Nadie lo quiere de secretario municipal

De Marcelino López Peraza se han contado historias de todo tipo, incluso leyendas urbanas (o rústicas urbanizables, según se mire). Su carrerón empezó en Santa Brígida, un municipio al que alguien en algún momento de la historia le colgó un maleficio en forma de malos alcaldes y peores secretarios municipales. De todos cuantos han pasado por ese último puesto quizás sea López Peraza el que ha dejado los recuerdos más imborrables. Tanto lo son que en el Ministerio de Administraciones Públicas, del que dependen estos cuerpos nacionales, es uno de los personajes más conocidos, y no precisamente por ganar concursos de macramé. De Santa Brígida salió de manera abrupta y acantilada por una suerte de comportamientos que le granjearon una inhabilitación de seis años y seis meses que a la postre viene siendo la que le impide ver cumplido su propósito de incorporarse a su actual plaza de secretario municipal de San Bartolomé de Tirajana. Su último intento a través de Agrupación de Vecinos se volvió a frustrar en el pleno que esa Corporación celebró la semana pasada. Pero, ¿qué hizo López Peraza para ser tan contundentemente inhabilitado?