Mujeres desesperadas
Las mujeres jóvenes canarias presentan mayores estados de ansiedad y depresión, una percepción más negativa sobre su salud en general y sentimientos de inutilidad, agobio, desconfianza e infelicidad. Así se desprende del Informe Anual del Consejo Económico y Social (CES) sobre la situación económica, social y laboral de Canarias en 2006, presentado recientemente por su presidente, Fernando Redondo.
Según la Institución, existen importantes diferencias en las condiciones de vida y salud en relación al género. Las alteraciones de las percepciones de la imagen corporal son mayores en las mujeres y están frecuentemente relacionadas con los contenidos de la publicidad sexista y los estereotipos de belleza femenina, que someten a las mujeres a percibir su imagen como negativa.
El consumo de laxantes, pastillas para adelgazar, la provocación del vómito o la pérdida precipitada de peso tienen mayor incidencia en ellas, quienes buscan con más frecuencia una imagen corporal diferente y ceñida a estos estereotipos. La autovaloración negativa de la percepción de la propia imagen lleva con más frecuencia a las mujeres jóvenes a creer que la comida domina sus vidas, a la preocupación por perder el control sobre el consumo de ciertos alimentos o a la creencia de tener sobrepeso.
Las mujeres representan patrones similares a los hombres en el consumo de tabaco. La diferencia es que ellas representan los patrones de abandono del consumo con más frecuencia. En materia de alcohol, las mujeres representan menos consumo que los hombres, si bien se inician en edades más tempranas. Con respecto a los hábitos sexuales, las mujeres jóvenes inician las relaciones más tardíamente y, una vez alcanzada la mayoría de edad, las interrupciones voluntarias del embarazo van en aumento.
DESEQUILIBRIOS EN EMPLEO Y FORMACIÓN
Existen características generales en la incorporación de la juventud al mercado laboral, que vienen definidas por una importante tasa de desempleo, una rotación contractual frecuente, temporalidad y siniestralidad. Estas características tienen una diferenciación específica por cuestiones de género. El desempleo afecta más a los jóvenes que al resto de la población y, en el caso de las mujeres, la tasa es mayor, con un 8,42 por ciento. La rotación contractual es un elemento habitual en el mercado laboral y muy frecuente en el caso concreto de la juventud. Mientras, la siniestralidad laboral afecta más a los hombres jóvenes que a las mujeres.
Se dan diferencias de género también en el sistema educativo, tanto en los niveles como en el tipo de formación, en el rendimiento escolar o en la representatividad en los cargos de responsabilidad. Por otra parte, el CES destaca que el nivel de estudios determina las pautas de relación de pareja en Canarias. Así, las mujeres que tienen mayor nivel de estudios (superiores o bachillerato) permanecen menos tiempo de unión con sus parejas. Junto a otros elementos como las creencias religiosas y la situación laboral, el nivel de estudios es también determinante para decidir el número de hijos de las mujeres, siendo las que cuentan con más estudios quienes menos hijos tienen.
La presencia de las mujeres en todos los niveles educativos es igual a la de los hombres en las enseñanzas obligatorias y en las post-obligatorias. No obstante, es mayor en las ramas de las Humanidades y Ciencias Sociales y menor en la de Tecnología. En Formación Profesional se evidencian unas diferencias más contundentes en dos aspectos fundamentales: existe un equilibrio entre la matriculación por sexos, pero se pone de manifiesto que existen ramas altamente feminizadas y altamente masculinizadas.
El rendimiento escolar de las mujeres en todas las comunidades autónomas es superior al de los hombres. Las mujeres siguen siendo mayoría entre el profesorado de Educación Infantil, Primaria y Especial, y una minoría en Educación Universitaria. La presencia de las mujeres en los órganos de dirección en los centros educativos sigue sin guardar proporción con el número de mujeres docentes en todos los niveles educativos, por lo que el CES concluye que éstas están sobrerrepresentadas.
Las diferencias de género en los usos del tiempo, por último, vienen marcadas por un mantenimiento del tiempo dedicado a las tareas domésticas en las mujeres y un mantenimiento del tiempo en el trabajo remunerado en el caso de los varones. Los hombres apenas han incrementado su dedicación a las tareas domésticas, pero las mujeres, sin embargo, mantienen prácticamente el tiempo en las tareas domésticas sin variación durante los años. Por último, el CES destaca que el tiempo libre es mayor en los hombres que en las mujeres.