El mejor partido del año para calmar las aguas del Heliodoro

José Miguel Galarza

Santa Cruz de Tenerife —
16 de noviembre de 2025 02:18 h

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Como en Ferrol dos semanas atrás, el Tenerife acalló el ruido ambiental y las dudas con una victoria solvente, esta en el Heliodoro plena de juego, ocasiones y goles, cuatro que pudieron ser más por la frecuencia de caídas al área de los blanquiazules en una primera parte espléndida encarrilada por el tanto temprano de Gallego —tras una conexión sincrónica entre De Miguel y Alassan—, presagio de todo lo que llegó después.

Fue el Tenerife un equipo entregado a presionar en su campo a este Celta Fortuna de futbolistas tan dotados para jugar al pie y a la corta, como bisoños cuando pretendieron sacarla jugada desde su puerta, un método suicida justo el día en el que Jesús De Miguel se reactivó en los dos planos para ejercer —junto a un Gallego infatigable— como puntas de lanza del ejercicio coral del grupo de Cervera.

Devuelto por el técnico al 4-4-2 del primer ciclo de victorias de la temporada, el once de este sábado reconfirmó al cuarteto defensivo y permitió la primera titularidad de Fabricio, respondida con un partido muy cercano a lo demostrado dos años atrás en el filial, este mediocampista canchero que hace todo con sentido, no titubea para pisar el área y definir, así un tiro roscado con el exterior que solo paró el larguero. O asistir, como cuando originó el 2-0 con un pase de la muerte que no agarró a la corta Gallego y quedó franco en el palo largo para De Miguel y su octava diana del campeonato.

Fabricio, como Alassan, retrataron la ambición del Tenerife por devolverlo a su estado natural de candidato solvente al ascenso. Ausente por lesión Dani Fernández, el extremo se quedó con la banda derecha y todo por demostrar. La defensa del Celta con tres centrales —el de su lado, Jaime Vázquez, con demasiada querencia a arrimarse a Anxo— le dio la excusa perfecta y Alassan puso el resto con un rato largo cayendo entre liberado y en ventaja. Cuando le comenzó a doblar César con el Tenerife asentado y los vigueses desolados, costaba entender la pretendida potencia de un rival diluido por el escenario y las circunstancias.

Entre gol y gol, el Tenerife ya había desconcertado a la parroquia haciendo virtud de la simpleza de su estrategia —anticipar para robar o ganar todos las pelotas divididas lo más lejos posible de Dani para armar juego directo con los exteriores abiertos—, un ejercicio virtuoso del que participaron Landázuri y León yendo a buscar a su par en el campo del Celta, los medios abriendo el juego con cambios de orientación o balones a la carrera de Alassan, Nacho Gil atado a las conducciones y los puntas sacando los centrales de sitio para descargar con tino.

La suma de todo fue un equipo eléctrico en el despliegue y certero en las triangulaciones, voraz para quitarle la posesión a su rival y empeñado en colocarla en tres pases y una aceleración en el área de Coke Carrillo, al que solo salvó de una goleada antes de la pausa —en una primera parte de los anfitriones sin tacha— la cadencia de remates, un punto negativo injusto vistos el resultado final y la excelencia para lo demás.

Cervera, los suyos y el desgaste de una primera parte frenética de esfuerzos y aproximaciones peligrosas entendieron la continuación con el temple debido. Entre que Álvarez mutó el 3-4-2-1 en un 4-4-2 más prudente y el Tenerife renunció a la presión alta para juntarse treinta metros más atrás, el Celta sufrió menos y ganó algo de iniciativa, estéril para hacer daño las dos veces que Hugo González se encontró con sendos remates limpios resueltos con la candidez del novato.

El cambio de David (conmocionado) por Zoilo dio a Cervera una bala más para escalar el resto de relevos cuando el Tenerife acusó el desgaste y se permitió fallar un penalti escandaloso de Anxo sobre Alassan cuya resolución —impropia de su talento— se quedó Nacho Gil. La ejecución, penosa pese a engañar al meta, llevó el balón al palo de sujeción de la red.

Lo de Nacho pudo meter al Tenerife en un rato de duda, pero la ingenua segunda amarilla de Burcio —un retrato de la inocencia general de su equipo— y los cambios siguientes para oxigenar el medio juego dieron sales, más juego adornado y otras cuatro oportunidades de gol. Las de Juanjo y De Miguel con tiros liberados hallaron la respuesta adecuada de Carrillo, pero el fin de fiesta acabó de reanimar a medio Heliodoro por el generador de los remates, este Maikel Mesa con diez minutos y la prolongación para reclamarse necesario.

Antes se asoció con Ulloa —otro seis solvente que, como Fabricio, huele el gol cuando pisa el área— en una pared que dejó liberado al (ex)centrocampista del filial para sacarse un tiro seco a las alturas del portero, inapelable. Y de postre, el premio que debería acabar con la ansiedad de Balde para graduarse en un solo examen. Maikel le devolvió otra pared de artista en la frontal que el chico obró en un remate similar al de Ulloa, ahora más violento. Un cierre merecido para una noche como pocas que acalla las dudas.

CD Tenerife: Dani; César, Landázuri, José León, David (Zoilo, min. 55); Alassan (Baldé, min. 67), Aitor Sanz (Juanjo, min. 80), Fabricio (Ulloa, min. 84), Nacho Gil; De Miguel y Enric Gallego (Maikel Mesa, min. 84).

Celta Fortuna: Coke Carrillo; Pablo Meixús, Anxo (Ndiaye, min. 90), Jaime Vázquez (Milla, min. 46); Gavián, Antañón (De la Iglesia, min. 61), Óscar Marcos (Somuah, min. 80), Hugo Burcio; Hugo González, Angelito (Luis Bilbao, min. 86); y Álvaro Marín (Capde, min. 80).

Goles: 1-0, min. 1: Enric Gallego. 2-0, min. 44: De Miguel. 3-0, min. 90+1: Ulloa. 4-0, min. 90+8: Baldé.

Árbitra: Olatz Rivera Olmedo (Comité vasco). Expulsó por dos tarjetas amarillas a Hugo Burcio (min. 35 y min.73). Amonestó a Aitor Sanz (min. 39), Fabricio (min. 45+2) y Enric Gallego (min. 80); y al visitante Anxo (min. 55).

Incidencias: Partido de la duodécima jornada del Grupo I de la Primera Federación 25-26. Estadio Heliodoro Rodríguez López, ante 12.216 espectadores. Se guardó un minuto de silencio en memoria del exentrenador blanquiazul Xabier Azkargorta.