La crisis de nuestras vidas

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Por si había dudas, podemos ya considerar que se ha producido un cambio en el ciclo económico en Canarias, confirmando simplemente lo que ya sabíamos. Es cierto que se ha adelantado, y magnificado por razones varias. Pero también sabíamos que, aún en el supuesto de que hubiera sido posible, no podíamos permitir por mucho más tiempo un nivel de crecimiento de la actividad económica debido a que el coste, en términos de calidad de vida, ya era excesivo. A partir de ahora, podríamos adoptar un discurso de “principios” y afirmar que hemos debido ir preparando opciones económicas para este momento. También podemos afirmar que quienes tenían la hegemonía económica y política son los responsables de esta incapacidad relativa. Todo esto es cierto, pero el discurso no puede quedar aquí porque en el corto plazo se deberá hacer frente a un mayor número de personas en desempleo. Cierto es que la denuncia de la hegemonía no puede abandonarse, pero tampoco la resolución de los problemas a corto plazo porque ¿cómo vamos a determinar los empleos en el nuevo modelo de acumulación, si en los sucesivos cortos plazos se va perdiendo capacidad de influencia?

El paro tiene consecuencias políticas en tanto polariza el poder de las diferentes partes del mercado por lo que, una vez contrastado el cambio de ciclo, debemos tomar iniciativas para no permitir que el peso del ajuste recaiga, con todas las consecuencias, sobre una de las partes en conflicto sabiendo que, en términos económicos, el peso del ajuste tiene tres frentes principales: la ganancia, los salarios y el desempleo. Es por ello por lo que parece evidente la necesidad de impulsar iniciativas institucionales para corregir los ajustes puros del mercado.

No será ni la primera ni la última vez que ocurre, en donde el crecimiento económico puede verse acompañado de un proceso de destrucción de empleo sostenido y del crecimiento de la tasa de paro. De hecho, modificaciones institucionales pueden tener repercusiones para la historia de la economía de las Islas Canarias como fue, en su día, el desarrollo de la legislación sobre la contratación temporal y la consiguiente reducción de la protección del empleo, en donde se explora el modelo de relaciones laborales en que su principal característica es un progresivo deterioro de la protección al empleo apostando por la asalarización temporal.

De hecho, hay fases del ciclo económico en el que el continuado crecimiento económico se transforma en crecimiento del empleo y en una mejora relativa de la tasa de paro donde el cambio de visión implica, que una vez que se inicia la creación de empleo, se exige la desprotección del empleo. Pero continúa pasando el tiempo y el ritmo de crecimiento de la economía de las Islas baja considerablemente hasta niveles de recesión hasta bucear en lo más profundo de una crisis. El empleo rápidamente cae y la tasa de paro se eleva hasta niveles desconocidos. La sincronía entre el ciclo de crecimiento y el empleo es evidente. Tal sincronía permite ajustar rápidamente sus plantillas tanto a las fases de expansión como de crecimiento, lo que hace esperar, a partir de entonces, una alta elasticidad de la demanda de trabajo respecto del crecimiento económico. Esta es la enseñanza que no debe ser olvidada cuando en estos momentos entramos, ya no solo en una nueva fase de menor crecimiento, sino en una situación de crisis. De hecho, será la crisis de nuestras vidas.

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