El cataclismo del 'Snowdengate'

Federico Echanove / Federico Echanove

Las últimas revelaciones del cataclismo iniciado este verano a nivel mundial por el exanalista de la CIA Edward Snowden no sólo están conduciendo a la administración Obama a una de sus mayores crisis y enturbiando las relaciones entre uno y otro lado del Atlántico, sino poniendo de manifiesto lo que casi todos ya barruntábamos: que nuestras comunicaciones no son en absoluto seguras y que, si no se establecen a nivel mundial algún tipo de controles y garantías, las nuevas tecnologías utilizadas en el marco de la globalización nos convierten a todos en cada vez más vulnerables frente al poder.

Porque la información sobre nuestras vidas, sobre lo que escribimos y hablamos y sobre con quién nos comunicamos, es algo que nos pertenece y que no tendríamos que entregar nunca a nadie. O al menos eso es lo que piensa quien escribe. Y la mejor prueba de su valor es el interés que tiene siempre el poder en arrebatárnoslo bajo el inexorable principio de que la información es poder y el Poder (con mayúsculas) siempre quiere más poder.

Y si hasta el más modesto usuario de internet, metiéndose en Google, y casi sin proponérselo demasiado, puede acceder a muchísimos datos relacionados con la vida privada de una persona, qué no podrán llevar a cabo colosos como el Gobierno norteamericano y los distintos gobiernos europeos convertidos en gigantescos 'hackers' dotados de ingente cantidad de tiempo, medios y dinero.

Como tantas otras veces, tuvo que ser la gentil locuacidad del ministro José Manuel García Margallo la que esta última semana de octubre, tras acrecentarse el escándalo, le hiciera a alguno caerse del guindo en una rueda de prensa en Polonia en la que tras insistirle los periodistas en si había pedido o no explicaciones a los norteamericanos también le preguntaron por si temía que su móvil estuviera pinchado “'A veces nos centramos en un determinado país, pero créanme que estas cosas suelen ser más frecuentes de lo que parecen'”, dijo antes de relatar que, de cuestiones de política internacional, procuraba hablar siempre cara a cara con sus interlocutores y no utilizaba nunca el celular.

“Créanme que estas cosas suelen ser más frecuentes de lo que parecen” dice el ministro García Margallo.

Y es que, como escribía Raúl del Pozo en su columna de 'El Mundo', por lo que se va conociendo, aquí todo el mundo espía a todo el que puede espiar y con la justificación de que se lucha contra el terrorismo parece que incluso se han querido interceptar hasta las comunicaciones del Vaticano. Y da la impresión también de que algunos servicios secretos como el español, ante la gran potencia del norteamericano, optan por la colaboración frente a la ocultación de datos, sabedores de que más vale que ciertas cosas las conozcan al otro lado del Atlántico por las buenas y no por las malas.

Todo comenzó a estallar en el mes de julio cuando, gracias a las revelaciones del exanalista de la CIA Eduard Snowden, 'The Guardian' y 'The Washington Post' revelaron que la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) espiaba todas las llamadas de ciudadanos norteamericanos que dentro o fuera del país se llevaban a cabo a través de la compañía Verizon. Además se conoció que a través del llamado sistema 'Prism', se utilizaban también programas para acceder a los servidores de las principales compañías de Internet, como Microsoft, Yahoo, Google, Facebook, PalTalk, AOL, Skype, YouTube y Apple.

Nacido en Carolina del Norte hace solo 30 años, Edward Snowden era todo un genio de la seguridad informática, lo que le permitió ir ascendiendo rápidamente en ese escalafón profesional, hasta el punto de que cuando inició su actual y particular odisea que le ha llevado, primero a Hong Kong, y luego a Moscú, se dice que contaba con un sueldo de unos 200.000 dólares. Pero hay algún momento en que por esos insondables misterios del alma humana Snowden está desencantado con su trabajo y decide dar el paso que ha convulsionado de Norte a Sur y de Este a Oeste el planeta. “'No puedo en conciencia permitir al gobierno de EE.UU. destruir la privacidad, la libertad en internet y las libertades básicas de la gente de todo el mundo con esta gigantesca máquina de vigilancia que están construyendo en secreto'”, dijo en junio de 2013 al diario 'The Guardian' antes de ser calificado como traidor por su Gobierno. En un primer momento aseguró que deseaba que su lugar de asilo fuera un país como Islandia, aunque finalmente se viera obligado a solicitarlo en Ecuador y después haya tenido que seguir viviendo en Moscú.

Y aunque en los meses estivales de agosto y septiembre se calmó un poco la tormenta, los dos medios ya citados seguían sacando sus papeles, que en España fueron alcanzando eco gracias a 'El Mundo' y 'El País'. Así, ya en julio se supo que la sede de la UE en el edificio de la ONU en Nueva York y varias embajadas europeas fueron espiadas. Las relaciones de EE.UU. con países como Brasil y México -en donde sus dos máximos mandatarios habrían visto interceptadas sus comunicaciones- se resienten, al igual que el diálogo con la propia Rusia por la protección otorgada al exagente, lo que ocasiona que una Cumbre entre Obama y Putin esté a pique de anularse.

El móvil de Merkel

El pasado 24 de octubre el 'Snowdengate' se reactiva y tambalea aún más las relaciones transatlánticas: en un memorándum personal con fecha de 2006 que estaría entre los papeles entregados a 'The Guardian' por el técnico nacido en Carolina del Norte en el que se animaría a los altos funcionarios de la Casa Blanca y del Pentágono a entregar a la NSA los números de los contactos de que dispongan. Un solo funcionario habría entregado a la agencia 200 números telefónicos entre los que figurarían los de 35 líderes mundiales y enseguida surgen informaciones que apuntan a que el Gobierno alemán tenía fundadas sospechas de que uno de los móviles de Angela Merkel llevaba años siendo interceptado. Y las relaciones entre Alemania y la que sigue siendo primera potencia mundial se enrarecen al conocer el escándalo.

Y es que tras la inicial petición de explicaciones de la Unión Europea por las informaciones sobre dicho espionaje a líderes mundiales, el asunto se recrudece esta semana en la que termina octubre aún más e incluso da un inesperado giro de 180 grados:

Primero, porque varios medios soltaban una nueva bomba a través de uno de los documentos que Snowden había dejado en manos del experiodista de 'The Guardian' Glenn Greenwald: que Estados Unidos había registrado en un solo mes, entre el 10 de diciembre de 2012 y el 8 de enero de 2013 unas 60 millones de llamadas en España. En Francia en ese mismo período de tiempo se habrían almacenado 70 millones de llamadas y en Italia 46 millones.

Segundo, porque la administración norteamericana no tardó en reaccionar, a través del rotativo conservador neoyorkino 'The Wall Street Journal' devolviendo la pelota a los europeos y citando fuentes de los servicios de inteligencia norteamericanos que aseguran que en dicha labor la NSA siempre habría contado con la colaboración de sus aliados de la OTAN, y en concreto del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) y de los servicios secretos franceses de la Dirección General de Seguridad Exterior (DGSE).

El Gobierno alemán tenía fundadas sospechas de que uno de los móviles de Angela Merkel llevaba años siendo interceptado.

Y el contraataque de la administración Obama, tras días en que se había recrudecido la petición de explicaciones desde la UE, se hizo aún más explícito horas después, cuando el propio director de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), Keith Alexander, corroboró la información del rotativo y señaló que no era Estados Unidos quien había llevado a cabo el registro de todos esos datos de conversaciones, sino que habían sido los aliados europeos quienes se los habían facilitado de buen grado. Además, el tal Alexander vino a decir que todo ese volumen de información no tenía tanta importancia, porque a fin de cuentas se trata de 'metadatos', es decir no del contenido de las llamadas o de los mails sino de información sobre emisores y receptores, duración de las llamadas o el momento del día en que se efectúan. El problema es que, según han relatado distintos analistas jurídicos, la legislación en España obliga a la autorización judicial, para acceder a ese tipo de datos, que en ningún caso pueden obtenerse con carácter indiscriminado, porque de lo contrario se estaría cometiendo un fraude de ley.

Cabe decir que este mes de julio de 2013, el prestigioso diario galo 'Le Monde' ya publicó que el Gobierno de Francia espiaba masivamente a sus ciudadanos mediante el sistema de acceso a metadatos aunque no se centrara en principio en el contenido de las llamadas. Y que al reactivarse en octubre el escándalo los servicios secretos franceses han admitido extraoficialmente la colaboración con Estados Unidos. ¿Qué ha ocurrido en España? “'La ley nos impide comentar las relaciones con otros servicios'”, ha dicho el general Félix Sanz Roldán, agregando que su organización ha trabajado siempre “dentro de la Ley”.

Comparecencia, pero a puerta cerrada

El caso es que Sanz Roldán tendrá que comparecer, por segunda vez en menos de un año, en la Comisión de Secretos Oficiales del Congreso a petición de los grupos parlamentarios. Se ignora si lo hará alguna vez formalmente en ese u otro orden la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, de quien como ministra de la Presidencia depende el CNI. Eso sí, Sanz Roldán lo hará a puerta cerrada, para que los espiados tengamos la menor información posible. La primera ocasión, que también fue a puerta cerrada, fue para hablar de la Princesa Corina y de si en alguna ocasión se habían referido a asuntos de Estado las actividades y gestiones en distintos países árabes de esta señora amiga de Juan Carlos de Borbón. Una señora de la que, como se recordará si a uno se le permite esta digresión, García Margallo dio en su momento respuestas diversas y contradictorias, cuando se le preguntó si se había reunido alguna vez privadamente con ella para hablar de las dichas supuestas gestiones.

Pero volviendo al 'Snowdengate', insistamos en que el problema para el CNI es que tiene adscrito un magistrado del Tribunal Supremo encargado de autorizar pinchazos telefónicos o recabar información sobre llamadas y metadatos que teóricamente deben pasar siempre por su filtro y que en modo alguno podrían ser autorizados masiva o indiscriminadamente. Tal vez sea por ello por lo que, para no crear a sus compañeros occidentales más problemas de los convenientes, desde las agencias estadounidenses en estos días se ha dicho intentando eximirles de responsabilidad que dichas recopilaciones de datos se había llevado a cabo en zonas de guerra o fuera de nuestras fronteras, con lo que no se estaba vulnerando la ley.

Y ello ha llevado a que en algún medio en estos días se haya echado la vista y especulado nada menos que con el Servicio Integral de Vigilancia Exterior (SIVE), que hace tiempo que es un secreto a voces que no sólo es utilizado para el control de la inmigración, sino también para controlar lo que ocurre tierra adentro pero que difícilmente puede interceptar comunicaciones. O hacia el complejo de que el ministerio de Defensa tiene instalado en la Montaña de La Muda, en Fuerteventura, del que se dice que puede interceptar comunicaciones en un amplio radio de acción. Pero no parece que vayan los tiros del espionaje cibernético.

El cable submarino

En todo caso y dado el colosal número de registros que se interceptan, por donde sí podría ser más probable que fuesen las escuchas es interceptando las comunicaciones a través de los cables submarinos que uniendo las distintas partes del mundo permiten mantener las comunicaciones intercontinentales. Como informaba el diario 'El País', muy cerca de la localidad gaditana de Conil pasa el cable de fibra óptica 'Columbus III', que a lo largo de 9.900 kilómetros une el Mediterráneo central con Florida (EE UU). Por allí pasan la mayor parte de las conversaciones y los correos electrónicos entre el norte de África y Norteamérica.

Al respecto, 'Le Monde' también publicó que incluso existiría un protocolo firmado entre la DGSE francesa y la NSA, desde finales de 2011 y principios de 2012, por el que los galos almacenarían e interceptarían todo tipo de información con llegada o salida en el territorio francés a través de cables submarinos, como la que les llega a través de Marsella y Bretaña.

Y es que, tal como indicaba la periodista Marta Peirano en un excelente reportaje de Eldiario.es del pasado me de junio, aunque estemos ya todos acostumbrados al 'wireless', el complejo entramado de telecomunicaciones que llamamos Internet depende de antenas, grandes centros de procesamiento de datos y, sobre todo, de dos millones y medio de kilómetros de fibra óptica que componen una red de autopistas submarinas de unos 200 cables “que llevan una existencia llena de callados peligros en la oscuridad del suelo oceánico”. Y varios de estos cables, de distintas compañías, pasan por Canarias y cuentan con nodos en nuestras Islas.

La NSA 'hackea' habitualmente los ordenadores centrales de Google y Yahoo en busca de información.

Más de una vez se producen accidentes o sabotajes que repercuten en el servicio y la red está regulada por la Convención de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, partiendo del principio de que en aguas inernacionales “todos los estados tienen derecho a tirar cable submarino y a mantenerlo y repararlo como sea conveniente”. Aunque, según dicho tratado internacional los estados costeros podrían denegar el establecimiento de cable en las 12 millas adyacentes sobre las que pueden ejercer soberanía, alegando razones medioambientales, en la práctica eso es difícil que ocurra, si bien se han dado situaciones como la del Gobierno de Indonesia, que durante meses ha denegado al operador del cable entre Singapur y Australia permiso para su reparación.

No obstante, y al margen de la cuestión de los cables submarinos, las revelaciones de Snowden y de quienes se han convertido en sus colaboradores como el periodista Greenwald no han finalizado ni muchísimo menos. 'Th Washington Post' ya afirma que la NSA 'hackea' habitualmente desde 2013 los ordenadores centrales de Google y Yahoo para obtener, sin autorización y conocimiento de estas empresas, no ya sólo metadatos, sino archivos de texto, vídeo o audio. Es el nuevo proyecto, denominado 'Muscular' y realizado en colaboración con la agencia británica GCHQ, que ha provocado que Google haya calificado como “preocupantes y problemáticas” las informaciones publicadas y que Yahoo haya asegurado que posee “estrictos controles” para evitar esas intromisiones indeseadas.

En fin, que gracias al joven analista norteamericano, vamos conociendo cada vez mejor a la fiera y va pareciéndonos más aterradora. Y en medio de toda esta pesadilla orwelliana causan estupor y producen cada vez más sarcasmo las afirmaciones efectuadas a principios de esta semana por el embajador norteamericano en Madrid. “'El presidente Obama ha ordenado una revisión interna para asegurar que la información que se recaba en estos programas no es toda la que Estados Unidos es capaz de recoger, sino más bien la que debe y tiene que ser recogida'”.

El extécnico de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) Edward Snowden afirmaba en una entrevista concedida al diario estadounidense The Washington Post el 24 de diciembre que, “en términos de satisfacción personal, la misión ya está cumplida”.

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