No se puede estar en todo

Los pérfidos ultracanariones, protagonistas de las leyendas urbanas áticas, se han quedado así con un palmo de narices. Ni siquiera pueden echarle en cara al Gobierno el paro y la inflación, que castigan particularmente a los isleños, porque, es fama, toda la culpa es de Zapatero que no recibe a Paulino y no le hace caso maldito a Anita Oramas ni al secesionismo zeroliano; tal es su insensibilidad con las islas.

Pero la perfidia ultracanariona no se arredra. Y ahora sale, mira tú, con que igual el control gubernamental de los circuitos de distribución comercial, del transporte interinsular, del REA y de las tarifas portuarias podría reducir la inflación añadida en las islas.

No caen los pérfidos en la cuenta de que eso sería pecado de nefando intervencionismo que dañaría a nuestra fauna neoliberal, una subespecie curiosa a preservar porque mantiene el laissez faire puro, sin mezcla de keynesianismo alguno, en economía tan supersubsidiada como la canaria; lo que tiene mérito. Un mérito que para los pérfidos, oye, no es sino poca vergüenza, pues, dicen, con la misma determinación con que defienden el beneficio privado en los tiempos de bonanza, exigen subvenciones públicas, o sea, intervencionismo, cuando tocan bastos. Es el principio de privatizar beneficios y socializar pérdidas para que éstas no dañen a los primeros, como quisieran los pérfidos, definitivamente alineados en su desesperación con el mester de rojería.

Llegan los pérfidos a preguntar si lo que dejan los turistas es proporcional a las inversiones públicas y los costes medioambientales. Como si nuestro papel histórico no fuera hacer el canelo, precisamente. Y respecto a las subvenciones comunitarias para el desarrollo denuncian que se han ido por el desagüe mojando sin empapar; sin reparar en que así se evitan mermas de un caudal que no se pierde, pues colectores hay que lo conduce a los correspondientes aljibes; privados, claro.

El Gobierno no puede estar en todo y bastante tiene ya con el concurso de la tele, la radio Cruz y otros acomodos. Dicho sea en su defensa, a ver si me subvenciona más que sea los folios.