No hubo sorpresas en La Palma. Los socialistas palmeros, inútilmente persuadidos por su secretario insular, Manuel Marcos Pérez, hicieron un siete a las negociaciones del pacto regional entre el PSC y Coalición Canaria y se cargaron las opciones nacionalistas de conservar la alcaldía de El Paso. Una ofensa de leso castrismo que desde el sábado pasó de explosión controlada a tormenta incontrolable dentro de CC. Perestelo y el propio Castro clamaron venganza, mientras Barragán y González Ortiz pedían calma conscientes de que la dirección socialista intentó impedir la desobediencia hasta el último segundo. Las expulsiones parecen ir en serio, y en Coalición las dan por hecho: “Si José Miguel Pérez fue capaz de hacer lo que hizo con las gestoras en Tenerife, le creemos capaz de decapitar a Manolo Marcos”, decían desde las cocinas nacionalistas este reflexivo domingo. Mientras, en los análisis socialistas se hacían balances y proyecciones y desde Gran Canaria recordaban a Pérez y a la comisión negociadora que el daño hecho en Telde y sobre todo en La Aldea, es más grave que la pérdida de El Paso. Porque en La Aldea, donde nadie se cree que vaya a haber expulsiones, CC ha puesto de alcalde nada menos que al hermano de Román Rodríguez, al líder local de Nueva Canarias en el municipio, la bestia parda de Bañolas y de Paulino en la isla redonda. Lo que fue un impedimento en Telde y en el Cabildo de Gran Canaria, se hizo con absoluta naturalidad en La Aldea, una indisciplina por partida doble, dicen los socialistas.