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El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora

Ana Oramas y los proyectos personales

Fernando Clavijo y Ana Oramas.

Carlos Sosa

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Muy suculenta la entrevista que le ha hecho Jorge Dávila en los periódicos de Prensa Canaria a la intrépida diputada Ana Oramas, que poco a poco va levantando su autoimpuesto silencio tras su voto negativo a la investidura de Pedro Sánchez. Oramas deja para la posteridad unos cuantos avisos que no pueden ser considerados inocentes, sino más bien el camino que habrán de tomar aquellos militantes y dirigentes que quieran seguirla a ella y a Fernando Clavijo en el próximo congreso nacional de Coalición Canaria, previsto inicialmente para el 16 de mayo.

El primer aviso y más importante es que ese equipo —a cuyo frente ella pone a Clavijo- no es partidario de la reunificación nacionalista, es decir, de la confluencia con Nueva Canarias. Para decirlo a su estilo, Oramas le ha puesto la proa a Román Rodríguez, nada más y nada menos que el presidente del partido con el que CC quisiera o quisiese refundirse, refundarse o como quiera que sea el diseño en el que estén pensando los ideólogos de ambas partes que llevan meses trabajando.

A Rodríguez lo veta Oramas básicamente por ser el responsable de que Coalición Canaria haya perdido el poder institucional en el archipiélago, cuando la realidad es que, de haber prosperado los acuerdos que Clavijo y los suyos promovieron tras las elecciones de mayo de 2019 (con el PP, ASG y Ciudadanos), poco encaje, o más bien ninguno, iba a tener en ellos NC. Salvo el de comparsa, claro, papel que sin embargo los dirigentes de CC habían reservado a Asier Antona, el líder del PP al que trataron como un auténtico medianero, como es costumbre.

Para arremeter contra Román Rodríguez, Ana Oramas utiliza una de las fórmulas más manoseadas del catálogo de la confrontación política, el de los personalismos. “Estoy de acuerdo en facilitar la unidad del nacionalismo mientras no sea un proyecto personal”, repite varias veces a lo largo de la entrevista. Y en el vértice de ese “proyecto personal” coloca ineludiblemente al actual vicepresidente del Gobierno canario. Pero, en un giro traicionero de su subconsciente, se instala ella misma como integrante de otro proyecto personal, el de Fernando Clavijo, al que califica sin fisuras como “nuestro líder”, confirmando así lo que ni siquiera el interesado había proclamado aún: su candidatura a secretario general o el cargo que sea que se aprueba para él en ese cónclave.

Porque cualquiera que consulte la web de Coalición Canaria puede comprobar que el señor Clavijo no tiene en estos momentos ningún cargo orgánico en el partido, salvo el que le otorgaría su condición de senador en representación de la Comunidad Autónoma, y en tal caso, arrebatando el puesto de representante en las Cortes Generales que actualmente ocupa precisamente Ana Oramas en los tres órganos de gobierno de CC. Es cierto, vaya por delante, que la web de CC necesita una actualización, pero exclusivamente en lo que respecta al presidente y al portavoz del Grupo Parlamentario en la Cámara regional, porque de resto, todo está conforme a lo acordado en el congreso de 2017, donde se suprimió la figura del presidente del partido para otorgar el máximo poder ejecutivo al secretario general, un tal José Miguel Barragán, al que tanto Oramas como Clavijo ningunean constantemente al más puro estilo de la casa: como si fuera un medianero. Y van dos.

Barragán es cada vez más cero a la izquierda en CC, o al menos en lo que respecta al grupo que lidera Fernando Clavijo. Se le ninguneó con desprecio durante la crisis originada por el voto negativo de Ana Oramas a la investidura de Pedro Sánchez. Pero no solo porque Barragán representaba el sentir mayoritario de los órganos del partido cuando ordenó a la diputada abstenerse, sino porque en la presentación conjunta de las candidaturas de CC con NC, en octubre de 2019 en la plaza del Pilar Nuevo, fue el secretario general del partido el que proclamó que se levantaba el veto a Podemos. Falta a la verdad por lo tanto Ana Oramas cuando afirma que con su “no es no y mil veces no” atendía a la postura de siempre de su partido y a un clamor en la militancia que, sin embargo, no trasladaron a los órganos competentes el centenar de miembros del partido que la representan.

La falta de rigor en las afirmaciones públicas de la señora Oramas se repite en un par de ocasiones en esta abigarrada entrevista. Afirmar como afirma que “solo Paulino Rivero ha pactado con el PSOE” es borrar del mapa los pactos con el PP, entre otros, el de Manuel Hermoso (1988, siendo aún AIC) con el CDS y AP; o el Adán Martín (2003-2007) con José Manuel Soria, por no contar aquellos felices años de los cuatro diputados nacionalistas cuyo líder, José Carlos Mauricio, planificaba cada lunes la semana desayunando en La Moncloa con José María Aznar.

“No tenemos ideología”, se reitera Oramas. Lo cual debería explicarlo todo. Incluso esta preventiva ruptura de cualquier confluencia hacia Nueva Canarias que pudiera alejarla de la ideología que profesan los que siempre dicen que no tienen ideología.

Oramas ha abierto -ahora oficialmente- las hostilidades, y no solo contra el otro partido nacionalista, sino contra sus propios adversarios internos.

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