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Plúmbeos y plomizos

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Primero el líder de la oposición aseveró que con la amnistía España acababa con la Constitución y después su subalterno aseguró que el Tribunal Constitucional era el cáncer de la democracia española. González Pons se desdijo unas horas después de que su jefe le tirara de las orejas. Pons había añadido que seguramente el PP no presentaría más recursos al Tribunal Constitucional por entender que era inútil porque estaba controlado por el Gobierno de España. 

No sé si se desdijo porque se dio cuenta de la barbaridad que profirió o porque su partido tiene previsto presentar un recurso a la ley de amnistía del Gobierno y sus socios. En este caso hay que recordar las meteduras de pata del PP ante el Tribunal Constitucional con sus recursos de pataleo ante leyes esenciales como la del aborto o la de los matrimonios del mismo sexo.

Al mismo tiempo que ocurría esto, Emiliano García Page, emulando a su tocayo Zapata, volvía a hacer unas declaraciones muy críticas contra su partido precisamente relacionadas con la amnistía que beneficiaría a los independentistas catalanes. Esas declaraciones estruendosas de García Page son tan habituales que cada vez sorprenden menos aunque molestan más por pesadas y repetitivas. Sin embargo, siempre son aprovechadas por el principal partido de la oposición para arremeter contra Pedro Sánchez. Ahora todo lo que ocurre es culpa de Pedro Sánchez, igual que hace unos años toda la culpa era de Zapatero. Ambos dirigentes están acostumbrados, tienen la piel muy gruesa y el mantra apenas les hace cosquillas.

Las torpes declaraciones cíclicas de Emiliano son siempre capitalizadas por el PP, que lo utiliza como tonto útil o inútil, según se mire. Las cámaras de televisión sorprendieron a Page con otros barones populares quejándose de su partido y afirmando que los socialistas siempre se cargan al discrepante, como si Pablo Casado fuera socialista cuando lo defenestraron de la Presidencia del Partido Popular por las tropelías del hermano de Ayuso. Están los populares para dar lecciones. 

Además, es mentira porque normalmente son los discrepantes los que asumen su minoría en un partido democrático y se acomodan a debatir con sus compañeros en los órganos internos y no a divulgar las diferencias en público junto al adversario. Se puede ser discrepante y crítico pero no pesado y paliza. Page tiene un afán de protagonismo execrable. No sé por qué tarda tanto en dejar el PSOE como hizo su hermano gemelo.

Emiliano se equivocó de partido cuando entró en política porque él tiene muy poco de socialista. No se da cuenta de que sus payasadas solo son alardeadas por los rivales y dañan la imagen del socialismo, aunque él ni siquiera es socialdemócrata. En vez de marcharse a otro sitio donde esté más cómodo, insiste en actuar como Joaquín Leguina, el otro barón otrora socialista que apoyó a Ayuso en la campaña electoral y luego se extrañó el muy bruto de que su partido le abriese expediente y lo echara como agua sucia. 

Es como lo que le pasó al escritor Fernando Savater, que un día lejano fue de izquierdas y acaba de ser despedido del periódico El País después de una colaboración que duró 47 años, prácticamente desde que el periódico salió a la calle. Llevaba años dando el coñazo, lanzando proyectiles a la línea de flotación del periódico y criticando sistemáticamente su tendencia editorial. 

La gota colmó el vaso cuando siguió criticando a su periódico en una entrevista que le hizo el diario segundón de la competencia. Pues todavía hay imbéciles que no entienden por qué su empresa le dio el finiquito. No me imagino a ningún trabajador que se pase años yendo contra la línea editorial y de flotación de la empresa y esta le aplauda la gracia. 

Está claro que el que paga manda y los empresarios y liberales que defienden esa máxima son los mismos que les parece censurable el despido de Savater o la expulsión de Leguina u otro carajo de la vela como Corcuera, que además de críticos, que está muy bien, son unos pesados de tomo y lomo, que está muy mal.

La oposición está totalmente tocada y casi hundida. Desde que se quedó con las ganas de gobernar, sin más apoyos que la ultraderecha y un diputado antiguo de Unión del Pueblo Navarro, no levanta cabeza. Ahora se aferran a Page como si fuese el revolucionario Emiliano Zapata cuando es un tipo conservador y de orden que confunde a Corcuera con su electricista. A todos ellos se les han fundido los plomos. Por plomizos, plúmbeos y cenicientos. 

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