Iconoclastia
La excentricidad de debatir
Estos días se ha producido un hecho insólito en la democracia española y es que por primera vez es el presidente del Gobierno el que pide al líder de la oposición que se hagan debates electorales antes de los comicios generales del 23 de julio. Hasta ahora las solicitudes de debates electorales siempre se hacían desde la oposición al gobierno para arañar votos y nunca desde el gobierno a la oposición para perderlos.
Es verdad que el PP está crecido e inflado después de los resultados de las elecciones autonómicas y locales del pasado 28 de mayo pero sigue siendo muy extraño que sea el presidente del Gobierno de España el que pida debates al líder de la oposición y no al contrario, como ha sido siempre.
Pedro Sánchez sabe que en principio sale en segundo lugar de la parrilla en la carrera electoral pero también sabe que cada vez que ha tenido un cara a cara con Feijóo se lo ha comido con papas en el Senado. A Sánchez le interesan los debates cuerpo a cuerpo porque con ellos podría incrementar sus apoyos mientras que Feijóo no los quiere porque es consciente de su inferioridad dialéctica y telegénica.
Pedro Sánchez no sólo pidió un cara a cara con Feijóo sino nada menos que seis, como en las corridas de toros. Seis toros, seis. O dicho de otra manera: ¿no querías caldo?, pues toma dos tazas, en este caso seis tazas. ¿No querías elecciones ya?, pues toma elecciones ya. ¿No querías debates?, pues toma debates multiplicados por seis. Al engreído Feijóo le hubiese encantado provocar esos debates antes de conocer los resultados de las elecciones autonómicas. Pero ahora le da pereza y miedo escénico.
En un principio el PP rechazó los debates cara a cara y su portavoz electoral los calificó asombrosamente de excentricidad del presidente del Gobierno. Para el PP es excéntrico debatir en una campaña electoral. Estos portavoces se superan cada día más en el más difícil todavía.
Feijóo, en el colmo de la estulticia, ha manifestado que Sánchez no quiere que voten los españoles el próximo 23 de julio. O sea, que según el gallego el presidente del Gobierno adelanta unas elecciones que la oposición pedía insistentemente para que la gente no vote. Alucinante y surrealista.
La razón que arguye el jefe de la oposición es que la cita es en julio en pleno verano y que los españoles están de vacaciones en esas fechas. Lo que no dice Feijóo es que él mismo convocó en julio unas elecciones autonómicas en Galicia cuando era presidente de la Xunta.
Al parecer, los únicos españoles que votan en verano son del PSOE. Los del PP solo votan en primavera, otoño e invierno. Rajoy llegó a convocar unas elecciones el 20 de diciembre en plenas vacaciones navideñas. Para los populares es compatible votar en Navidad pero no en julio. Como si no se pudiese votar por correo.
Parece evidente que tendremos que prepararnos para aguantar las peroratas de los populares sobre asuntos y problemas que ya no existen, como ETA o los desahucios que ellos amplifican torticeramente, o incluso sobre Venezuela y países que nada tienen que ver con las elecciones en España.
Para su electorado visceral es más rentable hablar de eso que de la realidad que nos ocupa y preocupa. Ahora que España está teniendo datos económicos muy positivos, bastante mejores que otros países de la Unión Europea, la oposición los obvia y orilla.
A lo mejor, vista la caída de Podemos, no meterán en la campaña electoral a Nicolás Maduro pero no me extraña que sí incluyan al Yeti, el abominable hombre de las nieves, comparándolo con el coco, el monstruo de las galletas o el hombre del saco encarnado en Pedro Sánchez.
Si algo será seguramente abominable en esta campaña es la lista de mentiras, de bulos y de trampas que vamos a tener que soportar. Viva Honduras.
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