“La soledad es mala compañía de la vejez”

Imagen del programa de Televisión Canaria Trópico Distópico titulado 'Viejo'.

Iván Alejandro Hernández

Las Palmas de Gran Canaria —

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Lorenza Martí dice que empezó a vivir al cumplir 60 años, pocos años después de su separación. Cuenta que se enamoró de una mujer tras haber pasado 38 años con un hombre. Ahora vive sus tres cuartos de siglo “como un regalo” y solo pide que se alargue lo máximo posible: “Lo que no he disfrutado anteriormente, lo quiero disfrutar ahora”. Su vivencia contrasta con la de Rosario Gil, quien vive por voluntad propia en una residencia. A sus 83 años, explica que nunca ha tenido novio ni se ha casado. Y su familia falleció. “Fue un golpe muy duro, extraño mucho a mi familia, pero esto es así, hay que aceptarlo”, añade. En su casa la cocina no funcionaba bien y ya no podía hacerse cargo de las reformas. Por lo que decidió que había llegado el momento de trasladarse a la casa San Vicente de Paul, en Las Palmas de Gran Canaria. Allí dice que la comida está bien, que comparte habitación con otra mujer y recuerda que al poco tiempo de llegar, una persona le prometió que la iría a visitar. “Y no ha venido. No sé si está enferma o ha pasado algo. No lo puedo saber. Lo encuentro extraño, que dijese que venía y no ha venido”.

Según la Organización Mundial de la Salud, en 2025 se duplicará el número de personas de 60 años o más, y en 2050 esta cifra alcanzará los 2.000 millones. La mayoría de estas personas vivirá en países de ingresos bajos y medianos. El geriatra y gerontólogo René Lamar remarca que Canarias no es ajena a este escenario y expone las carencias en este ámbito en la sanidad pública, con pocas plazas o, incluso, hospitales que ni siquiera cuentan con dicha especialidad. “Tiene que haber una geriatrización de la medicina”, reclama en el capítulo titulado Viejo del programa Trópico Distópico, de Televisión Canaria y emitido este 16 de junio.

El experto apunta que una de las principales causas de las enfermedades en las personas mayores adultas es la soledad. “Es una mala compañía de la vejez. Genera propensión a malnutrición. A veces hacen una comida de la que se nutren tres o cuatro días o viven a base de café con leche y pan con mantequilla. Y tienen déficit de hierro, de vitamina B12, que a su vez es causa de deterioro cognitivo”. En este sentido, considera que la pandemia ha agravado estas situaciones, advirtiendo que en su consulta ha recibido muchos casos con depresión o ansiedad. Por ello, desde la responsabilidad individual, recomienda ante todo evitar el aislamiento, asistir a actividades y no perder el contacto con familiares o amigos, siempre “en la medida de los posible”.

Desde el punto de vista científico, María Vallet, catedrática de Química Inorgánica y Premio Nacional de Investigación, explica que la vejez es tratada “en parte” como una enfermedad porque es un periodo vital en el que se originan unos problemas en la persona que los padece y la sociedad debe ayudarla. “El cuerpo sufre alteraciones y se originan tres enfermedades principalmente: cáncer, infecciones y osteoporosis”. A su juicio, esto es consecuencia de una mayor esperanza de vida, pero explica que la ciencia está buscando soluciones para tratar las enfermedades “y se están encontrando”. Como ejemplo, expone que “más del 80% de los cánceres se pueden solucionar”, así como los avances con los biomateriales, es decir, piezas de repuesto para el cuerpo humano, llegando a probarse riñones o corazones en pequeños cerdos, algo que “parece que está funcionando”.

En cualquier caso, aunque se produzcan avances significativos en los tratamientos contra el cáncer y otras enfermedades que puedan prolongar aún más la esperanza de vida, Vallet considera que “surgirá otra cosa”, porque “nos tenemos que morir y no somos eternos”. Además, expone que “no es lo mismo ponerle años a la vida que vida a los años. He visto a gente con osteoporosis a las que les pones una prótesis y pueden andar, les curas un cáncer, pero mientras no se avance también en el alzheimer, por ejemplo, vivir más para vivir así…”.

Para Dolores Pelayo, presidenta del Consejo Social de la Universidad de La Laguna, la responsabilidad política también es clave a la hora de atender y cuidar a las personas adultas mayores. Recuerda que se ha cubierto el envejecimiento con el sistema de pensiones, pero ahora “se demandan otras cosas”. Pelayo crítica con dureza la gestión de las residencias en ciudades como Madrid, donde “se dejaron morir a personas adultas mayores en centros de acogimiento, consintiendo un fallo que puede constituir delito. Eso es un crimen de lesa humanidad”.

En este punto, reprueba el modelo de gestión de los centros “como si fuera un negocio más”, cuando se trata de “un servicio público para personas que han levantado al país”. También recuerda los sucedido durante la pandemia en la residencia de Santa Rita, en Tenerife, y manifiesta que “hay responsabilidades que no se pueden dejar en manos de voluntarios, el Estado y las autonomías deben tener la responsabilidad de cuidar de los mayores, es un servicio que no lo pueden prestar entidades privadas”.

Una vida sobre los escenarios

A sus 72 años, el humorista Manolo Vieira no esconde las ganas que tiene de volver a subirse a un escenario. “Cuando pueda hacer el show empezaré diciendo que todos íbamos a ser mejores personas y ahí comenzaremos a reírnos”, anuncia, dando una pincelada de su nuevo repertorio. Explica que fue consciente de su edad cuando cumplió 70 años, pero aún se ve con ganas de seguir haciendo reír en La Chistera. “Yo me veo para un par de años más”.

Tras toda una vida sobre los escenarios, la cantante María Mérida, de 95 años, relata que fue recientemente cuando tuvo que dejar de actuar. “Debo tener una vida más tranquila”. A los 11 años ganó su primer concurso de folías y desde entonces se dedicó a la canción, trabajando con artistas como Montserrat Caballé, Victoria de los Ángeles o Alfredo Kraus. Cuando vuelve la vista atrás, no tiene dudas: “Estoy satisfecha de lo que he hecho y lo volvería hacer exactamente igual”.

Ahora, dice que sigue yendo a la peluquería o visita con frecuencia una residencia en La Laguna, en la que tiene amistades. “Tenemos que cuidarnos, salir y pasear con el orgullo de que hemos hecho una vida y no achicarnos. Amar a los mayores es lo más hermoso que puede haber. Es la tercera etapa de la vida y es cuando más cariño necesitamos. La persona que olvida o maltrata la vejez no tiene perdón”.

Y se despide, recitando una de sus canciones: “Cuando me quede dormida y mi voz se haya apagado, no crean que ya está muerta. Ella seguirá cantando. Y al llegar al cielo, junto a mis canarios, isas y folías, seguirán sonando”.

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