Explicar desde la experiencia ayuda a convencer

Mariano Ayala era capitán de la Marina Mercante y un trotamundos. Madrileño de nacimiento, fijó su residencia en Las Palmas de Gran Canaria hace 20 años. En septiembre de 2009, después de casi un mes en coma, se despertó y se encontró con los pies y las puntas de los dedos de las manos negras. La única solución era amputar. La fuerza de voluntad, su familia y la playa de Las Canteras le han devuelto la vida. Su historia es un claro ejemplo de esfuerzo y superación personal.

Hace diecisiete meses Mariano Ayala ingresó en el hospital Doctor Negrín de la capital grancanaria a raíz de una oclusión intestinal. Pese al éxito de la operación, ésta se complicó y derivó en una peritonitis. Como consecuencia de todos los medicamentos que le suministraron “para salvarle la vida”, sufrió una isquemia vascular que hizo que las extremidades se le necrosasen.

El mundo se le cayó encima. “El antes y el después es muy duro. La diferencia es total. Vives en un mundo perfecto y de repente, de la noche a la mañana, todo cambia”.

Aunque no sabe de dónde, sacó una enorme fuerza de voluntad que hizo que a los dos meses de amputarle las piernas ya volviera a caminar. Las prótesis que le colocaron, la rehabilitación y su negativa a aceptar quedar postrado en una silla de ruedas le dieron fuerzas para volver a andar.

Si algo echó en falta cuando se enfrentó a su nueva vida fue que alguien, en su misma situación, le ayudara a comprender qué había pasado y qué iba a pasar. Indagando en Internet conoció Andade, la Asociación Nacional de Amputados de España y de la que es a día de hoy su delegado en Canarias.

La principal tarea de Andade es atender a todos los amputados que precisen información, asesoramiento y guía, además de ánimo, para seguir adelante. Mariano, que es puro derroche de esperanza y optimismo, hace visitas hospitarias para ayudar “a pasar el trago” a todos aquellos que sufren una amputación y, con su ejemplo, demostrar que es posible recuperar la normalidad. “Explicar desde la experiencia ayuda a convencer tanto al amputado como a la familia”, asegura. No obstante, aunque admite que haber conocido a gente en su misma situación le ha ayudado, hay días en los que ''le entra un punto de depresión“.

En su caso, el papel de Marisol y Arancha, su mujer y su hija, fue “fundamental”. “Puedes ser muy fuerte y tener mucha voluntad pero si no tienes ese apoyo, poco puedes hacer”. Por eso, desde Andade trabajan también con la familia porque “si no se tiene cerca en esos momentos se pasa muy mal”.

Junto a la familia y las “ganas” de salir adelante, su mejor medicina ha sido la playa de Las Canteras. Esta “joya” en medio de la ciudad le ayudó a que las heridas físicas y psicológicas cicatrizaran antes de lo normal, algo que hasta los propios médicos “les ha sorprendido”.

Ahora su día a día es mucho más tranquilo. “Al estar de pensionista, de inválido”, dice entre risas, lee mucho, navega por Internet, hace manualidades, va a clases de ruso en la Escuela Oficial de Idiomas y da paseos por las mañanas, “eso sí, no muy largos porque tampoco se puede hacer mucha virguería”. Su afán de superación le permite el lujo de decir que apenas echa de menos “nada”, quizá, la terminal de contenedores que era donde trabajaba cuando enfermó.

Aprender a vivir con las prótesis

Sorprende la destreza en sus movimientos, ágiles, dinámicos, sin pausa. Pero sobre todo, su optimismo y ganas de vivir. Las prótesis “te ayudan a llevar una vida normal”, por eso nunca se las quita. “Tienen que ser algo tuyo por narices”, dice. Después de mucha terapia ocupacional “he conseguido recuperar la sensibilidad y poder distinguir las llaves de las monedas cuando me meto las manos en el bolsillo”, cuenta con orgullo. Para las piernas lleva unas prótesis muy modernas aunque ha tenido que pagar más por ellas porque la Seguridad Social “está usando el catálogo del año 2000”.

Llama la atención que a pesar de que en España hay más de 45.000 amputados -en Canarias según los datos de 2006 hay cerca de medio millar-, este colectivo es casi invisible y sus problemas y reivindicaciones apenas son conocidos y valorados por las instituciones sanitarias. Por ello, Mariano considera que la Seguridad Social debe “ponerse al día y desterrar esas patas de palo”, además de ofrecer un servicio inmediato en el hospital de un fisioterapeuta, un psicólogo y un asistente social.

Desde el primer momento Mariano supo que la aceptación es fundamental para poder sobrevivir. “Esto es para toda la vida, no es como el rabo del lagarto que vuelve a crecer. No puedes echarle la culpa al resto del mundo de algo que no tiene solución. Si tienes ganas, te van a ayudar”.

Etiquetas
stats