La esperanza sigue viva entre la oposición a Chávez

“Chávez gana derecho a reelegirse tras un proceso plagado de vicios” (El Nacional), “De enmienda en enmienda Venezuela no avanza” (24 Horas); “La marea roja volvió a Miraflores”, “Enmienda aprobada” (El Universal), fueron, entre otros, algunos de los titulares de las primeras páginas de los principales diarios de circulación nacional, tras la jornada electoral del domingo, durante la cual ganó la propuesta de reelección indefinida.

“Sí perdió el país: se impuso el abuso y la trampa”; “Organizaciones de la sociedad civil le recordaron al presidente que le quedan cuatro años y que se ponga a gobernar”: “Consumado el fraude a la Constitución”, fueron otros titulares que resumían el sentimiento que se convirtió en vox populi, cuando comenzaron los rumores sobre el triunfo del “sí” y las caras se hicieron largas y, en algunos casos, no se pudieron ocultar las lágrimas. También hubo rabia, resignación, mucha tristeza. Y mucho coraje en el comando del “no” y en el ciudadano común, o de a pie, como se le dice por estas tierras al pueblo de clases media y baja.

Poco antes de que el primer mandatario, Hugo Chávez, encadenó al país y anunció que desde ahora era el candidato presidencial para el 2013, en el comando perdedor la dirigencia estudiantil anunció que seguirá en la calle, porque ahora es cuando Venezuela necesita de sus cuadros de relevo, y sólo se perdió una batalla. Fueron ellos quienes dieron la cara. Los veteranos de la vieja oposición callaron otra vez, como en ocasiones anteriores. Sólo el alcalde mayor Antonio Ledezma habló con mesura y convocó a seguir trabajando por el bien del país, evidenciando el por qué de su liderazgo político, nuevamente en ascenso.

Este domingo se puso de manifiesto nuevamente la subordinación de todos los poderes públicos a los mandatos del comandante Chávez. Y al venezolano se le dividió por enésima vez en ciudadanos de primera y ciudadanos de segunda. La ley se aplicó a unos, al mismo tiempo que se privilegió abiertamente a los del sector oficial, que incluso, hicieron propaganda hasta en los centros de votación.

Vestían ellos con su rojo identificativo y propagandas en sus camisas. Por llevar franelas alusivas al movimiento estudiantil se pretendió impedir el voto de unos estudiantes.

Se cumplió el “y me los meten presos”

Durante la jornada hubo 71 detenidos, todos ciudadanos sin filiación política, ciudadanos comunes y corrientes que acudieron a votar esperanzados en aportar algo al país, quienes fueron acusados de cometer delitos electorales, como romper el comprobante de votación (un pequeñísimo papel similar a un recibo de compra de abastos) o protestar porque el voto le salió nulo, a pesar de su elección de la alternativa del “no”. Los detenidos reclamaron que el gobernador del oriental estado Anzoátegui, Tarek William Saab, también rompió su boleta y sin embargo, se le permitió realizar dos veces el sufragio.

Las acciones quedaron de la siguiente manera, según el primer boletín del CNE, el órgano estatal estadístico, el “sí”, con 6.003.594 votos (54,36%) y el “no”: 5.040.082 votos. El segundo boletín oficial dado a conocer este lunes, arrojó los siguientes resultados: “si”, subió a 6.310.4482 (54,85%) y el “no” se ubicó en 5.193 839 (45,14%).

Durante el día hubo quejas de todo tipo de parte de los electores y sus representantes en el proceso: “la tinta se quita con cloro”, mostraron en público ante las cámaras los más indignados. Por ende, no hubo garantía del voto una sola vez. Sí hubo muchos votos nulos involuntarios, gente que no aparecía en los listados a las puertas de las mesas, entre otros vicios.

El Gobierno trajo a votar a gente de otros países, denunciaron algunos de ellos, molestos porque se sintieron engañados. No les dieron lo prometido y pasaron un día de hambre en una ciudad desconocida. Como en procesos electorales anteriores, mucha gente no pudo votar, porque ya otro había votado en su lugar (¿triples cedulados o con más cédulas en su poder?).

A ello se agrega la decisión de dejar para el día lunes siguiente la contabilización de los votos de los venezolanos residentes en el exterior. No se quería que estos sufragios pudiesen influir en los resultados y había que darle temprano al comandante Chávez las cifras finales. Cabe señalar que todavía el electorado venezolano no sabe exactamente con cuántos votos el país le dijo 'no' a la enmienda constitucional propuesta y votada en diciembre de 2007.

“La sentencia del Tribunal Superior de Justicia y el silencio del CNE ante los abusos pasarán a la historia como ejemplos de complicidad con la tiranía”, reseñaba otro diario en el segundo día del referendo. Los sectores democráticos que se opusieron a la reelección indefinida se organizarán desde ya para enfrentar la tiranía y continuar la lucha por la defensa de la constitución, anunciaron voceros políticos. “¡La revolución ya no es bolivariana! El 15-F se traicionó el pensamiento del Libertador”, tituló la publicación 24 Horas, la cual reseña que “un grupo de ciudadanos solicitó que se elimine la palabra bolivariana del nombre de la República”.

La jornada dominical no registró el entusiasmo que sí hubo cuando el país mayoritariamente negó la aprobación de la reforma constitucional en el año 2007. El domingo pasado la gente acudió a votar sin prisa, de manera que no hubo colas en las mesas de votación en ningún momento. Este panorama causó preocupación en uno y otro grupo. Y los resultados se vieron al final de la votación.

Obligados a votar “sí”

Hasta último momento hubo de parte del sector oficial una gran presión sobre el electorado, especialmente los empleados públicos y jubilados de la administración pública, a quienes se llamó por teléfono a sus casas para que fueran a votar y se les amenazó con dejarlos sin pensión o despedirlos del trabajo si votaban en contra de la enmienda. Tendrían que apoyarla a juro.

Justamente en este aspecto, el secreto del voto, consagrado en la Constitución nacional, se centró la campaña electoral de quienes adversaban la propuesta presidencial de reelección indefinida, tratando de captar a este importante segmento de electores. En contraposición, el comando oficialista orientó su campaña a convencer a los empleados dependientes del sector público de que el gobierno sí tenía los medios para saber por quién votaría cada elector.

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