Ante tamaña caradura cabría preguntarse si había alguna prebenda más en favor de este artista. Pues sí: cuando la gerente anterior fue despedida se presentó en las oficinas de la Sociedad de Promoción, en la Casa del Marino, un auxiliar administrativo preguntando qué iba a ser de él, sumido como estaba en el desamparo. Fue en ese instante cuando los nuevos rectores municipales se percataron de que, además del agua, la luz, los periódicos, el local, la cama, el fandango y los aplausos del público, el señor Yanovsky tenía adscrito a su servicio un auxiliar administrativo pagado por todos los ciudadanos. Lo peor es que el convenio está en vigor y que en esas instalaciones públicas sigue el Tenorio ejerciendo como si nada. Con tantas ocupaciones, no comprendemos cómo iba a tener tiempo de salvar al Carnaval de las garras socialistas.