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El 537 cumpleaños de Las Palmas de Gran Canaria

Teo Mesa

El día 24 de junio, el día más luminoso del año, cumpliéndose el mismo solsticio de verano, y coincidiendo con el día del santo Juan, se fundó la Villa de El Real de Las Palmas. Se ubicó casualmente junto al barranco Guiniguada, en el frondoso palmeral de la explanada y del caudaloso manantial de agua potable. Fue instaurada oficialmente en 1478, por el conquistador Juan Rejón, enviado por los reyes de Castilla para iniciar el asedio a Gran Canaria. La incipiente urbe constituyó el centro neurálgico para la conquista de la isla, que pocos años después la finalizó el fiero y bribón imperialista, el jerezano Pedro de Vera, en 1483. Hombre fullero con sus subordinados y con los aborígenes grancanarios, a quienes engañó embarcándolos para conquistar la isla de Tenerife y los abandonó en Lanzarote.

El Real de Las Palmas fue la primera ciudad fundada por los Reyes Católicos en las islas Canarias y allende los mares de sus dominios peninsulares. La nueva ciudad debió protegerse de los ataques de los bárbaros piratas holandeses e ingleses, máxime a partir del descubrimiento del Nuevo Mundo. Precisamente, en el descubrimiento de América, la recién natalicia ciudad jugó un papel estratégico, tanto de vituallas, intendencias, reparaciones de las naos, aguadas, etc.; como de los propios canarios, que también participaron en el descubrimiento y allá se asentaron hombres y plantas de cultivos, que se transportaron hacia las nuevas tierras descubiertas: platanales, cañas de azúcar, animales domésticos, etc.

Cristóbal Colón hizo escala en Gran Canaria en el primer viaje, para reparar una de sus carabelas: el timón de La Pinta y el velamen de la Niña, y tomar aguadas y alimentos. En su último viaje, remitió desde la Villa de El Real de Las Palmas, una carta, la cual figura en el Diario de sus viajes. Este es el único documento que prueba su escala y estancia en la isla grancanaria.

Para la protección de la joven metrópoli, Juan Rejón construyó un primer fortín, con una torreta de madera, en 1494 (la más antigua de Canarias), en la orilla de la rada del refugio de Las Isletas, que fue incendiado por Pieter Van der Does, en 1599. Quien además hizo importantes desastres en la ciudad, con la quema del patrimonio artístico de la catedral y otros lugares de interés para la historia de la urbe. Este castillo de La Luz fue reconstruido en nueva torre y amurallamiento por el primer virrey Alonso Fajardo, con una torre en piedra. Se debió amurar los contornos de los barrios de Vegueta y Triana, con sus respectivos portales en el norte y sur, para refugio de la villa.

La ciudad iba creciendo y enraizando su organigrama burocrático civil y militar, la primera Ciudad Real de Las Palmas, título concedido en 1515, por el rey Fernando y su hija Juana. Se construyó el primer Cabildo, la Catedral de Canarias, la Casa Episcopal, el Ayuntamiento -con título Real en 1506-, la Casa Regental, Capitanía General, Tribunal de la Inquisición, y en su lado sur, las casas de los hidalgos civiles. Todos conformaban la primera Plaza Mayor de España y de América latina (según las pesquisas constatadas de A. Herrera Piqué). La Plaza de Santa Ana fue trazada con los artificios de arquitectura en el mejor lugar de entonces: en la primigenia Vegueta. Así todos los poderes civiles y religiosos se instalaban en la misma cuadratura.

La ciudad tuvo su primer comercio exterior en la caña de azúcar. Hacia 1480, se emplazan los primeros trapiches situados junto al riachuelo Guiniguada -en continua corriente de aguas-. En el segundo viaje de Colón al Nuevo Mundo, con diecisiete naos, hicieron escala en la rada de Las Isletas (un gran refugio natural para la navegación náutica), llevó el almirante varios plantones de cañas de azúcar, que también desde Gran Canaria, se había extendido por Tenerife y La Palma. Así llegó a las Antillas la caña dulce, para tener allí un excelente cultivo y prosperidad económica hasta hoy. El primer ingenio azucarero fue instalado en la isla de Santo Domingo o La Española.

Ciudad seguía creciendo: Vegueta, Triana y la nueva expansión en los Arenales, hacia el norte, en 1860. A través del Atlántico era la travesía de entrada y salida de la isla de todo lo concerniente a su vida comercial. Años más tarde, después de un lapsus de casi defenestrada la economía, por distintas causas, se inició la construcción del Puerto de La Luz en 1883 (y acabado en 1903), por la acción directa y la firma en 1881 del ministro de Ultramar, el grancanario Fernando León y Castillo, y sería su hermano Juan, ingeniero, que diseñó el proyecto del primer puerto de La Luz en 1883. Con este afortunado proyecto cambió la estructura comercial de la ciudad e isla.

El joven político de raza y visionario León y Castillo, escribía sobre el futuro puerto en el periódico por él fundado “Las Canarias”, en Madrid, auguraba la presencia de cientos de banderas de todas las naciones ondeando al viento sobre las aguas de la bahía de Las Isletas: “El día en que terminadas las obras del puerto de La Luz se abra éste a la navegación y al comercio, será grande, inmenso, el desarrollo que experimenten la ciudad de Las Palmas y los pueblos todos de la Gran Canaria”.

El Puerto fue el bastión para el desarrollo de la economía de las Islas. Y hoy sigue siendo uno de los más importantes por su movimiento de buques del Atlántico, de los dos continentes del sur del globo. Es puente entre los tres continentes, en las exportaciones agrícolas, suministro de combustible a buques, comercio, movimiento de pasajeros, recepción de contenedores y turismo de cruceros desde antaño. El auge comercial y la ampliación comercial del puerto de La Luz continúa, por sus excelentes condiciones naturales de la rada para efectuarlas, con diques de abrigo contra los fuertes vientos alisios, para el atraque y fondeo. El Puerto de La Luz es la vida comercial para la urbe e isla.

Las Palmas de Gran Canaria es una ciudad Atlántica, abierta al mar. Ciudad marítima por sus dos latitudes: Norte y Este. Su existencia, idiosincrasia, progreso social y económico y razón de ser, la tiene en este Océano azul que nos baña en sus ribereñas playas, el cual modela la idiosincrasia y cosmopolitismo de sus habitantes isleños. Fue en su bahía natural de Las Isletas, la que dio origen a que la ciudad naciera en ese lugar cercano, donde habían fondeado las carabelas de los conquistadores castellanos para asediar la isla de Gran Canaria, y las restantes.

Las Palmas de Gran Canaria tiene el mejor clima del mundo. Sorprendentemente y sin que lo valoremos los habitantes. El departamento de climatología de la universidad de Siracusa en Nueva York, hizo público un informe en 1999, en el que afirmaba que nuestra ciudad, con una calificación del 100 por 100, tenía el mejor clima del mundo. Es decir, la máxima puntuación. Ocupó la capital grancanaria el primer puesto entre las seiscientas metrópolis del planeta que se habían evaluado. Le seguía San Diego, en California, con una baremación de 95; Casablanca, en Marruecos, con 94 puntos; etc.

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