Es muy posible que a estas alturas del día, José Manuel Soria ya haya manifestado al mundo que él está con los ganaderos, que no hay derecho a lo que le han hecho las anteriores corporaciones del PP, que la culpa de lo de Sialsa la tiene Zapatero, que nos pisotea con saña, pero con talante. Esto del zapaterazo (el lo llama sablazo) lo ha venido haciendo Soria de tal manera que empieza a despertar un poco de ternura entre el respetable. Soria no es pequeño, ni es peludo, ni es suave. Casi diríamos que no está hecho de algodón por dentro, es decir, que tiene huesos. Y como no es nada bucólico ni pastoril, se ha equivocado con lo del concurso para la privatización de Sialsa. Quiso ser más papista que el Papa (con perdón) y cuando no era necesario publicar la convocatoria en el boletín de la Unión Europea, lo ha hecho. Justo al revés del pepino. Justo al revés del istmo. Pero él no es el burro del cuento, porque el burro del cuento, el burro Soria, es el de la fotografía.