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EL CRONISTA ACCIDENTAL
Cómo afrontar grandes problemas desde el confort político

El presidente del Gobierno de Canarias, Fernando Clavijo ( Coalición Canaria).

Juan Manuel Bethencourt

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Un discurso escrito en letra Calibri supone en sí mismo una declaración de intenciones. Como mínimo, revela un estado de ánimo y un afán explicativo. Sin duda el maquetista de la pieza oratoria pronunciada por Fernando Clavijo en el Debate sobre el Estado de la Nacionalidad Canaria conectó bien con el momento político del jefe del Ejecutivo, que eludió deliberadamente cualquier tentación sanguínea y optó por un relato templado sobre sus primeros ocho meses al frente del Gobierno. Fue un balance prolijo y algo autocomplaciente, marcado por los mantras de los gobernantes ultramodernos en las democracias actuales: todos son grandes amantes del consenso cuando les toca asumir el poder, porque este clima les ofrece un contexto general mucho más plácido.

El discurso de Clavijo, escaso de propuestas llamativas, aunque algunas hubo, evidenció una curiosa dualidad muy patente en el actual tablero político canario: el presidente autonómico goza de una posición política muy confortable, casi inmejorable, con un socio aquí y otro allá, maniatando a ambos en uno y otro escenario, el canario y el estatal. Esta es la parte buena de su actual trabajo al frente del Ejecutivo, y el líder de CC lo dejó claro con una referencia al “modo canario de hacer política”, varios grados por debajo del que se aprecia en el ámbito estatal. La parte mala del encargo que recibió con su segunda investidura también tuvo un espacio generoso en el discurso del presidente: los problemas de Canarias son muy graves, tienen carácter crónico, llevan mucho tiempo instalados en la sociedad y su solución no resulta nada fácil. Además, nuestras carencias no tienen que ver con la evolución del ciclo económico, porque las Islas hoy no están en crisis, viven un momento de cierta bonanza, y sin embargo a este Gobierno, como al anterior, se le acumulan problemas que no pueden ser resueltos en una sola legislatura. Ni en varias.

Fernando Clavijo citó algunas novedades de implantación cercana a los que atribuyó el rol de ganchos para obtener algunos titulares. Estas se centraron en la política social y sanitaria, dos materias que junto a la vivienda pondrán nota al Gobierno conjunto de CC y PP en el momento procesal oportuno, que aún no ha llegado. La tarjeta digital de discapacidad y el historial médico unificado son elementos propios de un afán modernizador en las políticas públicas, pero son avances que tienen que ver con la gestión, no alcanzan la categoría de hitos estratégicos. En todo caso, con los números de la gestión sanitaria y social resulta prematuro atribuir méritos y culpas a este Gobiernoi. Ese es otro rasgo claro de este Debate sobre el Estado de la Nacionalidad, que llega tan pronto que solo una actitud deliberada del Gobierno o de la oposición podrían evitar que se convirtiera en una discusión de guante blanco. Fernando Clavijo en su discurso desechó esta opción y lo quiso dejar claro desde el primer minuto, sabedor también de que la tormenta de los contratos de las mascarillas ha dejado a la oposición socialista, con su líder lejos y además algo tocado por las andanzas de Koldo y su pandilla, bastante mermada en potencia de fuego.

Fue en este ámbito, el del balance de los servicios públicos, en el que el presidente canario lanzó algunas miradas selectivas al retrovisor, pero en un tono igualmente calculado y sobre todo comparativo. Esto es un clásico de la comunicación política, cuando no hay grandes diferencias conceptuales son los detalles de la gestión los que marcan la diferencia en un sentido u otro. El discurso de Clavijo pareció el de un presidente que gobierna en solitario, sin concesión alguna a las prioridades políticas de su socio, el PP, que ha quedado sometido en el Parlamento canario a un peso aún inferior al que se podría derivar de su número de escaños. Esto es así porque a CC le está saliendo bien su táctica de jugar una partida en Canarias y otra en Madrid, un privilegio del que podrían disfrutar toda la legislatura y que solo se verá cuestionado en caso de colapso de la precaria mayoría estatal, porque en Canarias las posibilidades de un movimiento tectónico en el pacto parecen nulas. Hasta Vox ha optado en la Cámara autonómica por un discurso tan conciliador que termina por confundirse con el de los socios del pacto y sus aliados gomeros y herreños.

Un elemento novedoso del discurso del presidente canario atendió a su preocupación por las paradojas poblacionales de Canarias, una tierra con menos de 8.000 kilómetros cuadrados en la que conviven tendencias opuestas, desde el despoblamiento en las islas verdes a la saturación de las zonas turísticas, desde la natalidad por los suelos al incremento poblacional derivado de la inmigración alimentada por nuestro modelo económico, basado en los servicios en general y el turismo en particular. “La demografía es destino”, dejó escrito el filósofo positivista francés Auguste Comte hace siglo y medio, y las Islas no van a ser la excepción en el cumplimiento de esta sentencia inexorable. 

Si hay algo seguro es que las contradicciones de la demografía no se resuelven con una viceconsejería específica, ni tampoco con la convocatoria inédita de una Conferencia de Presidentes (del Gobierno y de los siete cabildos), por mucho impacto simbólico que pueda tener esta posibilidad prevista en el nuevo Estatuto de Autonomía. Habrá que poner en común visiones que hoy en día resultan simplemente contradictorias, un esfuerzo que quizá excede a la duración de una legislatura. Clavijo anunció un impulso en dicha reflexión y es de esperar que esto se traduzca en nuevos análisis de expertos y documentos técnicos que tratarán de sostener una posición y la contraria, como ocurre en tantos asuntos de Canarias. Seguro que dichos trabajos estarán también escritos en letra Calibri, la más estándar de la tipografía actual. Y el que quiera emociones más fuertes, que se vaya al circo… o al Congreso de los Diputados.

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