Un testigo sostiene que el médico que alteró la historia clínica de su exmujer se jactó de haberlo hecho “para joderla”

El testigo Juan Cristóbal Perdomo, en primer término, con el acusado Sergio Hernández al fondo a la derecha. (ALEJANDRO RAMOS)

Iván Suárez

Las Palmas de Gran Canaria —

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El médico de familia Juan Cristóbal Perdomo, testigo de la acusación particular en el juicio contra su compañero de trabajo en el centro de salud de Schamann Sergio Hernández, ha afirmado este miércoles en la tercera sesión de la vista oral que su también vecino le confesó que había accedido y modificado la historia clínica de su exmujer, de la que estaba separado, para introducir trastornos psicológicos con la finalidad de “perjudicarla y quedarse con la custodia de la hija”, además de obtener réditos económicos en el proceso de divorcio que se tramitaba en un juzgado de violencia de género como consecuencia de una condena anterior del procesado por un delito leve de vejaciones hacia su antigua pareja. “Me dijo que la iba a joder, entre más rosas y flores”, ha explicado el facultativo durante su comparecencia ante el tribunal.

La defensa de Hernández ha cuestionado la credibilidad de este testigo, al que había propuesto en un principio y al que acabó renunciando, y ha atribuido sus manifestaciones a una supuesta disputa por unas plazas de aparcamiento en la urbanización en la que ambos residen, extremo que Perdomo ha negado, como también ha rechazado, a preguntas del letrado del Servicio Canario de Salud (SCS), que se le haya abierto en fechas recientes un expediente disciplinario por motivos que no fueron especificados ante la sala que juzga al galeno.  

El testigo ha asegurado que fue él mismo quien, después de que la defensa renunciara a su testimonio, se puso en contacto con la abogada de la denunciante, a través de la procuradora que figuraba en su cédula de citación, para relatarle la conversación que habría mantenido con el ahora acusado en los pasillos del centro de salud en la época en la que la pareja estaba ya separada y en proceso de divorcio. “Me pareció una cuestión de ética y moralidad”, ha afirmado Perdomo, que ha negado tener animadversión hacia su compañero de trabajo y vecino y que ha afirmado que el discurso que pensaba articular como testigo de la defensa era exactamente el mismo que ha pronunciado en la sesión de este miércoles porque es “la verdad”.

Cuestionado por su relación con el acusado, Perdomo ha señalado que en la actualidad siguen siendo compañeros de trabajo, pero que su vínculo se limita a cruzarse en los pasillos del centro de salud. En el pasado sí había “más confianza”.  ¿Por qué, si no eran amigos, le contó que había accedido en el historial clínico de su exmujer y lo había modificado para perjudicarla?, le preguntó el fiscal José Antonio Díez. “Sergio no tiene pelos en la lengua. Lo cuenta absolutamente todo, incluso a los pacientes. No hacía falta tener especial complicidad”, ha contestado. Según su relato, no denunció estas palabras ni las puso en conocimiento de sus superiores en el SCS porque “no tenía constancia de que fueran ciertas o de que simplemente lo hubiera dicho en un ataque de ira”. “Si me dedico a denunciar a todos los compañeros y pacientes, estaría todo el día”, ha agregado el médico de familia en respuesta al representante del Ministerio Público.

El testigo también ha afirmado que lo lógico hubiera sido, a tenor del enfrentamiento que mantenían, que el médico solicitara la exclusión de su exmujer de su cupo de pacientes “por incompatibilidad”.  “Si yo tengo un problema con algún paciente, lo saco de mi cupo”, ha aseverado el facultativo en relación con uno de los debates que están centrando este juicio, ya que la defensa sostiene que Hernández era aún el médico de cabecera de su exmujer y que, por ello, podía introducir diagnósticos “de sospecha” aun cuando estuviera en vigor una segunda orden de alejamiento (la primera concluyó en una condena por vejaciones) tras una denuncia de la que salió finalmente absuelto.

“Tenía miedo de ir al SCS”

En esta tercera sesión también ha comparecido Marta Fernández, hija mayor de la denunciante, fruto de una relación anterior. La testigo ha asegurado que, antes de tener un seguro médico privado, su madre iba “muy pocas veces” a los centros de salud del SCS porque “tenía miedo por las patologías que le habían comunicado que estaban en su historial clínico”, donde su exmarido había agregado un trastorno esquizoide de personalidad y personalidad narcisista. “Yo le he insistido para ir al médico y no ha querido. Durante mucho tiempo ha tenido dolores de espalda, de cabeza… y se ha negado a ir a urgencias”, ha añadido.

La hija mayor de la denunciante ha calificado de “normal” la relación con el acusado, con quien convivió durante unos años, y ha afirmado que el vínculo que Hernández mantiene en la actualidad con su hermana, la menor sobre la que tiene la custodia compartida, es “prácticamente nula”. “Los primeros meses se quedaba con Sergio el tiempo que le tocaba, pero poco a poco se fue quedando menos”, ha relatado.

Fernández se ha convertido en testigo de la acusación particular después de que la defensa, que era quien la había propuesto en un principio, renunciara a su testimonio. En su comparecencia ha manifestado que “al comienzo del procedimiento” la defensa contactó con ella para que hiciera “una declaración perjudicial” para su madre a cambio de solventar “los problemas económicos” que existían entre ambos. Posteriormente, a preguntas del abogado de Hernández, apuntó que hacía cinco años que no tenía contacto con la expareja de su madre, salvo algún encuentro esporádico en el colegio de su hermana. A raíz de esta respuesta, la defensa también ha cuestionado la credibilidad de su testimonio, al recordarle que la proposición de la prueba testifical se hizo años después. En ese instante, la presidenta del tribunal ha terciado para remarcarle que estaba en calidad de testigo y bajo juramento, por lo que podía incurrir en un delito de falso testimonio castigado con penas de cárcel.

Exempleados de la denunciante

Ante el tribunal de la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Las Palmas han testificado además dos exempleados de la denunciante, que regentaba un restaurante en la capital en la época de los hechos que se juzgan. Sus declaraciones se han centrado en un aspecto que, en apariencia y a la espera de que la defensa formule sus conclusiones, no guarda relación con el núcleo central de la acusación, con la manipulación de la historia clínica de la exmujer con la presunta finalidad de perjudicarla en el proceso de divorcio.

Estos testigos, Erika y Mauricio, han manifestado que la denunciante contaba “a todo el mundo” en esas fechas, 2013 y 2014, que padecía un cáncer de ovario desde hacía años (al menos desde 2007, cuando viajó a Estados Unidos, donde dio a luz a su segunda hija) para retrasar el abono de los salarios o los pagos a proveedores.  Lo cierto es que, tal y como se ha puesto de relieve a lo largo de las sesiones celebradas esta semana, la exmujer del acusado tenía un tumor benigno que tuvieron que extirparle, pero no se sometió a sesiones de quimio o radioterapia. 

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