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25N, mucho ruido para escuchar el final

Ana Monzón

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Si hay algo positivo en los días internacionales de algo es el ruido que se puede hacer, porque de conmemorativo el 25N no tiene nada, ni por recordarlo ni por celebrarlo. 

Se me antoja este año más ruidoso, realmente creo que estamos avanzando en la concienciación sobre el maltrato que la mitad de la población ha infligido sobre la otra mitad, las mujeres, de manera histórica. Sí, amigos, todos de una mitad, de base por machistas, de culmen por asesinos. Suena duro, lo sé, y mi intención última es que te produzca rechazo al leerlo, pero o conceptualizamos claro llamando a las cosas por su nombre o no avanzamos. 

Estamos presenciando un recrudecimiento en los maltratos a la mujer en todas sus formas. Me da igual si es por más denuncias o por más casos, no me voy a entretener en si son galgos o podencos. Si las cifras oficiales registradas de delitos contra las mujeres aumentan, aumenta el delito. Igual de grave es si se trata del reflejo de unas cifras que ya existían. 

Te crees que ahora todo es maltrato. No. Ya era maltrato, ahora se le está llamando por su nombre. Y fíjate si existe el maltrato generalizado y normalizado del hombre contra la mujer que a todo lo que se le está reconociendo como maltrato te parece mucho. Se le está reconociendo porque lo es, porque estamos hartas y porque hasta aquí estamos llegando.

Identificar desde el inicio el comportamiento de maltrato es la única manera de erradicarlo. Sólo así las mujeres vamos a ir rechazando la maldad, sólo así los hombres van a ir eligiendo lo que quieren ser. El maltrato no es ni cosa de jóvenes, ni cosa de pobres. Una relación de maltrato te llega a cualquier edad y desde cualquier estatus socio-económico. No olvidar esto nos vendrá bien. Venga, vamos a recordarte, hombre, lo que vienes haciendo hasta ahora y que cada vez más va a ser que no.

Creer que tienes derecho al sexo: las mujeres no estamos para satisfacer las necesidades de nadie. Querer que tu pareja no sea libre: controlar sus relaciones, su ropa, su sonrisa. Provocar celos para retenerla: si estuvieses con más mujeres dímelo, para avisarlas. Ofender, insultar, menospreciar: tú, que dependes de maltratar a una mujer para ser alguien. Engañarla con halagos y mimos excesivos desde el principio sin conocerla aún: espera, que a partir de ahora soy yo la que te dice si tienes algo digno de mención. Hacerme sentir incómoda con cosas que sabes que me molestan: las bromas hacen gracia y tú no la tienes. Te voy a enseñar de sexo: te voy a enseñar a dejar el baño limpio cuando lo uses.

Loca, puta, puta loca, exagerada, celosa, ridícula, inestable, emocional, irracional, cansada, estresada, inmadura, radical, conflictiva, desafiante, problemática: claro, claro... fíjate si es grave lo que haces que, siendo tú el cuerdo, maltratas, por tanto lo haces con toda la conciencia. Me catalogas junto con más hombres: necesitas hacer comandita para reforzarte, doblemente dependiente, del hombre que te refuerza y de la mujer a la que maltratas. Negar la violencia machista: eres maltratador o eres cómplice. 

Estamos hartas. Exigimos relaciones personales y sociales sanas basadas en el respeto. No somos objeto de abusos ni manipulación. El Estado, las instituciones y las propias mujeres entre sí vamos a ocuparnos de nosotras, pero el foco, el dedo señalador está sobre el hombre. Son ustedes el problema, son ustedes la solución. Métanse la Duracell en el culo porque van a necesitar mucha energía en poner atención en lo que no puede ser y ya no tiene más recorrido. Ustedes son los responsables de revertir la violencia contra las mujeres. Ustedes, hombres, no nosotras. 

El silencio de las mujeres es la herramienta que perpetúa el maltrato. Nos desacreditan para que no hablemos. Los hombres siguen teniendo el poder, pero las mujeres tenemos la verdad. Tus cimientos de maltrato son un castillo de naipes que caerán con el apoyo institucional y de las fuerzas políticas que estarán escrutadas y exigidas para asegurar esta protección. Eso y que vergüenza para manifestar un maltrato, cada vez menos. Nos la sudan vuestros juicios. 

Nuestra libertad es decirte NO. Identificarte desde el principio, decirte que no por maltratador y preguntarte qué te ha parecido. Ahora ya tenemos a alguien a quien llamar y que nos crea. Elegimos no casarnos ni embarcarnos en relaciones de maltrato. Ahora, cada vez más, es nuestra voluntad. Tú me pones el cuchillo en el cuello, yo te pongo mi conocimiento sobre ti. Ruido, mucho ruido, que al final llega el final.

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