Himeji: una visita al castillo más bonito de Japón

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Himeji es una pequeña ciudad situada a poco menos de 100 kilómetros de Osaka (a 136 de Kioto y a 580 de Tokio) y es famosa en todo Japón por su fortaleza medieval. La llaman el ‘Castillo de la Garza Blanca’ y está considerada, junto a los alcázares de Matsumoto (Nagano) y Kumamoto (Kumamoto) como el ejemplo paradigmático de la arquitectura militar nipona (por eso forma parte del listado del Patrimonio Mundial de la UNESCO). La fortaleza de Himeji (Honmachi, 68 –Himeji-; Tel: (+81) 79 285 1146) responde al tipo de otras construcciones análogas japonesas: se levantó sobre una pequeña colina que lo aúpa varios centenares de metros en medio de una enorme llanura (en este caso, la posición de ventaja defensiva también permite controlar el acceso al mar). Otra de las características es el uso combinado de grandes bloques de piedra, cal y madera que combina la función militar y la palaciega que, en este caso, da como resultado un complejo de edificios que combinan la robustez y la belleza. Cuando se atraviesa la Puerta Otemon (que sirve para salvar el anillo exterior de murallas –Sannomaru-) nos encontramos con una gran explanada que culmina en un segundo complejo fortificado –el Ninomaru- al que se accede a través de otra gran puerta monumental (Hishi-no-mon). Y ahí empieza lo bueno.

Pero si por algo destaca esta fortaleza de pareces blancas y esbeltas es por su intrincado diseño interior. Los castillos japoneses cumplen la misma función que los europeos: son estructuras diseñadas para defenderse del ataque de los enemigos. Pero difieren en cuanto a la estrategia. Los grandes castillos europeos están pensados para facilitar la defensa a través de grandes espacios abiertos y caminos de ronda. Pero los japoneses se levantaron pensando en todo lo contrario: en dificultar el ataque. Y por eso el interior es un complicado sistema de recintos cerrados, puertas falsas y pasillos laberínticos diseñado para dividir a los asaltantes y despistarlos. Y Himeji, que se edificó por última vez a principios del siglo XVII aunque su origen se remonta 300 años más atrás, es un ejemplo magnífico de este tipo de estructuras defensivas.

De Himeji sorprende su color blanco. El uso del mortero de cal en los castillos nipones tenía la función de proteger la madera del fuego. Pero más allá de esta característica funcional, el blanco se convierte aquí en una de las señas de identidad de la fortaleza y le da sobre nombre. Como te decíamos, el castillo actual se construyó en 1601 tras desmantelar la estructura anterior. El señor feudal Ikeda Terumasa ideó una torre central de cinco pisos rodeado de torres secundarias, pabellones residenciales (como el Nishinomaru), santuarios y un complejo sistema de muros interiores, trampas, huecos para arrojar piedras, una red de pozos independientes para evitar que envenenaran el agua y casi mil troneras de diferente tamaño (997 zamas –agujeros-) que serían para atacar a los asaltantes desde lugares escondidos con flechas, lanzas y armas de fuego (cada tipo tenía su propio diseño de zama). Hasta las celosías de las ventanas tenían una función defensiva. Visitar este castillo es una experiencia brutal. Y aunque el camino para llegar a la torre central está señalizado no es difícil despistarse. Este castillo se construyó apenas unos años antes de la instauración del Estado Edo, un periodo de estabilidad tras siglos de luchas entre las diferentes casas feudales del país. Himeji, por ejemplo, nunca fue atacado. Y eso hace que sea uno de los castillos del país mejor conservados: tanto en lo que respecta a su exterior como a su interior. Y hasta en las dependencias interiores hay lugares diseñados para tender emboscadas y puertas dobles para aislar las habitaciones. Todo Himeji es una clase de arquitectura militar y una prueba de la violencia que reinaba en el Japón feudal.

La ciudad de Himeji giró durante varios siglos en torno a su castillo. En el interior de la fortaleza podrás ver varias exposiciones dónde hay maquetas en las que se muestra la evolución del propio alcázar y de la urbe que se desarrolló a la vera de sus murallas. Himeji no es grande. Pero si vienes a ver su castillo no es mala idea dedicar un par de horas a ver otros lugares de interés. Como te decíamos con anterioridad, esta población está muy cerca de otros grandes destinos nipones como Osaka y Kioto. La forma más rápida para moverse por el país es el tren. Si dispones del JR Pass, desde Tokio deberás tomar el JR Tokaido/Sanyo Shinkansen  (tres horas y media). Desde Kioto, y también con JR Pass, las líneas que conectan con Himeji son las Kodama, Sakura y Hikari (55 minutos). Y desde Osaka, la mejor opción es la línea Hikari (30 minutos).

Sal del castillo por la puerta opuesta a Otemon (extremo norte). Aquí te vas a encontrar con el Senhime no Komichi, un pequeño complejo de casas tradicionales y jardines a extramuros que te van a dar una idea de cómo debieron ser las calles de la ciudad antes de la modernización de la ciudad. En los alrededores del castillo hay varios templos y museos. También junto al Castillo está el jardín Koko-En (68 Honmachi; Tel: (+81) 79 289 4120) que sirve de complemento perfecto a la fortaleza (hay una entrada conjunta que permite visitar los dos espacios). Este complejo de jardines tradicionales es precioso y es otro de los lugares que hay que ver sí o sí. Si vas con tiempo puedes visitar algunos puntos de interés como el Templo Jionji (37-3 Yamanoichō; Tel: (+81) 79-296-2038), con un tranquilo cementerio, o el Museo de Historia de la Prefectura de Hyogo (68 Honmachi; Tel: (+81) 79 288 9011), con piezas preciosas.

Subir al monte Shosha.- Esta montaña se encuentra a unos 30 minutos de trayecto desde la estación de tren de Himeji y es otro de los lugares mágicos que merece la pena visitar. Si sólo vas a estar en la ciudad por un par de horas (hay mucha gente que lo hace camino de Hiroshima) te recomendamos ver el castillo y subir hasta aquí. En la propia estación (andén 10 de autobuses) puedes comprar un billete de ida y vuelta que combina el autobús (línea 8) y teleférico (Shoshazan Ropeway). La estrella indiscutible de este lugar es el Templo Engyoji, una de las joyas arquitectónicas, históricas y religiosas de todo Japón. Este enorme complejo de santuarios, oratorios y grandes pabellones de madera tiene más de mil años y en uno de los centros espirituales más importantes del país (es uno de los 33 espacios sagrados de uno de los recorridos de peregrinación más notables de Japón). El Mani-den es el templo principal de los edificios que forman este complejo. Y no sólo es precioso. También es famoso y ha salido en numerosas películas.

Fotos bajo Licencia CC: Domenico Convertini; Steffen Flor; Daniel Ramirez; Shadowgate; Tetsuhiro Terada