Las dudas sobre la visita del Tenerife al Municipal de Gobela —que si las dimensiones reducidas, que si el césped artificial, que si un rival invicto como local… que si tocaban dos delanteros o uno…— debían ser solo del entorno. Si realmente las tuvo el grupo de Cervera, las escondió con esta goleada sobre el Arenas que cierra el debate y mantendrá abierto, para los abonados a las conspiraciones, lo de Maikel Mesa y sus minutos, una discusión bizantina en lo que los blanquiazules —como grupo— hacen acopio de trabajo entregado, puntos y sensaciones.
Parece empeñado este Tenerife en fallar cuando las previsiones apuntan a partidos cómodos como en meter una sexta marcha de efectividad, más le recuerden los agoreros que no se puede fiar de este o aquel o de esto y aquello. Así este Arenas y sus circunstancias ambientales, que con un par de días más de previa habría devenido equipo imposible de vencer en un campo en el que se juega a otro fútbol para el que el líder de la Liga no estaba preparado.
Como ante el Ferrol o el Celta Fortuna, los augurios se olvidaron lo que tardó el Tenerife en explicar su plan de partido en Guecho: jugar en el 50x60 de los locales para hacer virtud de la presión adelantada y el juego directo que acorta la estrategia y hace más sencilla la resolución de los ataques. Si antes de tres minutos haces buena la estrategia y tu capitán resuelve un córner con una sencillez impensable a este nivel, aún será más fácil llevarte los puntos y un aumento del crédito. No imaginó Aitor Sanz un remate tan plácido para marcar a los 41 y fijar otro récord de longevidad del tinerfeñisimo.
Lo del saque de esquina para el 0-1 nació de su ejecutor, protagonismo absoluto de un futbolista renacido diez años después de que apuntara maneras de Primera División. A la espera de que Marc Mateu regrese de su lesión interminable, Nacho Gil se ha apoderado del balón parado, las asistencias y las mejores definiciones. Añade a la calidad en el pase o el remate una brega interminable. Lo tiren a una banda o detrás del punta, Gil va a lo suyo, transita por donde le place y hace mejor al equipo: en lo que podía esperarse de un jugador dotado con el balón al pie, pero, igualmente, haciendo kilómetros tapando aquí y allá si no es robando.
Su balance de este sábado lo retrata imprescindible (como Aitor, Gallego o David) entre los diez jugadores de campo de Cervera. Y convierte en ridícula, con sus prestaciones, la discusión sobre el sitio de Maikel en el once, que podría ser el de Nacho Gil si Nacho Gil no fuera camino de la mejor temporada de su carrera.
Gil puso el córner del 0-1 y, entre col y col, cerró el 0-3 del primer acto con una resolución soberbia para inventarse un gol encimado por tres rivales, un arranque de brío, una bicicleta y un zurdazo por el palo del portero que tocó el larguero antes que la red. Estará esta su cuarta diana del curso entre las mejores de la temporada, sin duda.
Tras la pausa y un arrebato temprano que permitió al Arenas acortar el resultado —ya con defensa de cuatro y otros tantos cambios para desandar el desaguisado que le montó Erice a su equipo, como mal imitando al Celta y sus tres centrales de la semana anterior—, otra vez Nacho Gil vino a poner calma entre los suyos y remedio urgente al único error con valor de gol del dúo Landázuri-León, camino de innegociable, está de más decirlo.
Arrastró a media defensa local en lo que se arrumbaba a la línea de puerta camino de la nada, roló la mira hacia el área chica y le regaló un cabezazo goloso a un Jesús de Miguel sin marca para que hiciera el cuarto gol. Lo que vino después fue lo previsible con media hora por jugarse, un rival solo voluntarioso y un Tenerife acomodado que no encontró más objetivos que hacer que el tiempo pasara plácido.
Cervera esperó demasiado para mover fichas, puede que sumido en la duda entre que el campo chiquito restaba recorrido y desgaste a las carreras de sus titulares. La demora dio un cuarto de hora para la primera remesa —con Enric Gallego al banco tras otra faena superior a los espacios, un dolor de muelas para cualquier par que se le arrimara y otro gol servido por Alassan—, de la que salió aseado Juanjo e insípidos Cris Montes y Baldé. Uno sin balón es poco, justo lo opuesto al otro, que tiene ratos en los que se lo apropia para desesperar al resto mientras hace de un disparo imposible el sentido de su existencia.
De la segunda tacada de relevos, innecesaria con el partido en sus brasas, les habrá quedado a Maikel Mesa y Noel el regusto de los minutos sin sustancia. Frente a ese gesto que da carrete a los que han hecho de Maikel un motivo para recordarse cofrades anticerveristas, el valor de esta victoria coral, rotunda, que acorta una mijita la interminable ascensión para salir del pozo.
(1) Arenas Club: Anartz Peña; Santi Borikó (Zabala, min. 46), Paul Álvarez (Mutilva, min. 46), Pablo García; Sillero, Verde (Álvaro Vázquez, min. 46), Hidalgo (Lartitegi, min. 78), Sustatxa; Troncho, Mattheus (Jorge Luis, min. 46) y Zabaleta.
(4) CD Tenerife: Dani; César, Landázuri, León, David; Alassan (Baldé, min. 76), Aitor Sanz, Fabricio (Juanjo, min. 76), Nacho Gil (Maikel Mesa, min. 87); De Miguel (Noel López, min. 87) y Enric Gallego (Cris Montes, min. 76).
Goles: 0-1, min. 3: Aitor Sanz. 0-2, min. 24: Enric Gallego. 0-3, min. 34: Nacho Gil. 1-3, min. 49: Álvaro Vázquez. 1-4, min. 60: De Miguel.
Árbitro: Manuel Pozueta Rodríguez (comité cántabro). Amonestó al visitante Dani (min. 46).
Incidencias: Partido de la décimo tercera jornada del Grupo I de la Primera Federación 25-26. Municipal de Gobela, ante unos 700 espectadores, de los que cerca de 200 eran del CD Tenerife.