La inestabilidad institucional como desafío para la reconstrucción sanitaria
Una de las manifestaciones de la enfermedad crónica del Sistema Canario de la Salud es la poca estabilidad de sus altos cargos políticos, cuya esperanza de vida en la Consejería de Sanidad durante el periodo 2008-2020 no llega a dos años. En los últimos 12 años hemos tenido 8 consejeros y consejeras, y cada cambio puede llegar a afectar a entre 50 y 150 puestos de libre designación o en comisiones de servicios, que no suelen realizarse, precisamente, por concurso de méritos. Como resultado de esta situación, la sumisión o el no discrepar en la institución es un recurso para mantenerse en el puesto. Estamos hablando de la gestión de la empresa pública más importante de Canarias, que mueve a casi 30.000 trabajadores y consume unos 8 millones de euros al día, equivalentes a cerca del 40% del presupuesto de la Comunidad Autónoma de Canarias.
Y, para la acción de gobierno, un plan no puede ser un conjunto de normas y procedimientos en el que unos dirigen y otros son dirigidos, porque no funcionan. Los pactos con frecuencia se incumplen como ocurre con muchas normas de obligado cumplimiento. Y aquí, en Canarias podemos hacer una reflexión a partir cuatro importantes normas que no culminaron su tramitación, o directamente se incumplieron.
Por un lado, los artículos 4 y 14 del Reglamento de Organización y Funcionamiento de las Zona Básicas de Salud (Decreto 117/1997 de la CAC) que establece las atribuciones del equipo de atención primaria y de su director en las funciones de salud pública que nunca se ha desarrollado, cuando hoy en plena pandemia seguramente tendríamos que acogernos a esta norma para reorientar aspectos críticos para su gestión y control.
En segundo lugar, el Director del Servicio Canario de Salud (Román Rodríguez) junto a su Consejero de Sanidad de Coalición Canaria (Julio Bonis) trabajaron durante casi dos años en el acertado y oportuno proyecto de plan estratégico para Servicio Canario de la Salud (Documento Visión de Futuro-1999) que se quedó en una gaveta. Se acercaba el final dela legislatura y decidieron no aprobarlo para que lo hiciera el siguiente Consejero de Sanidad. Pero este, optó por ignorarlo aun siendo del mismo partido político, pero de otra familia política (José Carlos Francisco).
En tercer lugar El II Plan de Salud de Canarias 2004-2008 no consiguió pasar el trámite parlamentario por la oposición del PSC-PSOE. Algo parecido ocurrió diez años más tarde con el proyecto del III (en realidad II) Plan de Salud 2016-2017 presentado en el Parlamento siendo Consejera Brígida Mendoza, de Coalición Canaria, al final de la legislatura. Pero tampoco consiguió pasar el trámite parlamentario por la oposición de Nueva Canarias y del Partido Popular.
Este III Plan, se había iniciado a finales del 2007 con la Consejera del Partido Popular Mercedes Roldós y una importante asistencia técnica de Rafael Bengoa como experto internacional. Tuvo un proceso de formulación de ocho años de duración y atravesó administraciones de cinco Consejerías de Sanidad y cuatro Directores del Servicio Canario de Salud. Fueron necesarios más de cinco borradores conteniendo cambios que cada equipo de gobierno indicaba, según su criterio.
Finalmente, tras un rico debate del proyecto en la comisión de sanidad del Parlamento de Canarias, consiguió ser aprobado por unanimidad y ratificado en el Consejo de Gobierno presidido por Coalición Canaria siendo Consejero de Sanidad Jesús Morera, del PSC-PSOE, en septiembre de 2016. El periodo de vigencia del Plan, de apenas algo más de un año y medio, fue aceptado con la intención de que fuera prorrogado cuatro años una vez aprobado por recomendación del Parlamento en sus Propuestas de Resolución.
Poco meses después del cese de Jesús Morera por la salida del Partido Socialista del gobierno, es nombrado Consejero José Manuel Baltar que, a pesar de contar con el Plan de Salud de Canarias sin estrenar, en marzo de 2017 convoca el pacto del “Compromiso por la mejora de la sanidad pública canaria. Era la apuesta para la sanidad de la Coalición Canaria de Fernando Clavijo.
Este “Compromiso” fue el último intento de pacto por la sanidad, anterior al que se trabaja en estos momentos para el necesario e histórico Pacto por la Reactivación Social y Económica de Canarias para afrontar la crisis de la Covid 19. Con todo el apoyo de su Director del Servicio Canario de la Salud, Conrado Domínguez, la consejería buscó y logró la adhesión de colectivos sociales, partidos políticos y algunos sindicatos. El Consejero José Manuel Baltar no logró el apoyo del Parlamento pero consiguió reforzarse en el Consejo de Gobierno.
El diputado Juan Márquez, por el partido político Podemos, le había propuesto que lo incorporara como desarrollo de las Líneas de Actuación y de Colaboración del Plan de Salud 2016-2017, en la medida en que una mayoría de sus acciones estaban alineadas al Plan de Salud y otras en política de recursos humanos y en inversiones. Si lo hubiera aceptado, el “Compromiso”, no solo hubiera supuesto una aportación al Plan de Salud sino, que hubiera legitimado su continuidad en el contexto de la inestabilidad estructural de la Sanidad en Canarias. Pero no se quiso.
En Canarias, la inestabilidad crónica asociada a la baja gobernabilidad e insuficiente financiación del sistema, hacen muy difícil la acción de gobierno en materia sanitaria. Nuestros profesionales, además de necesitar una formación orientada con enfoque estratégico de cambio, como plantea el III Plan de Salud de Canarias 2016-2017, necesitan sentir una música que les ayude a situarse en sintonía y con fuerza para contribuir a orientar el rumbo para la actualización y reforma que el modelo clínico asistencial y de salud pública lleva pendiente hace décadas. En caso contrario, en menos de veinte años, tendremos un sistema de seguros para las personas y familias que puedan permitírselo y, por otro lado, un sistema público que acogerá básicamente a la población con menos recursos, ¿les suena?
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