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Los latigazos del ciclo

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José Miguel González Hernández

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Estar en la senda del crecimiento no te da patente de corso para olvidar lo acontecido. Es cierto que, en determinados aspectos, ya ha pasado lo peor y que se continúa generando empleo proveniente de un incremento de la actividad productiva.

Ahora bien, la duda lógica se centra en la robustez de los pilares sobre los que se asienta el despegue, así como la duración y estabilidad de estos. También es verdad que, por cada noticia buena, seguro que alguien encuentra una mala, como si la neutralización de la sonrisa fuera un fin en sí mismo, empezando por la temporalidad contractual junto a los deficientes mecanismos de distribución de la renta, porque, aunque se trate de un hito y parte de la sociedad haya regresado a los niveles que tenía antes de la crisis (incluso mejores), estaríamos a punto de cometer una falta de respeto hacia las personas que están lejos de alcanzar la recuperación si nos jactáramos de tal proeza.

Las economías más fuertes en el proceso de recuperación han sido las que han mantenido un sector exportador potente, las que se han sabido reposicionar en los mercados internacionales sobre la base de estructurar su competitividad, no desde la perspectiva de los costes (siempre hay alguien que lo puede hacer más barato que tú), sino desde la óptica de la productividad.

Pero para tener ese músculo, se tiene que haber ejercitado durante bastante tiempo, utilizando, por un lado, una óptima disciplina financiera junto a buena dosis de autoridad gestora. El otro método, el de incorporar pánico que incite a la urgencia, tiene el mismo efecto que una aglomeración atropellada por la puerta de salida: congestión y parálisis.

De igual modo, con el objeto de ser multidisciplinar se han adoptado métodos cuantitativos plenamente expansivos, como incluir una ráfaga de fondos del gobierno junto a recortes fiscales, combinados con acciones agresivas de la autoridad monetaria correspondiente. Pero, siendo eficaz a corto plazo, no es posible su sostenimiento durante un ciclo entero de recuperación. Y para muestra un botón con la sacudida que se ha generado en el mercado de renta variable ante el anuncio (solo un anuncio) del progresivo incremento del precio del dinero.

Un efecto colateral (no menor) es la exposición a la reducción del valor de la moneda, lo que abarata sus productos en los mercados mundiales en comparación con los de la competencia y aumenta las exportaciones con el consiguiente efecto sobre la tasa de inflación interna. No obstante, esa aparente libre paridad se encuentra atenazada debido a la globalización de las transacciones monetarias junto a la dificultad de tomar decisiones rápidas, contundentes y eficaces, corrigiéndose casi en tiempo real las posibles diferencias existentes.

Así que, aparte de asumir que el entorno no solo ha cambiado sino que seguirá cambiando, más que buscar explicaciones y culpables, hay que ponerse manos a la obra y así no solo solucionar los problemas actuales, sino que hay que recordar para no volver a cometer los mismos errores porque, si te crees infalible, nunca aprenderás.

*Economista

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