No es la oratoria ni el uso inteligente del idioma lo que caracteriza a este Gobierno, tampoco a su presidente. Bajo esas dos afirmaciones pretendidamente ingeniosas y justificativas de una acción deplorable se encierran en realidad otras tantas escapatorias imposibles. Veamos. Por mucho que todo un presidente del Gobierno, líder del partido del destinatario de la llamada, condicione el favor pedido a que la gracia no comprometa a quien ha de ejecutarla, es claro que el compromiso se activa desde el momento en que suena el teléfono y al otro lado se escucha a la secretaria de Rivero anunciar que va a ponerse el presidente. Pero, ¿qué quería decir Paulino Rivero con el verbo comprometer? ¿Vulnerar la legalidad? Porque si quería decir “Berto, enchufa a mi sobrina, salvo que lo que te pido sea ilegal o te vayan a trincar”, equivale a querer que pensemos que todo un presidente del Gobierno ignora que el tráfico de influencias es delito.