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Reflexiones postelectorales

Eustaquio Villalba Moreno / Eustaquio Villalba Moreno

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Varias candidaturas se proclamaron herederas del gran movimiento social que han generado la demanda de honestidad en la vida pública y la oposición a determinadas obras públicas en Tenerife, en concreto el tendido eléctrico y el puerto de Granadilla. Desconozco las causas de esta división entre fuerzas políticas que presentan propuestas prácticamente idénticas; pero lo cierto es que los ciudadanos opuestos a la actual situación política tuvieron que dividir sus votos entre opciones políticamente indistinguibles o, como hizo la mitad del censo, dejarse arrastrar por la decepción y abstenerse.La diversidad de ofertas electorales con programas y propuestas de regeneración de la vida política, más los efectos del poco democrático sistema electoral canario, han tenido como resultado una escasísima representación en las instituciones de estos grupos políticos. En Tenerife, en concreto, solamente Alternativa por Tenerife Sí Se puede consiguió la exigua cifra de cinco concejales, tres en Buenavista del Norte, uno en Tacoronte y otro en Granadilla, el resto de las formaciones, incluida la de Ciudadanos de Santa Cruz, fracasaron en sus objetivos y quedaron muy lejos de sus expectativas. Un fracaso político en toda regla de los movimientos sociales que quisieron trasladar “sus éxitos” en la calle a la vida política.El resultado de las elecciones ha dejado bien claro que la única posibilidad para tener presencia en las instituciones es una propuesta que agrupe e ilusione a todo este sector de la ciudadanía. Pero cuando la política se basa en comportamientos más propios de grupos religiosos que de partidos políticos, es normal que surjan las escisiones, la heterodoxia y la inquisición . Y, lo que es peor, el éxito lo miden por el fracaso de los otros, mientras éstos justifican sus bajos resultados electorales por el robo de votantes de los primeros. En cualquier caso, ninguna de estas opciones ha sido capaz de justificar públicamente las razones de la división, de la frustración de cualquier alternativa electoralmente viable, tal y como los hechos han demostrado.Alternativa Sí Se Puede ha sido la triunfadora a pesar de quedar fuera en el Cabildo y de la capital. Esta alternativa contó con el aval de numerosas personalidades del mundo universitario, de recocidos ecologistas, escritores, sindicalistas, activistas sociales, etcétera, que manifestaron su apoyo a esta opción política. En poco tiempo, sus promotores, consiguieron aglutinar a un numerosísimo grupo de militantes que suplieron su falta de dinero con imaginación y trabajo. Su propuesta, como la de otros partidos, se basa en llevar a las instituciones las voces que piden el cambio del modelo económico y social que impera en las Islas. Paralización de grandes obras públicas, especialmente el puerto del sur tinerfeño, oposición al futuro tren y, sobre todo, como decía el candidato a la alcaldía por Granadilla: “Es un grupo joven que está convencido de la necesidad urgente de una regeneración democrática basada en la participación real de la ciudadanía. Los retos del presente son muchos y muy importantes. No nos valen viejas recetas. Tenemos que ganar el futuro con imaginación y creatividad. De ello depende que la vida de las generaciones venideras tenga la calidad que se merece”.Los resultados en el municipio de Granadilla dejaron en una encrucijada a esta opción política: su único concejal quedó como árbitro entre los tres grandes partidos, el PSOE, que no revalidó su mayoría absoluta por unas escasa decenas de votos, CC y el PP. La manera en que han decidido resolverlo ha dejado perplejo a los ciudadanos y mucho más, supongo, a sus votantes. Primero por la propia decisión y segundo, por las formas tan poco acordes con los usos democráticos. En una asamblea celebrada el miércoles 13 de junio -hasta el sábado siguiente no se constituían los ayuntamientos- “el foro insular acordó por amplia mayoría otorgar la confianza al Comité Local para que explore y concrete acuerdos con las demás fuerzas presentes en el consistorio, conducentes a la regeneración de la institución municipal, el freno al crecimiento urbano caótico y a las grandes obras de infraestructura innecesarias, el impulso a la participación ciudadana y el establecimiento de políticas sociales avanzadas y orientadas a la sostenibilidad”. Resulta llamativo, por lo menos para los que entendemos la perentoria necesidad de “una regeneración democrática basada en la participación real de la ciudadanía”, que una asamblea tome la decisión de no decidir y que otro(s) lo hagan en su nombre. Y no precisamente en una cuestión baladí, sólo había tres posibilidades aritméticas, que no ideológicas: abstenerse y quedarse en la oposición, dar su voto al candidato del PSOE o apoyar un tripartito participando en el grupo de gobierno. Sin que haya venido acompañado de ningún tipo de explicaciones, Sí Se Puede en Granadilla decidió unirse a CC y al PP con la única justificación (en una interpretación sui generis de los resultados electorales) de que estos expresaban el deseado cambio en la gestión política del municipio. Sí Se Puede asume, por tanto, que el voto a CC y al PP en Granadilla es también un voto a la regeneración política. El compromiso público de Sí Se Puede de luchar contra el puerto no aparece en el comunicado, ni entre las condiciones del pacto. Si ante era un compromiso prioritario, repentinamente, y de manera inexplicada, ha dejado de serlo. Pero ¿se han regenerado políticamente CC y PP o se ha degenerado Alternativa? Votar a favor de la candidata de CC a la alcaldía ¿no está en profunda contradicción con lo que opinaban sobre CC y PP antes de las elecciones? Es así, me pregunto, como se crea “un nuevo espacio político para Tenerife que impulse para toda Canarias un proyecto de regeneración de la vida política, la redistribución de la riqueza, y la rehabilitación del deteriorado tejido social, asumiendo la defensa a ultranza de nuestro patrimonio medioambiental y cultural. Un nuevo proyecto que luche activamente contra el clientelismo político, que combata la corrupción que permita construir una sociedad más libre, justa y solidaria, basada en un mayor equilibrio ecológico y social”. Pero los ciudadanos todavía desconocemos las razones que llevaron al comité de Granadilla a firmar este pacto obviando la oposición a la construcción del puerto y la promesa de transparencia y regeneración. Eran cuestiones innegociables, o por lo menos eso era lo que entendíamos los votantes.Si el tripartito de Granadilla ha dejado desconcertados a los ciudadanos, más sorprendente han resultados las formas poco transparentes que han acompañado la decisión de Sí Se Puede. Entre los comentarios que podían leerse en el blog había uno que me llamó poderosamente la atención, el autor afirmaba ser miembro de la plancha electoral de Granadilla y denunciaba que nadie le había avisado o consultado para tomar esta decisión. ¿Quién la tomó entonces? ¿Acaso fue una decisión personal del candidato a la alcaldía por la alternativa regeneracionista? Nadie ha dicho cuantos fueron los partidarios, qué argumentos esgrimieron y, ni tan siquiera, cuál fue el resultado de la votación, si es que la hubo. No parece que esta manera de actuar sea un modelo de transparencia democrática ni otro modo de hacer política.¿Qué ha hecho Sí Se Puede antes las críticas recibidas? Algo no esperable en una fuerza política que dice defender la participación real de la ciudadanía, han suprimido los comentarios en su el blog. En lugar de favorecer el debate y la reflexión, cierran su cauce de comunicación con los ciudadanos y votantes. Una decisión, en mi opinión, incompatible con una ideología de izquierda y ecologista, con la libertad de expresión y, por supuesto, con cualquier proyecto que pretenda regenerar la vida política de las Islas. Eustaquio Villalba Moreno

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