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El fracking, otra manera de atentar contra la naturaleza

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En el Consejo de Ministros del pasado día 30 de agosto, se ratificó, a propuesta del Ministro de Industria, la autorización para las empresas que solicitaran las licencias para la extracción de gas de esquistos o de pizarra, del subsuelo geológico de nuestro país. Como ya es conocido, el ministro J. M. Soria, es el adalid de las empresas eléctricas y gurú para la destrucción de las energías renovables y limpias. Y en esta ocasión, también, para las empresas de explotación del gas en el subterráneo.

Esta es otra de las dádivas que el Gobierno central ha puesto en bandeja de plata para el aprovechamiento empresarial de este gas, existente en las entrañas de la tierra, en detrimento del medioambiente y daños colaterales al ecosistema donde se perfore. Estas exploraciones, llamadas fracking o fracturación del terreno agujerándolo, se realizan por la inyección de gran presión de agua, arena y aditivos químicos, para que éstos, por la fuerza introducida, liberen gas de esquistos -y emanando metano?, existente en el subterráneo perforado.

Este método de fracturación de la capa freática se realiza en EE UU desde hace años, siendo el pionero en este tipo de extracción gasística. Cada año perforan 25.000 boquetes, para extraer el gas de esquistos y petróleo, que es menos costoso económicamente que el de extracción tradicional. Y allí se habla, como es corriente en todo lo que huela a negocio, de que este método no es perjudicial en daños añadidos a la naturaleza ni al medioambiente. Pero el impacto ecológico está demostrado, por la presión y fractura sobre las fallas, alterando su enérgica solidez, y produciendo terremotos de magnitud 2,3 y 1,5, en la escala de Richter, allí donde se taladra.

Esta es una muy discutida técnica, por procedimientos no convencionales. Opinan los ecologistas que este sistema es muy agresivo para el subsuelo, contaminando los acuíferos y el aire y los movimientos sísmicos aludidos. Existen cuantiosos peligros para la salud y el medio ambiente; evidentes riesgos de explosión por escapes de gas y de ácido sulfúrico, siendo éste muy tóxico.

Aunque los investigadores científicas en España, aún en pañales, del Consejo Superior de Minas, coteja que se extraerá del subsuelo gas para 39 años. Por el contrario, también se niegan ayuntamientos y diputaciones de distintas provincias a este peligroso sistema.

Es otra forma de especulación económica a la que el Gobierno central da origen al vil negocio, con el manido argumento de creación de puestos de trabajo y de riqueza energética no dependiente del exterior, que por ejemplo, en EE UU, de los 1.700.00 perforaciones habidas, solo genera unos 400.000 puestos de trabajo.

La aprobación de este recurso de extracción de gas y petróleo de los estratos geológicos no ha tenido ninguna repercusión en las personas que habitamos la piel de toro e islas adyacentes. Ningún medio de comunicación ha repercutido sobre este asunto, haciendo mutis por el foro. Incluso la prensa ha dado nula importancia a este próximo estropicio o peligro inminente. Los terratenientes o empresarios de pequeñas parcelas de terreno, han olido el negocio y están como buitres, que han olido ganancias dinerarias.

Los ministros españoles de Medio Ambiente y de Industria, con una brillante hoja de servicios en cada uno de estos ejemplares sui géneris, en cuanto atentados ecológicos ?el primero, por su reciente y torpe Ley de Costas aprobada, siendo ésta otra industria del ladrillo en los litorales y la destrucción del medioambiente costero; y el segundo, por su empecinamiento en perforan las aguas canarias, para extraer, ?aún está por localizarlo, hidrocarburos?, han dado el plácet, para que se perforen en las tierras que lo soliciten. A los dos les importa un carajo la ecología, el medioambiente, los ecosistemas y la misma naturaleza. Naturaleza, a la que ellos son extraños vivientes (o vividores), o tienen bula papal en sus conciencias, ante los desastres que ya resistimos en todas partes.

Este sistema de fracking (término anglosajón que se traduce por fracturación hidráulica), es otro vocablo que acabará, lamentablemente, engrosando el diccionario de la RAE, o del román paladino, al cual estamos muy prestos con los extranjerismos. Viceversa, sería tarea ardua difícil, que los tradicionalistas del colonialismo sean colonizados, ni aún, en la lengua de Shakespeare.

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