Ni cruje ni muge

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Teniendo en cuenta el batiburrillo alocado de votos en el Congreso de los Diputados para aprobar por los pelos la nueva reforma laboral, no es fácil saber si esta es de derechas, de izquierda o de extremo centro. En principio la protagonista principal de esta película es la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, que como es comunista de Izquierda Unida puede hacernos pensar que esta reforma es progresista. Sin embargo, ha sido también respaldada por partidos de derecha y por la patronal formada por empresarios que por regla general no suelen ser de izquierda. 

Además, el hecho de que haya partidos de izquierda como Esquerra Republicana de Catalunya, Bildu o la CUP, que han rechazado está reforma laboral, nos hace pensar que la nueva norma puede ser también de derecha. Lo más fácil para deshacer el entuerto es leérsela con tranquilidad para poder tener opinión propia y no dejarse llevar por intoxicaciones y bulos habituales. Desgraciadamente los partidos políticos suelen utilizar cualquier argucia para manipular la realidad y capitalizar los argumentos en su provecho. Miren si no la increíble explicación partidista del fallo garrafal del diputado Casero al votar a favor del gobierno. 

La derecha nacional votó en contra de la reforma laboral, excepto Ciudadanos. Realmente resulta llamativo y difícil de entender que la derechona española haya rechazado un acuerdo firmado por los agentes sociales y sobre todo por los empresarios a no ser que hablemos en clave de estrategia partidaria. 

El argumento de Ana Oramas, que tampoco es de izquierda, era precisamente ese: ¿cómo los políticos vamos a votar en contra de un acuerdo laboral firmado por los representantes de los empresarios y de los trabajadores? Incluso la ministra de Empleo del Gobierno de Rajoy, Fátima Báñez, ahora trabajando en el Patronato de la fundación de la CEOE, pidió encarecidamente a su partido que respaldara la reforma laboral. Sin embargo no lo hizo porque ahora Pablo Casado está más ocupado en su carrera deslavazada hacia la presidencia del Gobierno, dando pábulo a los rumores, que en lo que preocupa a los españoles. Ahora tiene la desvergüenza de llamar pucherazo a los errores de su propio partido.

El hombre, que cada vez da más pena, está al quite de cualquier chorrada y alimenta mentiras que tratan de perjudicar al gobierno actual con la insana intención de colarse entre las rendijas que deja la política más perversa e inmoral. Por ejemplo, se agarra a falacias que le atribuyen al ministro de Consumo para hablar de ganadería, algo de lo que el líder del PP no solo no está ducho sino que no tiene ni pajolera idea, como ha demostrado en varias intervenciones en pleno campo acompañando a las vacas y a las cabras, que deben ser las únicas que lo entienden en ese paisaje bucólico. 

La portavoz parlamentaria del PP, Cuca Gamarra, ha amenazado con derogar esta reforma laboral, ganada in extremis por un voto de un diputado popular despistado, cuando lleguen al gobierno pero no sabemos cuándo va a ser eso. Es más, no creo que los populares sean capaces de revocar un acuerdo que ha sido firmado por los agentes sociales y no como ocurrió en 2012 con el Gobierno de Rajoy, que aprobó una reforma laboral sin consenso y sin el apoyo de los sindicatos. Esa imposición la llevó a cabo gracias a que contaba con mayoría absoluta en el Congreso.

A ver cómo explican el PP y Vox ahora a sus votantes que pulsaron el mismo botón en el Congreso que Esquerra Republicana de Catalunya, Bildu o la CUP. 

El popular más impopular de España ha salido al paso del ataque de una pila de ganaderos energúmenos, avivados por su partido y la ultraderecha, al Ayuntamiento de Lorca en Murcia con una frase propia de una candidata a Miss Soria: “Estamos contra la violencia pero apoyamos a la ganadería”, como si una cosa tuviese que ver con la otra. Es una frase tan obvia que resulta tonta en la boca del principal líder de la oposición. ¿Se imaginan a un líder político decir lo contrario, que está a favor de la violencia y en contra de la ganadería? 

Los políticos de la desesperada oposición española están perdiendo los papeles, las formas y los estribos. Da la impresión de que desean prolongar el tiempo fuera del gobierno porque no se sienten capacitados para dirigir todavía el cotarro desde el poder. No sé por qué han votado contra la nueva reforma laboral si ellos son los primeros interesados en no quedarse sin trabajo. 

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