Córcega: una guía con lo mejor de uno de los mejores paraísos mediterráneos

Las casas se asientan sobre las rocas que forman los cantiles de Bonifacio, al sur de Córcega. Pascal POGGI

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Dicen que Bonifacio es uno de los puertos más bonitos de todo el Mediterráneo. Los que han viajado por las Baleares podrán ver muchas similitudes con el estrecho y larguísimo puerto de Ciudadela, en Menorca. Un angosto trozo de mar penetra en la tierra ofreciendo las dos características más buscadas por los hombres y mujeres de este mar con milenios de historia a cuestas: protección contra las iras del mar y, también, contra la ambición de los vecinos. Bonifacio es un ejemplo magnífico para entender el carácter de esta isla. Está a más de 170 kilómetros de la costa francesa; a 80 de las playas continentales de Italia y a un paso del litoral norte de Cerdeña. Fue frecuentada por cartagineses y colonia romana durante siete siglos y después de la caída del Imperio por aquí pasó prácticamente todo el mundo (francos, bizantinos, musulmanes, aragoneses, pisanos, genoveses, franceses, ingleses…). En todos los contextos el carácter independiente y orgulloso de los corsos fue la constante. Un fuerte sentimiento de identidad que siempre resistió las mil y una invasiones que vivió la isla a lo largo de los últimos treinta siglos.

Bonifacio , decíamos, ofrece uno de los mejores puertos naturales de la isla. La ciudad es pequeña. Apenas cuenta con 3.000 habitantes en un abigarrado casco que ocupa una estrecha península formada por cantiles de altura considerable; una verdadera plaza fuerte rodeada de muros que durante siglos fue uno de los puntos clave de la presencia aragonesa. La Escalera del Rey de Aragón sirve para salvar la distancia que media entre los rompientes y el pie de las murallas, allá arriba. Una vez dentro de la ciudad, los toques hispanos, como la gótica Santo Domingo, una de las pocas construcciones de este estilo en la isla. El famoso cementerio de los marineros y las casas de colores pastel del estrecho casco histórico han convertido a la ciudad en uno de los hitos del turismo corso. Y en los alrededores, colinas tapizadas por bosques casi impenetrables que culminan en pequeñas calas de arenas blancas y aguas de intenso turquesa (Paragnano; Fuzzio; l’Arinella y Catena son las más cercanas).

Así es Córcega. Mediterráneo puro y duro. Un lugar en el que hay mucho qué ver y qué hacer. Una isla relativamente pequeña pero que requiere de una buena dosis de días y kilómetros para poder descubrirlo. Menos de una semana es poco; hasta dos son insuficientes para ver todo lo que hay que ver y visitar todo lo que hay que visitar. Porque la isla tiene prácticamente de todo. Tiene una colección de playas que no tiene nada que envidiar a los mejores destinos playeros de mundo; una naturaleza apabullante que incluye bosques impenetrables, rutas de alta montaña; desfiladeros ideales para la práctica del barranquismo e importantes rastros históricos de las diferentes civilizaciones que pasaron por la isla a lo largo de los siglos (incluidos yacimientos megalíticas y viejas ciudades romanas). ¿Cómo organizar un viaje? Pues siendo muy selectivos o estirando el calendario. Te mostramos un listado de imprescindibles. Ya te hablamos de Bonifacio, aquí te presentamos nuestros imperdibles de una isla sorprendente.

CAP CORSE : La D-80 serpentea durante 120 kilómetros para rodear Cap Corse, una estrecha península que ocupa el extremo norte de la isla. Desde Bastia, los primeros kilómetros engañan. Se suceden las poblaciones y las pequeñas playas de bolos y arenas grises. Si te resistes a darte un chapuzón en playas comoGrisgione, Miomo o Lavasina o de hacer alguna parada en localidades con historia como Erbalunga (con un precioso puerto rodeado de casitas de piedra y hasta una antigua torre medieval) en poco tiempo podrás ver como la costa se hace más agreste y el verde toma protagonismo. Cap Corse es un destino en sí mismo. Se pueden distinguir tres zonas. La costa este es agreste y dominada por enormes cantiles; en el extremo norte el paisaje se abre y culmina en grandes playas unidas por el sendero de los douaniers, un camino que une las localidades de Macinaggio y Barcaggio pasando junto a antiguas torres defensivas de tiempos de los genoveses; y al oeste el paisaje se dulcifica y se abren pequeñas playas y puertecitos. Los pueblos más bonitos de esta zona son Puerto Centuri (ideal para comer langosta) y Nonza. Cap Corse se reencuentra con el resto de la isla en Saint Florence, antiguo puerto con interesantes edificios históricos como la Catedral de Nebbio, antigua iglesia románica del siglo XII, y la Ciudadela, antigua fortaleza genovesa del siglo XV.

CALVI : Un verdadero sueño. Puerto desde tiempos de Cartago, la ciudad es una de las más antiguas de la isla y su casco histórico, cuajado de edificios pintados de colores pastel, es de los más pintorescos. Resaltan la imponente ciudadela genovesa y la Iglesia de Santa María la Mayor. A espaldas del puerto, la costa se recorta formando la Punta Revellata, un paraje rocoso que ofrece un buen número de calas de aguas tranquilas. Hacia el otro lado se suceden los pequeños pueblos costeros, las antiguas torres de vigilancia de tiempos de Génova y las playas. Imprescindibles,Algajola y su pequeña ciudadela e Ille Rousse, con playas de ensueño.

LOS CALANQUES DE PIANA : Calanque es una palabra corsa que hace referencia a un tipo de paisaje rocoso marcado por la alternancia de valles y picachos calizos de formas caprichosas que, en este caso, llegan al mar creando un paisaje de enorme belleza. Sólo hay dos maneras de llegar a las preciosas calas que se forman en esta parte del litoral isleño: o por mar o a través de senderos que bajan hasta la costa desde las escasas carreteras habilitadas de la zona. El mejor sendero es el que llega hasta el Cap Rosso (dónde hay espectaculares calas y una antigua torre de vigilancia medieval) aunque hay rutas por todos lados. Al sur de Cap Rosso hay grandes playas dignas de visita como D’arone; Pero o Ficajola. Las excursiones en barca incluyen visitas a cuevas inundadas y calas imponentes. Más que recomendable.

CUATRO PROPUESTAS PARA AMANTES DE LA ARQUEOLOGÍA: Hacer un listado completo de los yacimientos y restos que se esparcen por toda la geografía sería arduo; por eso te vamos a hacer el favor de elegir los lugares más importantes ordenados por cronología. En primer lugar daremos un paseo por Filitosa (Acceso por D-57), que pone de manifiesto la antigüedad de la ocupación humana de la isla. El elemento característico de este yacimiento son los menhires con caras humanas talladas y las grandes estructuras de piedra de tipo megalítico. El lugar es uno de los mejores ejemplos de transición desde el Neolítico a la Edad del Bronce. Justamente del Bronce es la aldea fortificada de Cucuruzzu (Acceso desde Levie), una imponente ‘ciudad’ de casas de piedra y murallas en la que se aprovecharon las grandes piedras del lugar creando un paisaje surrealista. Sólo por el paseo por el bosque merece la pena acercarse hasta aquí. En Levié hay un pequeño Museo Arqueológico vinculado con este yacimiento. La propuesta histórica básica culmina en las ruinas de Aleria (Acceso T-10) una de las ciudades que los romanos construyeron en la isla desde el III antes de Cristo. Si aún te quedan ganas, te puedes pasar por Lucciana, dónde han descubierto un antiguo templo romano dedicado al dios Mitra. Este mitreo forma parte de la antigua ciudad romana de Colonia Mariana (Accesio D-107).

EXPLORAR AJACCIO : La capital de Córcega es una pequeña ciudad que apenas supera los 52.000 habitantes. En Francia, la población es famosa por haber sido la cuna de Napoleón. La Casa Bonaparte (Rue Saint-Charles, sn; Tel: (+33) 495 214 389) guarda recuerdos de la infancia y primera juventud del ‘emperador’ y su vida en la isla. La figura de Napoleón es una de las constantes de la ciudad. En el Ayuntamiento (Avenue Antoine Serafini, sn; Tel: (+33) 495 515 253), los salones napoleónicos atesoran documentos y cuadros alusivos a la vida del ilustre corso y el propio Bonaparte mandó a construir la Capilla Imperial (Rue Cardinal Fesch, 50) para que sirviera de mausoleo de su familia. Otra manera de acercarse a la figura de Bonaparte es el curioso NapoRama (Rue Forcioli Conti, 13; Tel: (+33) 678 145 477), un museo que representa episodios clave de la vida de Napoleón a través de dioramas realizados con figuras de playmobil.

Lo más interesante de Ajaccio se concentra en torno al puerto. Ahí se encuentran la Ciudadela (Boulevard Danièle Casanova, 8), la fortificación que protegía la ciudad y, muy cerca, la Catedral de La Asunción (Rue Forcioli Conti, Tel: (+33) 495 210 767), un precioso edificio de estilo barroco en el que, por supuesto, bautizaron a Napoleón. La otra gran visita de interés en la ciudad es el Palacio Fesch (Rue Cardinal Fesch, 50; Tel: (+33) 495 262 626) una casona nobiliaria del XVII que alberga una importante colección de arte. La biblioteca es imponente. Muy cerca de la ciudad se encuentra la Punta de La Parata, dónde no sólo hay buenas vistas sobre la costa oeste de la isla, sino que también hay una torre de época medieval y muy buenas playas en el camino.

EL PARQUE NATURAL DE SCANDOLA: Girolata son apenas cuatro casas junto a un peñasco que se introduce en el mar. Una fortaleza del siglo XVII guarda la pequeña bahía que, durante centurias, sirvió de puerto natural y puerta de entrada y salida de esta parte de la isla. El coche llega hasta Girolata; a partir de ahí, el lugar sólo se puede visitar a pie o a través de excursiones marítimas. Las aguas de esta comarca son de un azul tan profundo que parece irreal. Scandola es una península rocosa cubierta de matorral y densos pinares que se encuentra con el mar creando paisajes brutales. Cuevas, curiosas formaciones rocosas y algunas playas y calitas de arenas claras y fondos llenos de flora y fauna marina son los principales atractivos del lugar. En torno a Girolata hay un par de puntos de inmersión que están entre los mejores de esta parte del Mediterráneo.

CUATRO RUTAS BRUTALES : Córcega es un verdadero paraíso para los senderistas. Hay multitud de rutas que incluyen un Gran Recorrido de 180 kilómetros (GR-20) que atraviesa la isla y está considerado como uno de los caminos más bonitos de Europa. Si tienes que elegir te proponemos cuatro pequeñas incursiones. El sendero de Las Gorges de la Spelunca recorre uno de los cañones más profundos de la isla y, también, uno de los hitos del senderismo corso. El camino recorre el corazón del Parque Natural de la Región de Córcega. Un camino que transcurre entre enormes moles montañosas siguiendo el cauce de un pequeño riachuelo que ha creado un paisaje marcado por los pequeños saltos de agua y las pozas. Es habitual cruzarse con practicantes del barranquismo. Pero no hace falta saltar cascadas y nadar para recorrer el lugar. Un sendero permite acercarse al agua con tranquilidad y pasar junto a antiguos puentes medievales como el Pont Génois de Zaglia, uno de los iconos históricos de la isla. En la zona hay pueblecitos muy bonitos como los deOta y Evisa. El Valle de Restonica es la mejor opción Para hacer una incursión sencilla en la alta montaña corsa. Este río se nutre del deshielo y de varias lagunas de origen glaciar que se encuentran justo debajo de algunas de las principales cimas de la isla. En pocos kilómetros pasaremos junto a las lagunas de Melu; Capitello y Goria.

Otro trek clásico en la Alta Córcega es la ascensión al Monte Cinto. Hay dos caminos. El ascenso por la cara sur (acceso desde Lozzi) es más sencillo y, desde el parking, apenas demanda diez kilómetros (ida y vuelta) con paso por la cima corsa (2.710 metros de altitud) y la Laguna du Cinto (1.100 metros de desnivel). La cara norte es más complicada. El punto de salida es el aparcamiento de la estación de la Estación de Stagnu e implica una dura escalada de 6,2 kilómetros (sólo ida) con un desnivel de casi 1.500 metros. El último imprescindible para andarines de cierto nivel es el Valle de Tavignano (acceso desde Corte), la garganta más profunda de la isla y, también, la más espectacular de las rutas a pie.

HACIA LAS ALTURAS DE BAVELLA : Los Cornes d’Asinao (cuernos de Asinao) –también se los conoce como las afiladas Aigui­lles de Bavella- es un curioso sistema de montañas en forma de sierra que forman uno de los paisajes más alucinantes de la isla. La carretera D-268 asciende hacia el interior de la isla desde Solenzara y, casi desde las primeras curvas, se sumerge en un denso bosque que acompaña el cauce del Río Fiumicicoli. La ruta ofrece numerosas oportunidades para hacer una parada: pequeñas playas fluviales y pozas; cascadas; estrechos cañones… El punto culminante de la ruta es Bavella, una pequeña aldea situada a los pies de los Cuernos de Asinao. Más allá de las montañas, la campiña corsa se abre y aparecen los prados, las huertas, los frutales y pueblecitos como Zonza o Santa Lucía de Tallano. Esta excursión se puede combinar con la visita a la ciudad fortificada de Curucuzzu.

LAS PLAYAS DE PORTO VECCHIO : Dicen que Rondinara es la playa más bonita de toda la isla; una bahía perfecta de aguas tranquilas y someras de un azul increíble. Porto Vecchio es algo así como la ‘costa azul’ de Córcega. El pueblo original es apenas un par de casas en torno al antiguo puerto (como su propio nombre implica) aunque en los alrededores han proliferado las villas, las mansiones y los complejos turísticos de nivel (hasta un centro comercial hay). Al sur de esta localidad se encuentran algunas de las mejores playas de Córcega. Ya te hablamos de Rondinara, que es la gran joya antes de alcanzar los primeros escarpes de los cantiles que preceden Bonifacio. Pero hay muchas más. Al sur, Palombaggia,La Folaca, Acciaju y Santa Giulia son playas semiurbanas rodeadas de casas y con servicios; más allá, los arenales son prácticamente vírgenes y rodeados de naturaleza: Porto Novo; Rondinara yBalistra. Y si ponemos la vista en el norte, playas como San Ciprianu y Pinarello son dignas de verse.

ISLAS LAVEZZI : Otro paraíso. Para llegar a este grupo de peñascos hay que coger el barco en Bonifacio y pasar junto a los cantiles que marcan el litoral sur corso. Después de pasar junto a la Cueva de San Antonio llegaremos a Cavallo, la única habitada del archipiélago, o Lavezzi. La recompensa por llegar hasta aquí aparece en forma de playazos que alternan las rocas pulidas y arena blanquísima.

Fotos bajo Licencia CC: Paul ArpsBryce EdwardsPascal POGGIPaul Asman and Jill LenobleVéronique MergauxJakub HlavatyJosef GrunigLuca Disintdamien petitSimon MassicotteMike McBeyJeanbaptisteM

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