trata de un dispositivo orientando astronómicamente para el control de la llegada de las estaciones (solsticios y equinoccios) que, junto con el seguimiento diario de la luz solar proyectada en su interior, permitía la elaboración de un calendario absolutamente preciso: desde donde controlar los ciclos agrícolas y la celebración de los rituales propiciatorios relacionados de aquellos.

Con este este extraordinario monumento ocurrió algo parecido a lo que sucedió con la Cueva Almogarén de Artrevigua, el templo perdido de los canarios,. Durante siglos había permanecido oculto, como un simple pasajero, en el poblado abandonado de Risco Caído, en Barranco Hondo, municipio de Artenara. Todavía recuerdo la sensación que me produjo entrar en el interior de aquella oscura cámara, al abrir una pesada puerta de tea y verme dentro de aquella cámara excavada, cuya forma nunca había visto hasta ese momento. Me di cuenta que aquella portentosa arquitectura fue construida para algo muy importante, como luego pudimos demostrar, cuando realicé la investigación arqueológica del lugar.

Pero volviendo al tema del uso de la Cueva de Tara. Como ermita o capilla para rendir culto a una imagen del S.XVII de la Virgen de La Candelaria, consideramos que la utilización de esta Cueva no debió ser una tradición muy antigua, porque cuando Hernández Benítez, el cura historiador de Telde, la visita por primera vez a mediados de los años 30 del siglo XX, nada dice del uso que pudiera haber tenido esa cueva como capilla, mucho menos en ese momento, y es extraño, porque en su obra publicada en 1958 sobre la historia de Telde, donde dedica varias páginas a la práctica totalidad de las ermitas de los municipios de Telde y Valsequillo, nada dice sobre esta supuesta capilla troglodita. Y no creemos que haya silenciado ese dato de haber sido cierto.

Sabemos que la orden Franciscana funda un convento en el barrio de San Francisco de Telde, al principio del siglo XVII; en 1610 dicen la primera misa en la vieja ermita de Santa María de La Antigua. Y ya entonces se estaba fabricando el convento con su iglesia, pasando dicha imagen una talla pequeña de barro cocido, que había sido hallada en torno a 1500 por un pescador en una cueva de Taliarte. 

Una vez el Convento construido, la orden recibió autorización para crear capillas y ermitas por el territorio de Telde, y puede que en Tara construyeran una de esas capillas, aunque no hay documentos sobre ello, o puede que lo más probable, de haberse fundado, que aprovecharan algunas de las grandes cuevas artificiales que allí se encontraban. La Cueva-Almogaren de Tara perdió su uso original se había perdido desde el momento en que la isla es conquistada y las antiguas instituciones político-administrativa y religiosas son eliminadas y prohibidas, en especial en todo lo relativo a las creencias y prácticas religiosas no cristianas.

Sin embargo, pudo haber sido el lugar elegido: la tradición pudiera haber señalado esa cueva como uno de los lugares de culto principales de los canarios de Telde, y la fundación de una capilla cristina sobre un lugar de culto pagano, era una buena ocasión para fundar allí esa capilla; no obstante, nada se sabe sobre el tema, porque no se han encontrado documentos que lo confirmen. 

Por información recibida del historiador y cronista oficial de Telde, Antonio González Padrón, sabemos que los Rodríguez Quetler, propietarios de fincas en Tara, suegros de Matías Vega Guerra, en el año 1931, ante la situación política del país, se llevaron la imagen de La Candelaria para su vivienda de Las Palmas y solo se trasladaba a Tara por la fiesta de Las Antorchas, el 15 de Agosto. Dicha imagen se paseaba por Tara hasta la vivienda que los Rodríguez Quetler tenían en lo alto de Tara, donde luego, a principio de la década de los 60, financiada por Matías Vega, y con diseño de Néstor Álamo, se construyó la actual iglesia de Tara, donde se encuentra la imagen de la virgen de La Candelaria, y donde están enterrados el mencionado Matías Vega y su mujer. 

En cualquier caso, lo que si resulta evidente es que cuando el cura presbítero de Telde, Pedro Hernández Benítez, la describió por primera vez a mediados de los años 30 del siglo XX, este extraordinario monumento no tenía nombre. De ahí que el referido cura la denominara la Cueva de Los Guayres, al considerar esta construcción subterránea como una especie de palacio digno de los consejeros militares y administradores del territorio que conformaba el Guanartemato de Telde. Por eso resulta cuanto menos extraño que si la cueva hubiera sido utilizada como una ermita cristiana, aunque fuera en el pasado, este autor no lo hubiera mencionado, máxime siendo cura y además autor de una obra sobre la historia de Telde. Cuando le pregunté al historiador y cronista de Telde Antonio Gonzalez sobre esta cuestión, me comentó que, en su opinión, Hernandez Benitez pudo haber ocultado esa información porque nunca estuvo de acuerdo que se le pidiera culto a la virgen en una cueva de los aborígenes canarios. Este dato no encaja bien con la idea que se tiene del trabajo riguroso de un historiador, como el presbítero de Telde, que es capaz por prejuicios, de ocultar una información relevante para su estudio histórico de Telde.

En cualquier caso, en la capilla que pudo haberse fundado en Tara, en un momento no determinado, pero en todo caso siempre a partir de segunda o tercera década del siglo XVII, los franciscanos depositaron una imagen de la virgen de la Candelaria, una talla de vestir, imagen del siglo XVII, que ahora se encuentra en la Iglesia de Tara. Por documentos de mitad del siglo XIX sabemos que la talla de la Virgen se encontraba en una cueva y que “eso no era decente”, por lo que se pedía que fuera trasladada a una iglesia. Suponemos que pudo haber permanecido en esa cueva durante un tiempo, o puede que se custodiara en casas particulares o en el propio convento franciscano y que fuera llevada a la Cueva-Capilla solo en determinados días al año, coincidiendo con la festividad de La Candelaria.

El interior del templo astronómico de Tara

La Cueva-Almogaren de Tara, (Tara.C01) presenta una estructura interior absolutamente original, que no hemos visto en ningún otro sitio arqueológico, pero que sí tiene una cierta semejanza, en parte, con la Cueva del Faycag ( Cueva del Rey ), situada a escasos 100 m. Al noreste de la Cueva C01. 

A la Cueva se accede por un solo hueco de entrada, precedido por un túnel de unos 3 m. de largo, por 2 de ancho y 1.80 de alto, que da acceso a la primera cámara de Almogarén.

La cámara principal que constituye la planta baja del Almogarén, tiene forma de una figura de tendencia cilíndrica, la base es circular, de 6 metros de diámetro, las paredes están labradas para que adopten una forma curvada que sostienen el techo a más de 5.70 metros de altura, que es de tendencia abovedada, aunque bastante irregular. El suelo fue labrado para nivelarlo, presenta además una treintena de cazoletas excavadas, que ocupan gran parte de su superficie, aunque sobre todo se concentran en la parte central. Todas Las cazoletas o cúpulas son de tendencia circular y tienen diferentes tamaños y profundidades. 

A la altura del techo abovedado, se abre un óculo, un orificio labrado con forma redondeada por donde entra La Luz solar en el interior del templo, especialmente en la cámara profunda del nivel dos. Este óculo está excavado y orientado a 90º E, de forma intencionada y calculada, para que juegue un papel determinante en la entrada de La Luz dentro de la cueva, de lo que trataremos más adelante. También entra la luz solar por el único hueco de acceso al interior de la Cueva. Se trata de una luz rasante, que adopta la forma rectangular alargada del hueco de la puerta, y que cambia de dirección, iluminando así distintos grupos de cazoletas según que época del año.

A 2.80 metros de altura, desde el suelo, en la pared Oeste de la cámara baja del templo, se excavó una segunda cámara de tendencia rectangular, que se proyecta en dirección de E-W, mide 11.22 metros de largo por 4.70 metros de ancho y 2.13 metros de altura máxima. Para acceder a ella no existen peldaños labrados en la toba, pero hemos encontrado un orificio pequeño abierto en la base de la boca de entrada a esta segunda cámara, que pudo haberse utilizado para pasar una cuerda gruesa que serviría para salvar el desnivel entre los espacios. La boca de entrada a esta segunda cámara es de tendencia trapezoidal, más ancha en la base que en la parte superior. Este hueco,es más grande incluso que la puerta de acceso al interior de la Cueva. Un reborde tallado sobresale en la base de esta quedad, que además esta remarcada por el exterior, y que aparentemente parece un elemento decorativo, pero que creemos representan los labios vulvares de que dan acceso a la vagina y el útero de la Madre Tierra, porque este templo ha sido diseñado de tal manera que la luz solar penetra en esta cámara superior fertilizándola, solo en este espacio, los días previos la llegada de los Equinoccios que es cuando la hierofanía solar alcanza su máxima expresión.

Sobre la base de la investigación arqueológica que venimos realizando desde 2014, sin apenas recursos, podemos decir que la cueva C01 de Tara, fue un almogarén y observatorio astronómico de los antiguos canarios de Telde. Este extraordinario dispositivo concebido y excavado en la toba volcánica, guarda ademas una estrecha relación con el templo astronómico de Artevigua, en Risco Caído, perteneciente al guanartemato de Gáldar. Ambos dispositivos probablemente, salvo nuevos hallazgos, constituyen hoy por hoy los principales dispositivos o templos astronómicos subterráneos de los antiguos canarios. Cuando hablamos de templos astronómicos, nos estamos refiriendo a construcciones que fueron diseñadas, construidas y orientadas intencionadamente hacia determinados eventos astronómicos, equinoccios y solsticios, fundamentalmente, cuya luz solar lograron introducir en el interior de estos templos, para que proyectaran en su interior formas lumínicas (imágenes) que se desplazaba por las paredes interiores de los templos, bañando con su luz ciertos grabados rupestres que servían de marcadores, para conocer en todo momento en que época y día del año se encontraban. 

En 2014, coincidiendo con el solsticio de verano, regresé, después de muchos años, a la Cueva de Tara (entonces trabajaba en el almogarén - templo astronómico de Artevigua). Acudí durante el solsticio de verano para comprobar si, tal como sospechaba, esta construcción subterránea era no solo un almogarén o templo de los antiguos canarios, lo que tuve claro cuando la visite por primera vez en 1982, sino que al mismo tiempo había sido un observatorio astronómico, como el de Artevigua, construido por los sacerdotes-astrónomos canarios, para hacer un seguimiento preciso de los ortos solares y lunares, a lo largo del año, lo que les permitiría un control preciso del paso del tiempo y poder así confeccionar un calendario igualmente preciso, mediante el que organizar las actividades sobre todo agrícolas y los rituales propiciatorios, relacionados con la fertilidad de la madre Tierra. Aunque tuvieran observatorios astronómicos de superficie, los más importantes sin duda eran los dispositivos subterráneos, de los que nada se sabia hasta hace muy poco tiempo, cuando descubrimos el templo astronómico de Risco Caído y empezamos a estudiar el asombroso mecanismo de funcionamientos de estos instrumentos astronómicos, mucho más precisos, donde no cabe el margen de error, porque estaban construidos con tal precisión que lograban meter dentro del templo los primeros rayos del Sol apenas salía por el horizonte, en las fechas de los los equinoccios y solsticios. 

 ¿Qué función cumplió esta cueva en el contexto de la cultura de los antiguos canarios? Por qué se construyó con esa forma tan extraña? Desde luego en base a su peculiar arquitectura y geometría, no pudo ser en origen una vivienda, más bien me inclinaba por pensar que se trataba de un almogarén. Las cazoletas excavadas en el suelo y la forma del hueco de entrada de la cámara superior, que parecía representar una vagina dilatada, me daba pistas para pensar en una construcción diseñada y dedicada a la práctica de rituales relacionados con la fertilidad de la madre tierra. Esa hipótesis de partida se confirmó cuando en 2014, en el marco de la investigación arqueológica que vengo dirigiendo en el complejo cultual de Risco Caído, volví a Tara para estudiar este monumento de los canarios, que siempre interpreté como un almogarén, pero que no asociaba con un observatorio astronómico, hasta que se produjo el hallazgo de Artevigua, el Templo Perdido de de los canarios, en Risco Caído. Y comprendí entonces, tras años de estudio y observación, que estábamos ante algo extraordinario, totalmente desconocido hasta entonces, como era aquel dispositivo diseñado y construido para permitir la entrada de la luz solar entre el equinoccio de primaveras y el de otoño, y con la luz polarizada de las lunas llenas, entre el equinoccio de otoño y el de primavera.   

Para determinar el significado del observatorio astronómico de la Cueva Tara empleamos la misma metodología de estudio y análisis de datos que el que aplicamos en el templo astronómico de Risco Caído. Esto es la observación directa y continuada en el tiempo, de las salidas del sol a lo largo del año y su incidencia en el interior del templo. Fue necesario, además del trabajo de observación directa, metodología esencial en los estudios de arqueoastronomía de campo, para poder documentar con imágenes la entrada de la luz solar por el óculo, situado en el techo de tendencia abovedada, la formas que adopta dichos rayos de luz, cuando se proyectan en el interior de la cueva, según que época del año, etc..., y el recorrido que hace por las paredes y suelo. 

Pero además se tomaron datos de la orientación, tras el levantamiento fotogramétrico del templo, desde su interior, concretamente desde el fondo de la cámara superior, hacia el óculo por donde entraba la luz. Se tomaron lecturas hacia varios puntos de la línea recta obtenida al subtender dicho óculo. En concreto se tomaron tres lecturas, en los extremos y en medio de la referida línea. La toma de datos con aparatos de precisión, desde el fondo de la cámara superior apuntando al Óculo, en los puntos antes referidos permitiría llegar a las siguientes conclusiones.

El Óculo visto desde el fondo de la cámara superior (desde ahí el óculo subtiende los valores) dejaría entrar la luz del sol a la salida solo en fechas muy cercanas a los equinoccios (de 13 a 25 de Marzo y de 18 de Septiembre a 1 de Octubre /aproximadamente), lo cual de nuevo dada la geometría  del sitio es muy interesante. Y esa parte del fondo del nicho debería iluminarse para las fechas entre el 13 y 25 de Marzo y del 18 de septiembre al 1 de octubre. Los laterales se podrán iluminar en fechas correspondientes. 

Las paredes de la cámara superior se iluminan con la luz del sol, comenzando por lado norte desde el 1 de marzo y dura hasta el 13 de octubre. El eje está orientado equinoccialmente y el fondo se iluminaría según lo dicho arriba. El lado sur se empieza a iluminar desde finales de marzo  hasta casi el solsticio de verano. O dicho de otra manera, la cámara superior quedaría posiblemente a oscuras en las fechas cercanas al solsticio de verano. Una vez pasado este período cercano al  solsticio (principio de julio) el lado sur se volvería a iluminar, hasta que en fechas cercanas al equinoccio de otoño vuelve a  iluminarse el fondo y el lado norte deja de iluminarse hacia mediados de octubre. Las fechas que aportamos son valores para hoy en día y pueden tener un error de un par de días arriba o abajo.

Pero si lo que sucede con el recorrido de la proyección de la luz solar en el interior de la cámara superior del templo astronómico de Tara, está comprobado en base a la observación directa y por los cálculos astronómicos realizados, siendo probablemente durante los equinoccios, es uno de los eventos astronómicos más impresionantes y significativos, porque la luz del sol entra por el centro del óculo, proyectando su forma redondeada en la pared del fondo de la cámara superior, iluminando toda la cámara mientras el resto del templo permanece en penumbras.

Esto provoca una hierofanía sobrecogedora, porque los rayos de luz solar durante los equinoccios “fertilizan” a la Madre Tierra representada aquí, en el templo de Tara, como un útero precedido por una vagina dilatada, tras el parto o mejor tras el coito. Así, el profundo túnel, que representa el útero, queda totalmente iluminado, y sobre la pared del fondo, en la parte excavada, se proyecta la luz solar, que al pasar por el óculo, adopta su forma de tendencia circular, para seguidamente, desplazándose por el suelo de la cámara, terminar apareciendo por la base de la boca de entrada, desbordándose hacia el exterior, deslizándose por las paredes bajo dicha entrada hasta desaparecer como un punto sin tocar el suelo de la cámara baja del templo.

Ya señalamos que las paredes de la cámara superior se iluminan con la luz del sol, comenzando por lado norte desde el 1 de marzo. El eje está orientado equinoccialmente y el fondo se iluminaría según lo dicho arriba. El lado sur se empieza a iluminar desde finales de marzo hasta casi el solsticio de verano. O dicho de otra manera, la cámara superior quedaría posiblemente a oscuras en las fechas cercanas al solsticio de verano. Una vez pasado este período cercano al solsticio (principio de julio) el lado sur se volvería a iluminar, hasta que en fechas cercanas al equinoccio de otoño vuelve a  iluminarse el fondo y el lado norte deja de iluminarse hacia mediados de octubre.

Mediante el trabajo de campo -que consistió en la observación y documentación en el interior del templo de la entrada de la luz solar poco después del amanecer- que llevamos a cabo en días determinados, durante casi todos los meses a lo largo del año, logramos establecer como es el recorrido de las formas que proyecta la luz solar, al atravesar el óculo, según que momento, por el interior del templo, desde el momento de su primera proyección hasta que desaparece sobre las paredes o el suelo del templo. 

Aunque la investigación arqueológica continúa, estamos seguros de que Tara es otro templo astronómico como el de Artevigua y que fue diseñado y construido para conocer con precisión el momento en que se iniciaba los equinoccios de primavera y otoño y la llegada del solsticio de verano. No así el de invierno, cuando la luz del sol ya no entra en el interior del templo; entonces como en Artevigua, serán las lunas llenas de octubre a febrero las que les irían marcando el paso del tiempo.

Queda mucho por investigar, pero podemos asegurar que Tara era un mecanismo que, además de servir para la elaboración y ajustes de un calendario civil, también fue construido para marcar los momentos de la celebración de rituales propiciatorios relacionados con la fertilidad. Por eso Tara es también una representación del útero de la Madre Tierra. Conmueve estar ahí dentro de este templo y sentir la hierofanía solar que se produce durante los equinoccios de primavera y otoño.

Pero el templo astronómico de Tara también es una cápsula del tiempo porque aún sigue funcionando tal y como lo concibieron sus antiguos constructores, que querían contar con un mecanismo que les permitiera elaborar un calendario mediante el cual llevar un control del cómputo del tiempo, con el que regular sus actividades económicas de subsistencia o actividades sociales, pero sobre todo también las de carácter religioso y ritual.

Un calendario para el tiempo de lo profano y para el tiempo de lo sagrado de los rituales. Así, aun hoy en día, el templo astronómico de Tara, como un autómata, sigue funcionando, señalando con precisión asombrosa la llegada de las estaciones y también el paso de los días. Y es que en su interior continúan proyectándose formas lumínicas creadas artificialmente que se desplazan por las paredes y suelos del templo y cambian de formas según las estaciones y el momento del día.

Pero no solamente servirían para conocer y gestionar el tiempo de lo profano, sino también el Tiempo de lo Sagrado, en base a lo que entendían como hierofanías (manifestaciones de lo sagrado) del mundo de sus creencias y prácticas propiciatorias para garantizar las cosechas, en demanda de lluvia, etc. Según el momento del año las imágenes, como sucede en Artevigua, tienen que ver con la fertilidad, pero en otras ocasiones nos hablan de otros momentos que aun no hemos podido descifrar, rostros de animales, y de seres demoniacos.

Los antiguos canarios no dejaron memoria de sus conocimientos y creencias de forma escrita, pero sí lo hicieron sobre la base de un conocimiento avanzado de los relatos visuales de imágenes en movimiento. Esto es lo que nos tiene fascinados e intrigados y es en lo que estamos trabajando. Pero al menos a miíhace tiempo que se me han venido abajo ideas preconcebidas sobre el primitivismo de la cultura de los antiguos Canarios, tal vez poco comprendida; probablemente como consecuencia de un complejo de etnocentricidad que nos impide aceptar que los canarios fueron capaces de inventar y construir dispositivos y mecanismos como los de Artevigua y Tara, que además de servir para la elaboración de calendarios precisos, también se usaron para transmitir conocimientos y mitos.

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