Aunque la oposición va a intentar sacar lasca a la gestión del secuestro del atunero Alakrana, liberado este martes tras 47 días de angustioso secuestro, hay que reconocerle al Gobierno de Zapatero haber conseguido el propósito original de salvar la vida de los 36 tripulantes del barco. A lo que se añade, cuestión nada baladí, la detención de dos de los piratas somalíes, actualmente en manos de la justicia española en base al ordenamiento jurídico vigente. Pero mientras Zapatero y los suyos celebran este éxito, en el aeropuerto lanzaroteño de Guacimeta, la diplomacia española tiene un problema de enormes dimensiones. La activista pro derechos humanos Aminatou Haidar se encuentra en una inadmisible posición política y personal como consecuencia de la actitud marroquí de opresión contra el pueblo saharaui y la siempre tibia posición española. Madrid tiene un marrón por haber acogido a una ciudadana mundialmente reconocida por no haber sido capaz de plantar cara a una deportación que contraviene la legislación internacional.