Desde luego hay que felicitarse por la tranquilidad que, con las excepciones propias de la cosa, reinó en Canarias durante esta jornada de huelga general. Las excepciones, por supuesto, las protagonizaron quienes andan todo el año buscando su cuartito de hora de protagonismo o dar rienda suelta a esas frustraciones y tensiones acumuladas a lo largo de vaya usted a saber qué experiencia vital. Tenemos archivados algunos comportamientos colectivos y particulares muy poco gratificantes, tanto producidos en Canarias como en algunos otros puntos de la geografía patria. En televisión pudimos ver, por ejemplo, cómo un piquete de CCOO aflojaba tremendo moquetazo a un turista que tomaba una caña en una terraza madrileña pasadas las 00.00 horas del miércoles; o, ya en Las Palmas de Gran Canaria, cómo un manifestante, banderola de UGT en ristre, afeaba con malos modales a una automovilista que, en pleno despiste, avanzó unos metros de más con su coche en una calle afluente de Mesa y López. El poli en cuestión llegó a sacar su placa para reforzar sus exabruptos y apabullar más si cabía a la pobre señora, que se quedó petrificada. Aún así, pudimos escuchar a políticos como Juan Carlos Alemán hablar de “huelga educada”, lo que, en rigor y por lo general, no se aleja mucho de la realidad.