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Para salvar la crisis (y 3)

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Expuse en mis dos artículos anteriores, relacionados con mi comparecencia en el Senado, una descripción de la grave situación que atraviesa nuestra isla y hoy finalizo la serie aportando las conclusiones y las grandes líneas que entiendo debemos recorrer juntos y sin tardanza para adelantar la salida de la crisis. 

Las especiales circunstancias socioeconómicas e institucionales de las islas y el brutal impacto del COVID, requieren la aprobación de un “Programa Específico para la Recuperación de Canarias” destinando recursos de los fondos Next Generation que, atendiendo a los objetivos y requisitos del mismo, sean gestionados por el Gobierno de Canarias y los Cabildos Insulares. Esto nos permitirá aplicar instrumentos específicos adaptados a las peculiaridades territoriales, económicas e institucionales de cada una de nuestras islas.

La economía de Gran Canaria no va a recuperarse hasta que no se recupere el turismo. Pero al mismo tiempo la actual situación va a provocar profundos cambios en el sector, especialmente en los modelos de intermediación. Es muy posible que el actual modelo de grandes touroperadores vaya dejando paso a uno más horizontal en el que el porcentaje de turistas que organiza sus propias vacaciones a través de internet vaya en aumento. Es evidente que también se valorará más la seguridad de los destinos, en especial la seguridad sanitaria, y que cada vez más la sostenibilidad y la adaptación al cambio climático jugarán un papel importante en la elección de los viajeros. Por todo ello el plan especial de reactivación turística anunciado por el Gobierno tiene que concretarse en la rehabilitación de los alojamientos más obsoletos, en la adaptación de los actuales a las nuevas circunstancias sanitarias así como en la transición del sector hacia la sostenibilidad, la digitalización y la diversificación, dando más espacios a modalidades de turismo asociadas a experiencias de alto valor añadido que puedan ser ofrecidas por los actores locales.

Gran Canaria tiene un modelo de futuro, un proyecto integral de desarrollo social y económico sostenible, de cohesión social, basado en nuestras capacidades y en los objetivos de desarrollo sostenible. Pero necesitamos medidas económicas por parte del Gobierno de España que no solo atiendan al criterio poblacional, sino a los indicadores socioeconómicos. Esas medidas económicas tienen que ser la palanca que acelere la transición ecológica de nuestro modelo, lo que nos puede situar a la vanguardia de Europa en muchos aspectos.

Como apunta la Cátedra del REF de la ULPGC se hace necesaria la flexibilización de determinados beneficios fiscales empresariales; la reorientación del modelo productivo hacia la transición ecológica y la potenciación de la educación, con especial atención a la brecha digital y al desarrollo de la formación profesional; la intensificación de la responsabilidad social de las empresas en la creación de empleo y mejora de las condiciones de trabajo y en la colaboración con la universidad y la investigación; la reformulación de algunos de los mecanismos del REF para favorecer el desarrollo económico y la cohesión social…

Es urgente y necesario que se modifique la política migratoria actual. Y no solo a corto plazo sino también a largo, oponiéndonos al Nuevo Pacto de Migración y Asilo de la UE, que va a consolidar la actual situación y convertir a los territorios fronterizos de la UE en enormes campos de retención de personas migrantes, lo que tendría terribles consecuencias sociales en Canarias e incluso en el resto de España. Al mismo tiempo hay que dotar a Canarias de un sistema digno de centros de primera acogida para migrantes así como fondos estructurales para implementar políticas de convivencia e interculturalidad. Queremos ser referencia de solidaridad, no de violación de derechos humanos. Y no podemos obviar la realidad del continente africano, a muy pocos kilómetros de nosotros, empobrecido, con situaciones de conflictos bélicos como los de Mali, las violaciones del alto el fuego de Marruecos en el Sáhara o tensiones sociales como las de Senegal.

Los hombres y mujeres de esta tierra sabemos que debemos trabajar con coraje, organizados y con talento. Pero es el tiempo de la solidaridad para que nuestra gente no se quede atrás. Queremos dirigir nuestro esfuerzo a garantizar unos ingresos básicos que permitan una existencia con dignidad para todas y todos. Tenemos que mantener abiertas y activas la mayoría de pequeñas y medianas empresas que suponen el 80% del empleo privado en nuestra isla. Estamos decididos a vencer a la pandemia para acercarnos a la normalidad y recuperar la actividad económica. Estamos priorizando la recuperación del empleo para volver, al menos, a los niveles de 2019. Queremos volcarnos en un programa de modernización, digitalización y renovación de infraestructuras básicas. Así estaremos mejor preparados cuando se recupere la normalidad.

Para alcanzar estos objetivos consideramos que debemos priorizar tres direcciones concretas:

El desarrollo de un modelo sostenible de ecoisla que avance en la soberanía energética, hídrica y alimentaria.

El avance en los derechos sociales, fomentando el empleo, garantizando la asistencia a las personas dependientes, apoyando a las personas y colectivos con mayor vulnerabilidad.

El impulso a la diversificación económica, con especial incidencia en la pequeña y mediana empresa, que tiene que llevar aparejada la apuesta por la diversificación turística, la economía azul, la economía circular, la economía verde, la digitalización, la innovación y el conocimiento, la industria audiovisual, la movilidad sostenible, la reforestación y el freno a la desertización, la lucha contra el cambio climático…

Estos proyectos reclaman del Estado y de la Unión Europea un plan especial de rescate de una economía y de una sociedad como la grancanaria en particular y la canaria en general que están siendo doblemente golpeadas por las crisis que nos asola.

Al inicio de esta crisis sanitaria, que derivó de inmediato hacia otra de carácter social y económico, dijimos que no podía repetirse lo de 2008, que no podíamos dejar a nadie atrás y que las consecuencias no las podían pagar de nuevo los que menos tienen. Hay que reconocer la apuesta decidida del Gobierno implementando medidas económicas y sociales que han permitido que los efectos perversos hayan sido menores. Pero no es menos cierto que corremos el riesgo de que la actual situación fracture aún más territorialmente al estado español, que aumente el diferencial entre las comunidades ricas y las pobres, entre los “centros” y las periferias. Tal y como decía, hasta ahora no hemos visto que se sea consciente del nivel de gravedad de la situación por la que atravesamos, pero confío en que intervenciones como las de los presidentes y presidentas de los cabildos insulares en el Senado hayan sido útiles para acercar más la realidad al Gobierno de España y al conjunto de la representación política e institucional. Corremos un riesgo de fractura social y territorial que tardaremos generaciones en revertir, pero afortunadamente tenemos los proyectos, la energía y la ilusión para conseguirlo.

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