Lejos de analizar dónde se ha equivocado y de poner solución a tantos problemas generados en los escasos seis meses que lleva de directora de TVE-C, Ángela Navarro ha actuado aplicando el manual de los viejos directores de la Casa: buscar a la fuente que informó a este periódico de las cosas que se cuecen allí, poner en marcha una cutre caza de brujas y amenazar con una querella contra nosotros. No es necesaria una garganta profunda cuando es un clamor su fracaso a la hora de ilusionar a los auténticos profesionales que hay en TVE-C. Ese clamor, esas expectativas frustradas, alcanza también a los socialistas por ser incapaces de poner al frente del centro a personas de nivel que logren sacar a la plantilla del marasmo en que la metió el PP. Hasta los que apoyaron su nombramiento se sonrojan cuando se les pregunta por Navarro. En lugar de hacer ella el petate, entrega la cabeza de su jefa de Informativos para tratar de alargar su reinado y echar una manita a Soria y a Larry. ¿Y el PSC? Donde siempre, en Belén con los pastores.