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Las porras eléctricas

Juan García Luján / Juan García Luján

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Después vino eso que se llamó la democracia. El golpe de Tejero me cogió con 13 años y sólo recuerdo que había una locutora con acento canario en la televisión, y que ese día estaba muy nerviosa. No tenía edad para votar pero sí pude entrar en el Estadio Insular a aplaudir a Felipe González el año en que llegó a la Moncloa. Qué bonita frase la de aquellla joven promesa de la política: “Canarias debe ser un territorio para la paz y no para la guerra”. Le aplaudí como un loco. Así que al salir del Estadio tampoco tuvo problemas con la policía. Lo que no me imaginaba es que unos años después tendría que correr delante de las fuerzas de seguridad de su gobierno. Recuerdo que nos esperaban en el Obelisco. Éramos estudiantes de varios institutos, pedíamos más becas y que no privatizaran la enseñanza. Había mucho policía. Pero ya no eran grises. Sus uniformes eran marrones. Lo recuerdo porque todavía me parece estar escuchando “¿de qué instituto son, esos de marrón?” El que parece que no se había enterado del cambio de uniforme era precisamente el jefe de esa policía. En una reunión en el Gobierno Civil, Eligio Hernández nos dijo al Comité de Huelga: “Yo también corrí delante de los grises”. El hombre lo contaba como para sentirse cómplice de nuestra lucha. Pero en realidad fue el culpable de la represión sobre los estudiantes. Tuvimos que volver a salir a la calle para pedir que pusieran en libertad a Matías y a otros de cuyo nombre no me acuerdo.Correr delante de la policía es chungo. Pero peor es que te cojan. Si usted ha sufrido alguna vez una carga policial, y ha terminado en el calabozo después de llevarse una buena tunda, seguramente habrá tenido que leer un papel que le han puesto en una mesa para que firme antes de marcharse a su casa. En ese folio con la versión policial habrá podido comprobar que el lenguaje utilizado por las fuerzas de seguridad no tiene por qué corresponderse con las palabras y los significados recogidos en las diferentes ediciones del diccionario de María Moliner. Por cierto, que en la última edición que acaba publicarse de este diccionario se recoge ya el verbo flipar. Y usted, si ha sufrido esa desagradable experiencia de pasar por un calabozo habrá podido flipar al leer en un folio que la porra agresiva utilizada por la policía para analizar los límites de su cuerpo (o sea, el objeto empleado para pegarle una buena tunda) que esa porra no se denomina porra, sino que ellos la llaman “defensa”. En el mismo folio que le piden que firme seguro que han puesto que usted no ha estado detenido (vamos que no le han prohibido la libertad de movimientos) sino que ha estado retenido, o sea, que algún día los policías lo tuvieron a usted y hoy lo han vuelto a tener.No voy a contarles más detalles de las cosas de la policía para que no parezca que los conozco bien. Prefiero contarles lo que dicen otros. Cuenta Amnistía Internacional que los ciudadanos de Canarias, Cataluña y Valencia contamos con unos policías locales que tienen unas porras que no tienen los de otras comunidades. Son las porras o “defensas” modelo Taser. En el informe titulado Voltios sin control que presentaron el pasado jueves se señala que las porras tipo Taser “provocan descargas eléctricas cercanas a los 50.000 voltios, y son susceptibles de ser usadas para cometer abusos contra los Derechos Humanos”. Entre las policías que las emplea están la Policía Local de Las Palmas de Gran Canaria y la de Santa Cruz de Tenerife. La ONG recuerda el caso de Juan Martínez Galdeano, el ciudadano que murió en agosto de 2005 en la comisaría de Roquetas del Mar, en Almería. En el juicio por su muerte se señaló que el uso de armas que producían descargas eléctricas por parte de los guardias civiles que lo “redujeron” fue un factor “concurrente” en su fallecimiento. Amnistía Internacional también señala que mientras el Ejército de Tierra ha adquirido este tipo de armas para “evaluarlas” pero no las usa todavía, los policías locales de Las Palmas de Gran Canaria y Santa Cruz de Tenerife las emplean como “material básico”.No voy a perder el tiempo en dirigirme a Miguel Zerolo para pedirle que retire esas armas peligrosas de su policía. Las actuaciones del cuerpo especial de la policía local, la Unipol, han sido denunciadas por numerosos vecinos de Santa Cruz de Tenerife. Durante una manifestación vecinal en solidaridad con un joven que pasó varios días en la clínica tras recibir presuntamente una paliza de la policía de Zerolo, el concejal de Seguridad Hilario Rodríguez replicó a un vecino: “Si no estuviéramos aquí te metía un piñazo por mentiroso”. La escena fue grabada por una cámara de televisión y colgada en el portal Youtube, ya que no había ninguna televisión que quisiera emitirla. A un alcalde que mantiene a ese concejal en su puesto más vale no pedirle nada.Pero a quien sí se le puede pedir algo es a Jerónimo Saavedra. La Unidad Especial nocturna de la policía local de esta capital es una herencia de los gobiernos del PP. Por eso me atrevo a pedirle, señor alcalde, que en este caso renuncie usted a esa espantosa herencia. Podría por ejemplo usar el presupuesto de esas porras eléctricas y de las botas de los policías nocturnos para patrocinar las zapatillas del Gran Canaria Ballet. Porque, puestos a elegir entre dos situaciones extremas: prefiero ver a Anatol Yanovsky dirigiendo a unos bailarines importados y bien pagados, que encontrarme por la noche con los hombres de Harrilson locales maltratando a un muchacho africano en el parque Santa Catalina. Porque, señor alcalde, yo ya tuve esa experiencia y acabé denunciándolos en la Comisaría. Juan García Luján

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