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“De aquí solo salgo en una caja de pino”

Héctor Arocha ha sufrido empeoramientos de su salud durante el tiempo que lleva recluido en el Hotel.

Tachi Izquierdo

Santa Cruz de Tenerife —

Héctor Arocha Santana lleva ya más de tres meses atrincherado en la inmensidad del Hotel La Paz (Puerto de la Cruz), un establecimiento que desde abril cerró sus puertas y que, a juicio de quien fue su director en funciones hasta que se clausuró la actividad, “la empresa responsable lo hizo también olvidando las obligaciones económicas con más de 60 empleados”.

Por ello, Arocha ha querido emprender una lucha contra la empresa que explotaba el establecimiento, Jairo Tour SL, y pretende realizar este lunes, en el aparcamiento de este emblemático hotel, una concentración con todos los que fueron sus empleados a partir de las 10:00 horas para reivindicar que “se nos abone todo lo que se nos debe”.

Una vez que se fueron los trabajadores y los clientes, Arocha decidió “atrincherarse” en la misma habitación en la que residía cuando era un cargo directivo; aventura en la que le acompañó durante los tres primeros meses su pareja, también trabajadora en el Hotel, pero que ahora ya no le sigue puesto que, según explica el exdirector, “la situación se ha convertido en insostenible una vez que nos cortaron el agua y la luz”.

Además, en este tiempo, el estado de salud de Héctor Arocha ha empeorado, ya que, al margen de que ha requerido intervención médica en varias ocasiones y traslados a centros sanitarios, hace unas semanas le han detectado “unos parámetros muy bajos en las defensas de los pulmones”, algo que, asegura, “según los expertos que me han atendido, ha empeorado debido a las condiciones de vida que he padecido últimamente y a las presiones diarias que recibo”.

Afirma que “ahora estoy solo en el Hotel, pues incluso se ha retirado la seguridad del establecimiento, que es enorme, ya que cuenta con unas 25 entradas que están sin ninguna protección las 24 horas del día, tiempo en el que estoy absolutamente desvalido y con la sensación de que voy a sufrir un ataque en cualquier momento”.

Héctor destaca que ni a él ni al que fue su personal “se le ha pagado nada en absoluto”. Se trata de alrededor de 60 personas entre el Hotel La Paz y otro establecimiento que explotaba la misma sociedad, “que conformamos diferentes colectivos por categorías y defendidos por diferentes fuentes, pero que ahora pretendemos organizarnos para reivindicar lo que le corresponde a nuestras familias”.

El exdirector manifiesta que, “a pesar de las coacciones tras coacciones, aquí sigo solo en un hotel de cuatro estrellas cuyas 167 habitaciones están completamente equipadas y con todos los servicios y dotaciones, que son un dineral bajo mi control. Por ello, muchas noches las paso en la terraza con una manta y una linterna, pendiente a cualquier movimiento o mínimo ruido. Estoy en plena tensión, a pesar de que debo tomar un tratamiento y de mi compleja situación de salud. Esto es así desde hace tres meses y, para colmo, sin cobrar en los dos últimos años”.

En este sentido, Arocha precisa que, “desde que entré a trabajar con esta empresa no he cobrado nada, a pesar de que siempre he asumido la función de director en dos hoteles al mismo tiempo. En La Paz entré en 2013, pero poco a poco me percaté de que tenía muchas pérdidas, porque los precios eran muy bajos, como alojamiento con todo incluido que se había fijado en los 8,50 euros. Al final nos dejaron el muerto aquí”.

A pesar de todas estas circunstancias, indica que “aún sigo sin moverme del Hotel porque tengo esperanzas de que voy a cobrar, porque hay una cosa que se llama responsabilidad subsidiaria y porque yo he trabajado para los propietarios de estos hoteles. He aguantado porque cuando había actividad no me quedaba más remedio que seguir aquí las 24 horas. Sin embargo, hay otras cosas de las que empiezo a darme cuenta, como que el Hotel La Paz carece de permiso de apertura, algo que detecto en mi ciclo, pero que es, por supuesto, anterior”.

El que fuera director agradece a los empleados y clientes su comportamiento, porque “han tenido una paciencia inmensa ante los incumplimientos de un establecimiento de su categoría”. A este respecto señala que “los usuarios ya nos llamaban hotel tomorrow, porque nunca teníamos lo que nos pedían y siempre la respuesta era: ‘Mañana’. Eran tales las carencias descritas por Arocha que, sostiene, ”los empleados comprábamos de nuestro bolsillo productos como la leche o el pan“.

Pese a todo, apunta que para irse de este hotel ahora solo hay tres maneras: “Cuando se pague a todo el personal y a mí, que lo decida un juez o en una caja de pino, porque yo me estoy enfermando aquí de una manera que solo veo que me voy a morir”.

Expresa que “lo único que exijo es lo que me corresponde legítimamente y lo que también reclaman más de 60 familias, que es el fruto de su trabajo”. También añade que él ahora no está en un hotel, “viviendo de una manera que dé envidia, sino en una habitación en la que no puede utilizar el baño, porque no hay agua; tampoco tengo luz, ni comida, ni nada. Aquí estoy atrincherado a pesar de que me lo han quitado todo y a merced de quien decida entrar aquí, corriendo un gran riesgo para mi integridad”.

“Esto es una injusticia”, afirma Héctor Arocha, quien agrega que “no es la primera vez que ocurre, ya que en los últimos seis años tres empresas diferentes han realizado lo mismo y en el mismo hotel, estafando al personal, aunque hasta ahora nadie ha cometido la locura como yo de atrincherarse”.

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