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Clavijo, en la enclavijada

Rafael González Morera

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No ha estado nada afortunado José Miguel Barragán al decirle más de cuatro veces a Fernando Clavijo “presi, no te preocupes, todo está bajo control, todo está atado y bien atado”. Ahora andan desaforados, histéricos, toda la dirección de Coalición Canaria, y más de un dirigente ático le está tirando de las orejas a Barragán, que me lo quieren mandar para Fuerteventura, atado y bien atado. Pero aparte de Barragán, me chisman desde Tenerife que alguien relacionado con el Tribunal Superior de Justicia de Canarias también le dijo a Clavijo que, “tranquilo, el caso Grúas se archivará y no llegará al Juzgado de La Laguna”. Hay sospechas que en todo el entramado aparece presuntamente el propio presidente del TSJC, Antonio Doreste, que para mayor concreción es un hombre de Coalición Canaria, a quién le debe su promoción y ascensos en la Justicia canaria, y que emitió un voto particular para que el asunto/trasunto no fuese devuelto al juzgado de La Laguna tras el desaforamiento de Clavijo, que ahora está en una verdadera enclavijada.

Las cosas y quisicosas del caso Grúa han llegado a tal extremo que al propio Fiscal Superior de Canarias, Vicente Garrido, le cuesta entender el voto del presidente del TSJC, Antonio Doreste, con lo cual el señor Garrido me ha llenado de moral, porque en mi caso tampoco lo entiendo salvo que entre en consideraciones políticas dadas las concomitancias de Antonio Doreste con Coalición Canaria, pero como no soy jurista me ha sorprendido enormemente la posición de Doreste. Vicente Garrido, entre otras cosas, ha afirmado que el voto de Doreste es “respetable pero farragoso” porque su fundamentación jurídica es “muy alambicada”, y mezcla muchas normas y muchas reflexiones, hasta el punto que utiliza disposiciones transitorias del Código Civil de 1889 cuando hay jurisprudencia posterior de 2015 que regula supuestos parecidos, donde están pendientes de resolver recursos en un caso de pérdida de aforamiento.

Calificar de “farragoso” el voto particular de Doreste por parte de Garrido, pone al presidente del TSJC, en una situación profesional delicada, porque su texto se considera desordenado, confuso, caótico, aburrido, ininteligible, confuso, y en definitiva incluye cosas o ideas superfluas y desordenadas. Un varapalo de Garrido a Doreste de gran calado, Claro que no hay que olvidar, y se pone todavía más de manifiesto con su metedura de pata, que Antonio Doreste accedió a su cargo por el turno de juristas de reconocido prestigio procedente de la jurisdicción laboral, y por lo tanto sin experiencia alguna en derecho penal. Garrido además califica el texto de Doreste de “alambicado”, que saben mis amables lectores que significa que un texto resulta rebuscado por querer ser elegante, exquisito o sutil en la expresión o en el lenguaje. No ha podido estar más brillante y acertado Vicente Garrido en relación al voto particular de Antonio Doreste.

Hasta ahora Clavijo se ha servido del aforamiento para atrincherarse en el TSJC. Lo del aforamiento es un auténtico escándalo que aún pervive en España, en donde hay cerca de 10.000 privilegiados que gozan de este chollo jurídico, más de 7.000 jueces y fiscales, diputados nacionales y autonómicos, senadores, ejecutivos regionales, altos cargos de la Administración del Estado, todo el Gobierno. Mientras, en Portugal e Italia, sólo están aforados los presidentes de la República, y en Francia el presidente de la República, y los ministros del Gobierno. En Alemania y Gran Bretaña no hay un solo aforado. Pero para Fernando Clavijo todo empezó a torcerse y a desatarse, pese a los esfuerzos de Barragán y del abogado de Clavijo, Víctor Díaz, de atar bien atado todos los cabos, desde que fue aprobado el Estatuto de Autonomía, y dejo de ser aforado, para pasar a estar enclavijado.

P.D.: La crisis de la Justicia española con la renuncia de Manuel Marchena a presidir el Consejo General del Poder Judicial y el Tribunal Supremo es de juzgado de guardia. El último escándalo con los WhatsApp de Ignacio Cosidó, portavoz del PP en el Senado y exdirector de la Policía Nacional, pone en solfa a la Justicia y a los cimientos del Estado.

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