El Papa insta a los países desarrollados a no tratar a África con condescendencia

Elogia la convivencia pacífica entre religiones en Benín

MADRID, 19 (EUROPA PRESS)

Benedicto XVI ha aprovechado su visita a Benín para hacer un llamamiento a los países desarrollados a no mirar a África “con el tono de un moralizador” que impone reglas, sino que debe afrontar esta relación desde una actitud de igualdad, aportando soluciones a los muchos problemas del continente.

“Demasiado a menudo nuestra mente está anclada por prejuicios o imágenes negativas de las realidades de África como consecuencia de un análisis lóbrego”, ha declarado el Papa en un acto al que han asistido las principales autoridades de Benín, incluido el presidente del país, Thomas Boni Yayi.

“Es una tentación señalar con el dedo lo que no funciona. Es fácil asumir el tono de un moralizador o el experto que impone sus conclusiones y propuestas, pero, al final, muy pocas soluciones”, ha argumentado el Sumo Pontífice.

Este es el segundo de los tres días de visita oficial de Benedicto XVI a Benín, un viaje que aprovechará para hacer pública una exhortación apostólica sobre África redactada tras el sínodo de obispos africanos celebrado en el Vaticano en 2009.

El propio Papa explicaba este viernes que ha elegido Benín para divulgar este nuevo documento de magisterio pontificio porque el país es en “ejemplar” en ciertos aspectos. Benín logró en la década de 1990 una de las pocas transiciones pacíficas a la democracia del continente y abandonó así un régimen apoyado por la Unión Soviética y Cuba.

Además, las distintas religiones de Benín --Cristianismo, Islam y religiones originarias-- conviven pacíficamente. En ese sentido, Benedicto XVI ha incluido en su discurso de este sábado una condena a la violencia. “Ninguna religión, ninguna cultura puede justificar que se invoque o se recurra a la intolerancia o a la violencia (...). Utilizar las palabras reveladas, las Sagradas Escrituras o el nombre de Dios para justificar nuestros intereses, nuestras políticas tan fácilmente complacientes o nuestras violencias, es un delito muy grave”, ha añadido.

“No obstante los esfuerzos que se han hecho, sabemos también que a veces el diálogo interreligioso no es fácil, o incluso inviable por diversas razones. Esto no significa un fracaso (...). Es bueno saber que no se dialoga por debilidad, sino porque se cree en Dios. El diálogo es una forma más de amar a Dios y al prójimo”, ha apostillado.

Para su conclusión sobre este discurso de convivencia en diversidad, el Santo Padre ha empleado la metáfora de la mano. “Esta compuesta por cinco dedos muy diferentes entre sí. Sin embargo, cada uno de ellos es esencial y su unidad forma la mano. El buen entendimiento entre las culturas, la consideración no altiva de unos hacia otros y el respeto de los derechos de cada uno, son un deber vital”, ha concluido.

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